Mons. Elizalde ordenó diáconos a dos jóvenes camino al sacerdocio
- 20 de enero, 2014
- Nueve de Julio (Buenos Aires) (AICA)
En el curso de una solemne celebración eucarística que tuvo lugar el sábado 18 de enero en la iglesia catedral Santo Domingo de Guzmán, el obispo de Nueve de Julio, monseñor Martín de Elizalde OSB, confirió el orden sagrado del diaconado, en camino al sacerdocio, a los jóvenes seminaristas Juan Fernando Bagatto y José Luis Rossi.
"La palabra diácono -dijo Mos. Elizalde en su homilía- significa servidor", pero "aunque la meta de estos hermanos es el sacerdocio, el diaconado no es de manera alguna un estadio provisional: es la puerta que introduce en la intimidad del servicio de Dios ?el culto verdadero? y compromete en el servicio de los hermanos. Después de los años de discernimiento y de preparación, la ordenación diaconal es el momento de la comunión profunda, del sí generoso y total, para prolongarse en una vida consagrada en el servicio, y cuyas características siguen estando presentes en todos los niveles del sacerdocio, en la existencia y el quehacer presbiteral y en la misión pastoral del obispo".
En seguida el obispo explicó que "ordenados diáconos, nunca dejamos de ser diáconos por las características que debe tener siempre el ejercicio pastoral, y que no debemos olvidar jamás. Por eso los invito a no considerar esta ordenación como una etapa, un pasaje necesario para alcanzar otro escalón más alto, sino como el conferimiento de una gracia que tiene que encontrarse desde hoy en todos los momentos de su vida, en todas sus acciones sacramentales y pastorales, en su espiritualidad y su oración, en el trato con los hermanos y en el ofrecimiento de los dones espirituales que les son confiados por la Iglesia para bien del pueblo santo. Para servir, es necesario no sentirse propietario sino depositario y administrador; hay que tener la humildad del olvido de sí, para que no se imponga nuestra figura y nuestra presencia, sino hacernos transparentes, para que irradie el poder de la gracia. Se trata de una misión, es el resultado de un envío, y requiere obediencia y espíritu de comunión, para no alejarnos de la fuente de la cual procedemos ni separarnos de los hermanos con quienes compartimos esta hermosa tarea".
Tras referirse a que con el diaconado se manifiesta el compromiso firme de abrazar el celibato por el Reino de los cielos, como un signo de esperanza en la vida futura, imitando el ejemplo del mismo Señor", el prelado expuso las funciones que este "primer grado del ministerio", les permite cumplir en la comunidad con diferentes formas de servicio fraterno: la participación calificada como ministros en la liturgia eucarística, por la proclamación del Evangelio, la preparación de las ofrendas y la distribución de los dones divinos a los fieles, acompañando con las oportunas moniciones para la instrucción de los fieles y el buen orden de la asamblea. Como herederos del ministerio de los antiguos diáconos que los apóstoles eligieron como colaboradores suyos, estarán asociados al pastor de la diócesis, en el oficio de santificar por los sacramentos, de enseñar con la predicación y la catequesis, de contribuir al gobierno pastoral con la organización de la caridad".
Sin embargo, añadió, "recuerden que no son pequeños sacerdotes, que no tienen que proyectar el futuro ni quemar las etapas. El diaconado como servicio es tiempo de conversión, es aprendizaje de humildad, es escuela de paciencia, y el resultado de este proceso, desarrollado en sus futuros ministerios, es lo que les permitirá identificarse cada vez más y mejor con el ideal que hoy la Iglesia les confía. Para servir bien hay que amar primero, y los hermanos más dignos de amor y de servicio son los más pobres y débiles, los alejados y que parecen extraños, pero que no lo son, porque somos todos hijos de Dios.
"Pero sobre todo -señaló-, tienen que ser testigos ejemplares, para trasmitir por la generosidad y la coherencia de sus vidas, la llamada del Señor a la santidad y a la justicia, para que se difunda en nuestra sociedad la práctica de los principios evangélicos y se acreciente el deseo y la búsqueda de Dios".+
Texto completo de la homilía