Sábado 27 de abril de 2024

Mons. Olivera: 'La muerte no es un fin, sino que es el comienzo'

  • 3 de noviembre, 2023
  • Buenos Aires (AICA)
"La muerte, sabemos, es tránsito a otra vida, puerta de la eternidad, fin de una vida temporal y, para el alma, comienzo de una vida eterna", aseguró el obispo castrense.
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En la solemnidad de los fieles difunto, el obispo castrense de la Argentina, monseñor Santiago Olivera, presidió la misa el jueves 2 de noviembre, en la catedral Stella Maris, 

Concelebraron la Eucaristía capellanes castrenses de las Fuerzas Armadas y las Fuerzas Federales de Seguridad. Participaron también autoridades del Ejército Argentino, la Armada, la Fuerza Aérea, la Gendarmería Nacional Argentina (GNA), la Prefectura Naval Argentina (PNA) y la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA).

En la homilía, el obispo señaló: “Es un motivo de mucho gozo celebrar la santa misa en la conmemoración de todos los fieles difuntos, porque es un día donde reafirmamos nuestra fe en Jesucristo, que se nos revela como la resurrección y la vida, un día gozoso porque nos renovamos en la confianza de saber que Dios quiere la vida (…). La primera lectura que hemos escuchado, del segundo libro de los Macabeos, pone ya en el antiguo testamente el pensamiento en la resurrección: "Porque si no hubiera esperado que los caídos en la batalla iban a resucitar, habría sido inútil y superfluo orar por los difuntos”.

“Esta lectura nos ilumina sobre nuestra fe en la resurrección, y particularmente para nuestra diócesis castrense, ya que habla de los caídos en la batalla; ella nos abre a la esperanza, porque nos anuncia ‘la gran recompensa que está reservada a los que mueren piadosamente, y este es un pensamiento santo y piadoso’”, señaló. Además, afirmó que la muerte "es pascua, es paso con Jesús, es certeza del abrazo misericordioso del Padre Bueno. 

Y agregó: “Como Iglesia castrense es, sin duda, un acto de justicia que podamos año tras año reservar este día de la conmemoración de los Fieles Difuntos para rezar por aquellos que nos precedieron y, sin duda, tener muy en cuenta a aquellos ‘caídos’ por cumplir su deber, y amar a la patria y a su gente sin límite”. “¡Qué importante es que, como familia castrense, hayamos podido participar y estar presentes!”, enfatizó.

“En el Evangelio que se ha proclamado hoy, es el mismo Señor quien se revela como la resurrección y la vida. En el diálogo del Señor con Marta, ella expresó a Jesús la fe, podríamos decir, el dogma, pero ella pensó que, si Jesús hubiera estado, su hermano estaría vivo. El Señor siempre está. En Marta un poco estamos todos, no sólo en lo dramático de la muerte, sino en algunas situaciones que nos tocan vivir”, señaló.

En tanto, el prelado manifestó que, “en verdad, no sabemos cuál será nuestro último día y, en la pedagogía divina, será para que no descuidemos ninguno. Frente al final, de cara a la verdad, lo superfluo cuenta poco”.  

“No saber el día ni la hora es en muchos de los fieles de nuestra diócesis una concreta realidad. Lo saben los hombres y mujeres de las fuerzas, lo saben sus familias. Pero el amor y el servicio puede más que la mirada egoísta y temerosa”, dijo.

Mons. Olivera recordó que “la muerte, sabemos, es tránsito a otra vida, puerta de la eternidad, fin de una vida temporal y, para el alma, comienzo de una vida eterna.”

“A la luz de la muerte de Jesús, es maravilloso pensar y saber que la muerte no es un fin, sino que es el comienzo. En el Prefacio de la Misa de difuntos, rezamos: ‘Nuestra vida no termina, sino que se transforma’”, prosiguió. 

Por otra parte, dijo que la muerte “es el día para volver al Padre. La muerte, nuestra muerte está pensada por Dios. No morimos por la fatalidad, no morimos por distracción, no morimos por casualidad, no morimos en las vísperas”.

Finalmente, señaló: “Nos encomendamos a María, nuestra Madre, en sus diversas advocaciones de Luján, de la Merced, de Stella Maris, de Loreto y de Nuestra Señora del Buen Viaje, ya que a ella le decimos muchas veces: ‘Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte’, y confiados le rezamos: ‘Y al final de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre’”.+