Jueves 25 de abril de 2024

Mons. Marino a las vírgenes consagradas: "Con su presencia, traen un mensaje para todos nosotros"

  • 3 de junio, 2016
  • Mar del Plata (Buenos Aires)
El obispo de Mar del Plata, monseñor Antonio Marino, celebró su 13º aniversario de ordenación episcopal con una misa de acción de gracias en la que también se conmemoró el 10º aniversario de consagración de las vírgenes consagradas diocesanas.
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El obispo de Mar del Plata, monseñor Antonio Marino, cumplió el 13º aniversario de su ordenación episcopal el martes 31 de mayo, día de la fiesta de la Visitación. El prelado lo celebró con una misa en la que también se conmemoró el 10º aniversario de consagración de las vírgenes consagradas diocesanas.

En su homilía, el prelado destacó la "prisa" de la Virgen, "cuyo corazón se siente desbordado ante la revelación del ´misterio oculto desde la eternidad en Dios´ y con cuya realización se sabe, de pronto, tan estrechamente vinculada, como madre y como servidora".

Monseñor Marino, además, recordó la semejanza del saludo de santa Isabel "¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme?", con las palabras que dijo el rey David cuando le propusieron que el Arca de la Alianza se cobijara bajo su tienda. "¿Cómo va a entrar en mi casa el Arca del Señor?", dijo el profeta

"La semejanza del saludo, el mismo tiempo de permanencia de tres meses, las bendiciones que se siguen de esa visita y estadía, y el clima espiritual de exultante júbilo, nos conducen a trasponer en María el título honroso que le confiere la piedad: "¡Arca de la Alianza!", señaló el obispo.

Luego, la Virgen que ha vivido su vida sumergida en la fe, prorrumpirá a continuación en el más bello canto a la grandeza y a la misericordia de Dios: el Magnificat.

"Este es su cántico sublime a la misericordia divina, por el cual conocemos su alma como en un espejo. Es su retrato espiritual. Surge desde su profundidad, bajo la luz y moción del Espíritu, llevando a plenitud la espiritualidad de los pobres del Señor", expresó el prelado.

Vírgenes consagradas
Asimismo, el obispo saludó a Marta Castagna, Laura García, Estela Gómez y Silvia Larreategui, las cuatro mujeres del Orden de las Vírgenes Consagradas de Mar del Plata que hace diez años pronunciaron sus votos, cuando era obispo de la diócesis monseñor Juan Alberto Puiggari.

El Orden de las Vírgenes es la más antigua de las formas de consagración femenina. Viven en medio de la gente y su modo de vivir no es el de las religiosas. Pero sus vidas adquieren todo su sentido por su unión esponsal con Cristo. Se trata de una consagración laical, pública, solemne y perpetua. Se ponen al servicio de la Iglesia diocesana y lo manifiestan en la obediencia filial al obispo diocesano.

"Con su presencia, traen un mensaje para todos nosotros, pues la Iglesia en su conjunto está llamada a vivir en sentido espiritual el misterio de la virginidad y esponsalidad del que nos habla San Pablo: ´Yo estoy celoso de ustedes con el celo de Dios, porque los he unido al único Esposo, Cristo, para presentarlos a él como una virgen pura´", expresó el obispo.

Luego, explicó que, como afirma con profundidad el Directorio para el Orden de las Vírgenes, "la virgen consagrada realiza su misión, en primera instancia, mediante el testimonio de su específica vocación esponsal con Cristo resucitado en la Iglesia peregrina, es decir, en el orden del ser, de la propia vida configurada por los consejos evangélicos y las Bienaventuranzas del Reino".

El prelado les agradeció a las mujeres el fecundo trabajo que realizan y las bendijo.

Aniversario episcopal
Ese día, también, monseñor Antonio Marino celebró su 13º aniversario episcopal.

"Desde hace trece años, Dios me ha confiado este ministerio del episcopado. Compromiso y carga, responsabilidad y ´oficio de amor´. Agradezco de corazón a cuantos hoy se unen a mis intenciones en esta Eucaristía y los numerosos saludos que me han hecho llegar", expresó y agregó: "Este ministerio no puede sostenerse sin el socorro de la oración de la Iglesia".

Oración a María, quien sube nuestras súplicas
Finalmente, el obispo invitó a los presentes a unirse en una oración a María:

Virgen de la Visitación, portadora de esperanza, pregonera del Evangelio de la misericordia, y causa de nuestra alegría. Deseamos que nos visites con tu riqueza, con tu Jesús, que es el Evangelio en persona.

Deseamos imitar tu caridad, que te impulsó a visitar a Isabel para ponerte a su servicio.

Deseamos tener tu misma prisa por servir a nuestros hermanos aliviando sus sufrimientos; pero sobre todo brindándoles la riqueza que tú misma nos diste.

Queremos hoy cantar tu mismo canto y renovarnos en el gozo de los discípulos de Jesús, más conscientes de nuestra vocación de santidad y, por eso mismo, más exigentes en nuestro ardor misionero.

Te pedimos que nos vuelvas alegres en la esperanza, fuertes ante las pruebas, constantes en las adversidades de la vida. Aunque en las luchas apostólicas nos toca experimentar no sólo alegrías sino fracasos humanos, tu pobreza y tu pequeñez nos orientan hacia la fecundidad verdadera.

Ven hoy a visitarnos, muéstranos a Jesús y quédate con nosotros siempre. Amén.+