Mons. Lozano: "Una noche que puede ser buena"
- 19 de diciembre, 2021
- San Juan (AICA)
El arzobispo de San Juan y secretario general del Celam invitó a que a ese dejo de tristeza de la Nochebuena se le añada "un grito de esperanza. Porque la Navidad es también misterio de esperanza".
“En esta Nochebuena, en tu casa o en la de tus vecinos, es probable que haya “ausencias” que se hagan sentir. Tal vez un viaje de trabajo. Quizás hayamos sido visitados por la muerte. La pobreza creciente, la violencia, las injusticias, oprimen el ánimo en muchas familias. En la noche del 24 también hay gente en los hospitales, las cárceles, los puestos de trabajo. Hagamos un momento de oración por ellos”, pidió monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de san Juan de Cuyo y secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam).
“La pandemia que aún estamos atravesando no puede esconderse u ocultarse. Son tiempos de incertidumbre, miedo, desconfianza”, reconoció en su reflexión semanal.
El arzobispo sanjuanino recordó que “en la primera Nochebuena de la historia no todo al principio fue ‘bueno’. También encerró un misterio de tristeza porque el amor no había sido acogido; daría la sensación de que la vida era descartada; que no hubo miramientos para una mujer en trabajo de parto que no conseguía lugar donde tener a su hijo”.
“Así sucedió cuando a José y a María les cerraron las puertas de la posada y tuvieron que poner al Niño en un pesebre. Jesús nace rechazado por algunos y con la indiferencia de la mayoría”, sostuvo, y agregó: “Así también puede suceder en esta Nochebuena cuando nos ponemos como protagonistas a nosotros y no a Él; cuando las luces arrinconan el esplendor de Dios; cuando permanecemos insensibles ante quien está marginado”.
“El papa Francisco decía que ‘esta mundanidad ha secuestrado la Navidad. ¡Es necesario liberarla!’”, exclamó citando al pontífice.
Asimismo, insistió en afirmar que “para muchos, esta Nochebuena tendrá poco o nada de ‘buena’ porque corre el riesgo de que la nostalgia, la tristeza de las ausencias o la indiferencia corran del centro de atención la esperanza que nos trae el nacimiento del Salvador”.
Por esto, monseñor Lozano invitó a que “en un momento de reflexión, en estos días, traigas a tu mente y a tu corazón el recuerdo de aquellos para quienes no será Nochebuena” y enumeró: “Del que está en el hospital; del que vive en situación de calle; del que está privado de su libertad; del que está lejos o del que está solo; de los que no van a tener con qué celebrar, y de muchos otros tantos que no encuentran motivos para festejar”.
“A ese dejo de tristeza, se le debe añadir un grito de esperanza. Porque la Navidad es también misterio de esperanza. Porque, a pesar de muchas oscuridades, la luz de Dios rompe las tinieblas; porque un Dios enamorado del hombre se hace uno de nosotros y nos abraza con su ternura. Dios viene a nuestra vida para darnos de su vida. Volviendo a poner a Dios como centro y motivo de esta fiesta, renace en nuestros corazones la alegría que viene de la esperanza. Entonces, sí será Nochebuena en tu vida y en la de tu familia, como lo fue al final de la historia de la primera Nochebuena”, sostuvo.
Monseñor Lozano señaló que “un lugar especial ocupan los niños en estas celebraciones”, por lo que pidió ayudarlos al desarrollo de su fe “haciendo con ellos una oración junto al pesebre, invitándolos a que coloquen la imagen del Niño Dios junto a la de la Virgen y San José”.
“Que su alegría esté ocasionada por Jesús pequeño. No olvidemos que festejamos su cumpleaños y a menudo corremos el riesgo de olvidarnos de Él. Como si fuéramos a una fiesta, comemos cosas ricas, disfrutamos de la torta y nos retiramos sin saludar al homenajeado”, añadió.
También pidió que “en las reuniones familiares cuidemos los excesos en la comida y la bebida” y sugirió: “Cuando pensemos el menú tengamos en cuenta la mesa de los pobres. En algunas comunidades se realizan campañas para servir a los más postergados. Hagamos llegar nuestra colaboración durante los días previos. Que el consumismo gastronómico o los regalos costosos no desplacen lo central de la celebración”.
“Superemos la mirada intimista sin compromiso con el mundo. Vivamos una Navidad acogiendo a Jesús en los olvidados y descartados”, concluyó.+