Jueves 21 de noviembre de 2024

Mons. Martínez: 'Muchos factores nos alejan, negando la fraternidad que nos une'

  • 6 de marzo, 2024
  • Posadas (Misiones) (AICA)
El obispo de Posadas reflexionó en torno al mensaje de Cuaresma del Papa Francisco, que nos invita a vivirla "como el tiempo de gracia en el que el desierto vuelve a ser el lugar del primer amor".
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Como reflexión para el tercer domingo de Cuaresma, el obispo de Posadas, monseñor Juan Rubén Martínez, compartió un extracto del mensaje de Cuaresma del Papa Francisco para este año, titulado “A través del desierto, Dios nos guía hacia la libertad”.

En el mensaje, el Papa Francisco nos dice: “Cuando nuestro Dios se revela, comunica la libertad: ´Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud´ (Ex 20,2). Así se abre el Decálogo dado a Moisés en el monte Sinaí. El pueblo sabe bien de qué éxodo habla Dios; la experiencia de la esclavitud todavía está impresa en su carne. Recibe las diez palabras de la alianza en el desierto como camino hacia la libertad. Nosotros las llamamos ´mandamientos´, subrayando la fuerza del amor con el que Dios educa a su pueblo. La llamada a la libertad es, en efecto, una llamada vigorosa. No se agota en un acontecimiento único, porque madura durante el camino”. 

Asimismo, a través del mensaje del Papa, monseñor Martínez destaca la importancia de “abandonar las ataduras que nos oprimen”: “del mismo modo que Israel en el desierto lleva todavía a Egipto dentro de sí -en efecto, a menudo echa de menos el pasado y murmura contra el cielo y contra Moisés-, también hoy el pueblo de Dios lleva dentro de sí ataduras opresoras que debe decidirse a abandonar. Nos damos cuenta de ello cuando nos falta esperanza y vagamos por la vida como en un páramo desolado, sin una tierra prometida hacia la cual encaminarnos juntos. La Cuaresma es el tiempo de gracia en el que el desierto vuelve a ser -como anuncia el profeta Oseas- el lugar del primer amor (cf. Os 2,16-17). Dios educa a su pueblo para que abandone sus esclavitudes y experimente el paso de la muerte a la vida. Como un esposo nos atrae nuevamente hacia sí y susurra palabras de amor a nuestros corazones. El éxodo de la esclavitud a la libertad no es un camino abstracto”. 

“Para que nuestra Cuaresma sea también concreta, el primer paso es querer ver la realidad. Cuando en la zarza ardiente el Señor atrajo a Moisés y le habló, se reveló inmediatamente como un Dios que ve y, sobre todo, escucha: ´Yo he visto la opresión de mi pueblo, que está en Egipto, y he oído los gritos de dolor, provocados por sus capataces. Sí, conozco muy bien sus sufrimientos. Por eso he bajado a librarlo del poder de los egipcios y a hacerlo subir, desde aquel país, a una tierra fértil y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel´ (Ex 3,7-8). También hoy llega al cielo el grito de tantos hermanos y hermanas oprimidos. Preguntémonos: ¿nos llega también a nosotros? ¿Nos sacude? ¿Nos conmueve? Muchos factores nos alejan a los unos de los otros, negando la fraternidad que nos une desde el origen”, señaló el obispo de Posadas.

También, compartió dos interrogantes bíblicos cada vez más actuales, que el Papa plantea: “´¿Dónde estás?´ (Gn 3,9) y ´¿Dónde está tu hermano?´ (Gn 4,9). El camino cuaresmal será concreto si, al escucharlas de nuevo, confesamos que seguimos bajo el dominio del Faraón. Es un dominio que nos deja exhaustos y nos vuelve insensibles. Es un modelo de crecimiento que nos divide y nos roba el futuro; que ha contaminado la tierra, el aire y el agua, pero también las almas. Porque, si bien con el bautismo ya ha comenzado nuestra liberación, queda en nosotros una inexplicable añoranza por la esclavitud. Es como una atracción hacia la seguridad de lo ya visto, en detrimento de la libertad”.

Para terminar, el prelado señaló un detalle importante dentro del relato del Éxodo, citado también en el mensaje de Francisco: “Es Dios quien ve, quien se conmueve y quien libera, no es Israel quien lo pide. El Faraón, en efecto, destruye incluso los sueños, roba el cielo, hace que parezca inmodificable un mundo en el que se pisotea la dignidad y se niegan los vínculos auténticos. Es decir, logra mantener todo sujeto a él. Preguntémonos: ´¿deseo un mundo nuevo? ¿Estoy dispuesto a romper los compromisos con el viejo?´”. +