Jueves 21 de noviembre de 2024

Mons. Colombo anima a comunicar al mundo la alegría del Evangelio

  • 31 de mayo, 2023
  • Mendoza (AICA)
El arzobispo de Mendoza destacó que "el encuentro" es el fruto de Pentecostés, ya que en aquel acontecimiento "la grieta" de la torre de Babel fue finalmente derrotada por el triunfo del Espíritu.
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El arzobispo de Mendoza, monseñor Marcelo Colombo, presidió la misa desde la parroquia San Isidro Labrador, de la localidad mendocina de Rivadavia, donde recordó que en esta solemne fiesta de Pentecostés damos gracias al Padre y al Hijo por el envío del Espíritu Santo

“El Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad; prometida por el Hijo en el cumplimiento de la promesa de amor suya y del Padre. Cuando celebramos la fiesta de Pentecostés nos estamos uniendo estrechamente a aquella comunidad apostólica, que recibió el Espíritu Santo en la intimidad de una habitación donde el encierro, el miedo, los había convocado”, graficó citando el texto del evangelista san Juan.

El arzobispo mendocino se refirió también al relato de san Lucas, quien pone la fiesta de Pentecostés “en un marco distinto; podríamos decir de una gran fiesta popular: la fiesta de las Primicias del pueblo de Israel”, y la describe como “un gran acontecimiento natural, un viento fuerte que hizo que todos se estremecieran y sintieran que algo estaba ocurriendo”

“Fue hermoso entonces ver que, detrás de la sorpresa y después de las llamas como de fuego que se veían en las cabezas de los presentes, todos comenzaron a hablar en distintos idiomas; y eso no era todo: empezaban a entenderse. Aunque hablaran distintas lenguas, se podían comunicar; ese era el fruto del Pentecostés: el encuentro”, destacó.

“La vieja grieta de la torre de Babel era finalmente derrotada por el triunfo del Espíritu Santo de Pentecostés”, subrayó, y agregó: “Los hombres recibían de Dios el impulso para entenderse y para animar la evangelización. Comenzaba entonces, en Pentecostés, el tiempo de la Iglesia, el tiempo de la misión”.

Monseñor Colombo sostuvo que en Pentecostés el llamado es a “reconocernos parte de un pueblo enviado a anunciar las maravillas de Dios, para que nos entiendan; no para ponerla difícil, no para ponerla complicada, no para pensar que es nuestra y nada más la verdad, sino que la verdad de Cristo -enviado por el Padre- ha sido derramada entre nosotros para poderla comunicar de una manera clara, de una manera transparente, visible y feliz”.

“Celebramos entonces Pentecostés, el tiempo de la misión. Celebramos Pentecostés y los dones de Dios entre nosotros; esos dones que han posibilitado que se multiplique la vida cristiana en el mundo desde entonces. Queridos hermanos: que, así como recibieron los apóstoles el Espíritu Santo, hoy también nosotros, invadidos por ese mismo amor, podamos comunicar al mundo la alegría del Evangelio”, concluyó.+