Martes 19 de marzo de 2024

Mons. Fernández invocó al Espíritu Santo para que derrame los dones necesarios para la misión

  • 6 de junio, 2022
  • La Plata (Buenos Aires) (AICA)
En la solemnidad de Pentecostés, el arzobispo de La Plata convocó a la comunidad platense a invocar a la efusión del Espíritu Santo.
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Con motivo de la solemnidad de Pentecostés, el sábado 4 de junio el arzobispo de La Plata, monseñor Víctor Manuel Fernández , celebró la Eucaristía en la catedral para invocar, en presencia de la comunidad arquidiocesana, al Espíritu Santo. Además, en la misa, que fue concelebrada por los obispos auxiliares, monseñor Jorge Esteban González y monseñor Alberto Germán Bochatey OSA, junto con el clero, también se oró por los 60 años del arzobispo. 

En la homilía y previo a realizar la oración de efusión del Espíritu Santo, con distintos cantos y plegarias, Mons. Fernández expresó que “queremos una Iglesia viva, humilde pero fuerte, generosa, sin miedo, llena de confianza y con un fervoroso y arrasador empuje misionero”.

Además, aseguró que “muchas veces nuestra debilidad nos puede, nos dominan las comodidades y ambiciones personales, nos devora el individualismo, o nos sentimos sin fuerzas y sin ganas. Solos no podemos avanzar en este sueño. Por eso hoy vinimos a buscar algo, hoy vinimos a recibir algo: el Espíritu Santo”.

El arzobispo platense analizó que aun después de Pentecostés, cuando los apóstoles ya habían visto a Jesús resucitado y ya habían recibido el Espíritu Santo, había momentos en que se “bajoneaban, perdían fuerzas, los atontaba el temor”. “Pero cuando esto ocurría se ponían a orar para pedir una nueva efusión del Espíritu: Él vino en Pentecostés, vino en tu Bautismo, pero vuelve a venir cuando nos hace falta renovar el amor y el fervor. Si baja el fuego del Espíritu la Iglesia es comunidad viva, decidida, fervorosa, alegre, llena de confianza, derrama vida, derrama luz”, manifestó.

Ese Espíritu, dijo, “es el amor que hay entre el Padre y el Hijo”, recordando a San Pablo quien decía que el amor de Dios se derrama en nuestros corazones por el Espíritu Santo. “Porque él es el que une al Padre y al Hijo como un lazo de fuego infinito, puro amor, eterno fuego de ternura divina”. 

 

Pidiendo meditar juntos la secuencia de Pentecostés, el arzobispo platense resaltó que “el Espíritu Santo hoy viene, y eso no se percibe con un estado de ánimo o unos sentimientos, es demasiado grande” porque “él penetra allí en lo profundo, y le rogamos: ‘Ven, Espíritu Santo, y envía desde el cielo un rayo de tu luz’, para que no miremos sólo lo negro, para que contemplemos la belleza, los signos de esperanza, el amor del Señor”. 

Además, monseñor Fernández subrayó que, sin el Espíritu Santo, “nos dominan la tristeza, el desaliento, el egoísmo”, y “por eso le rogamos que venga a darnos sus dones, a darnos su luz, porque él puede derramar todos los dones que necesitamos en nuestra misión”. “Y si hay momentos duros, él es el ‘Consolador lleno de bondad, dulce huésped del alma, suave alivio’. Y él es ‘descanso en el trabajo’, porque no pretendemos una vida cómoda, queremos entregarlo todo, pero el Espíritu Santo nos serena y nos descansa en medio de nuestros esfuerzos. Por eso insistimos: ‘Riega nuestra aridez, cura nuestras heridas, suaviza nuestra dureza, elimina con tu calor nuestro frío’”, continuó.

Finalmente, el arzobispo de La Plata reflexionó: “Que nos falte todo, pero que no nos falte el Espíritu Santo. Por eso nuestra gran oración de cada día es ‘Ven Espíritu santo’. Y el Padre no lo niega, viene, viene a fecundar tu entrega, a llenar tu vida, a elevarte a otro nivel”. “No perdamos más tiempo, y en la certeza de nuestra fe pongámonos a orar porque sabemos que él nos escucha y viene, más allá de nuestros sentimientos y estados de ánimo”, exclamó.+