Mons. Martín: Que la Eucaristía nos transforme para ser instrumentos de justicia y paz
- 20 de junio, 2022
- Rosario (Santa Fe) (AICA)
Con una misa presidida por el arzobispo de Rosario, monseñor Eduardo Eliseo Martín, la comunidad celebró este domingo la solemnidad de Corpus Christi.
Sacerdotes, diáconos, fieles laicos, grupos y asociaciones de la Iglesia rosarina se congregaron el domingo 19 de junio para participar de la misa y procesión de Corpus Christi, que tuvo lugar en la parroquia Nuestra Señora del Carmen de la ciudad cabecera y fue presidida por el arzobispo de Rosario, monseñor Eduardo Eliseo Martín.
En su homilía, monseñor Martín destacó que esta "es una fiesta de alegría, de alabanza al Señor, de reconocer que Él está con nosotros. De diversas formas. Pero de un modo especialísimo se hace presente en el Santísimo Sacramento del Altar: su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad. Tenemos la certeza de que Él está con nosotros, entre nosotros, que nos ha asegurado esta presencia hasta el fin de los tiempos".
Esta presencia, continuó, "es una fuente de vida para nosotros, fuente de vida, fuente de paz. Jesucristo que se ha quedado en la humildad de un pedazo de pan y un poco de vino, que ya no son pan ni vino después de la consagración sino que son su Cuerpo y su Sangre. Por eso la Iglesia a medida que fue madurando el misterio de la fe, desde ya hace varios siglos, estableció esta fiesta para que todo el pueblo se alegrara y pudiéramos salir públicamente a expresar nuestra fe con el Santísimo Sacramento por las calles de la ciudad".
Asimismo, señaló que "nosotros somos Iglesia y la Iglesia es el cuerpo de Cristo". Por eso, invitó a que "cuando salgamos por las calles tenemos que tener la conciencia de que somos el Cuerpo de Cristo, que somos la Iglesia y que hacemos manifestación pública de nuestra fe para decirle a todo el mundo que este es el Pan vivo bajado del Cielo, el pan partido para la vida del mundo".
El arzobispo también destacó que esta fiesta se puede celebrar después de dos años presencialmente, con una multitud colmando el templo. Por eso, afirmó, "la alegría se acrecienta: día de júbilo, día de alegría, día de gozo".
Luego, animó a encontrar en el Evangelio de los cinco panes y dos peces, enseñanzas para la vida: "En primer lugar Jesús quiere necesitar de nosotros, quiere necesitar de los discípulos", aseguró. "Así también en nuestras vidas, queridos hermanos y hermanas, el Señor quiere multiplicar el bien, quiere multiplicar la entrega. La cosecha es abundante y el mundo está hambriento de Dios", sostuvo.
"Nosotros, limitados, imperfectos por nuestras fallas, por nuestros pecados. Pero sin embargo el Señor quiere que pongamos todo lo que tengamos, lo poco que tengamos en sus manos para que el multiplique el Bien, para que Él sea el alimento de muchos y saciar a aquellos que no han experimentado su amor, que no han experimentado que Él sacia todas las ansias y anhelos del corazón humano".
Por otra parte, indicó que Dios "colma las expectativas sobremanera: dieron de comer a más de cinco mil hombres, se saciaron todos y sobraron doce canastas. Dios es generoso, Dios tiene sobreabundancia de amor y de bien cuando abrimos nuestro corazón".
"Jesús es el pan vivo bajado del Cielo: 'El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré'. Este es el misterio que hoy celebramos, este es el misterio que hoy adoramos, este es el misterio que hoy queremos públicamente manifestar a todo el mundo", insistió el prelado.
Y refiriéndose a la situación actual que vive el mundo, recordó que Jesús también es el Sacrificio que nos da la paz. "Danos la paz. Paz y justicia. Cuánto necesita nuestro mundo de la paz y de la justicia: justicia en la sociedad, justicia en las relaciones y paz en los corazones que van de la mano la una con la otra", consideró.
"Por eso la Eucaristía es fuente de paz y justicia. Los cristianos al dejarnos transformar por la Eucaristía tenemos que convertirnos en instrumentos de paz y justicia para así nuestro mundo pueda ir siendo más humano, más vivible", exhortó, llamando a vivir "una fraternidad, una equidad, un mundo más humano, conforme al designio de Dios".
Finalmente, pidió "que nos dejemos transformar por la Eucaristía para ser instrumentos de justicia y de paz, para que podamos alabar siempre al Señor con alegría y esperanza, y para que Él llene siempre el hambre y la sed que tenemos y que como Iglesia podamos ser el Sacramento universal de salvación al cual el Señor nos ha convocado como su cuerpo y su pueblo santo en este mundo".
Finalizada la misma, se inició la procesión por las calles de la ciudad de Rosario hasta el templo parroquial del Inmaculado Corazón de María.+