Martes 15 de octubre de 2024

Mons. Castagna: 'La impunidad no debe imponerse a la verdad'

  • 17 de noviembre, 2023
  • Corrientes (AICA)
El arzobispo emérito de Corrientes afirmó que no hay que vivir "atemorizados", ni tampoco "disimular o negar la gravedad de la situación en la que se encuentra el mundo".
Doná a AICA.org

En sus habituales sugerencias para la homilía dominical, el arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Castagna, afirmó que no hay que vivir “atemorizados”, ni tampoco “disimular o negar la gravedad de la situación en la que se encuentra el mundo”.

“Jesús asegura, con la frontalidad que lo caracteriza, que la impunidad no puede imponerse a la verdad”, advirtió.

Por eso, profundizó, menciona el castigo: “Allí será el llanto y el crujir de dientes”. 

“La realidad no debe espantar a nadie, al contrario, exige edificar la vida en la verdad”, sostuvo, y agregó: “Cristo, mediante el Evangelio expuesto por la Iglesia, indica dónde está la verdad negada por el mundo”. 

“Cristo es la Verdad, que es preciso aprender para no perder la vida. No es una mera opción religiosa, trasciende todo intento de ser felices mediante equivocados senderos, inspirados en un mal uso de la libertad (o en el pecado).+

Texto de las sugerencias
1.- A una semana de cerrar el año litúrgico 2023. Estamos a una semana del cierre del año litúrgico 2023. La Iglesia concluye su labor pedagógica con un mensaje de enorme importancia. Se trata de las capacidades atribuidas a los hombres, que los pone al servicio de la creación, con el fin de que la obra creadora de Dios revele su proyección en la historia humana. Al otorgarles el don de la libertad, los hombres son constituidos en partícipes de su acción creativa. Para concretar esa inaudita participación, debe ser respetado el plan original de Dios. El hombre debe ser fiel colaborador del Creador, no el creador. Su capacidad intelectual le permite conocer el plan divino y, su libertad, lograr que su vida sea un fiel acatamiento a dicho plan. La clásica parábola de los talentos, expresa con claridad su sentido. La distribución de los bienes, conforme al talento de sus servidores, encuentra un sorprendente paralelismo en la vida de los hombres. Todos hemos sido dotados de capacidades para responder a las esperanzas del Creador.

2.- Se acerca el día de dar cuentas. ¡Qué dispares son nuestras respuestas! Conforme a las mismas, en el día de dar cuentas de nuestra administración, nos sorprenderá la situación en la que nos encontramos. Para lograr una correcta medición de nuestras responsabilidades, debemos dejarnos interpelar por el Señor, que pide cuentas de nuestra gestión. El empeño por ser buenos administradores, produce una oscilación entre quienes toman en serio sus vidas, y aquel negligente y perezoso que esconde la moneda que debiera duplicar. La vida constituye el bien que exige, de quien lo ha recibido, un esfuerzo generoso que lo duplique. Las diversas actitudes presentan un cuadro de situación que califica a unos como merecedores del elogio de su señor y, a otros, de la reprobación y el castigo: “Porque al que tiene se le dará y le sobrará y al que no tiene se le quitará aun lo que tiene. Al sirviente inútil expúlsenlo a las tinieblas de afuera. Allí será el llanto y el crujir de dientes”. (Mateo 25, 20) Quizás no se piense en este destino inexorable. La frivolidad distrae de lo trascendente y crea una atmosfera enrarecida por el vacío y la orfandad. 

3.- Nuestra vida debe ser una respuesta de amor a Dios. El resumen de todos los talentos es la capacidad de amar a Dios, mediante una fidelidad inquebrantable a su voluntad. Así lo entendieron los sirvientes de la parábola. Nos referimos a los que duplicaron los bienes de su señor. El pusilánime e indolente se auto calificó como merecedor de un ejemplar castigo. No es difícil proyectar la parábola a nuestra realidad sacudida por la irresponsabilidad. La Palabra de Dios nos está diciendo que mientras nuestra vida no sea una respuesta al amor de Dios estaremos boyando, hasta producirse el naufragio. En el Antiguo Testamento Dios responsabiliza a quienes - por ser profetas - deben advertir del error y de la corrupción. Hoy es la Iglesia la responsable de esa misión profética, más urgente cuando arrecia el error y el pecado. El panorama moral de la actualidad se presenta tenebroso, y los auténticos profetas callan o son enmudecidos. Es triste que, quienes deben duplicar los bienes de su Señor, malgasten sus energías en pobres y equivocadas opciones. Es lo que ocurre cuando, por omisión o comisión, se desvincula la vida de toda norma moral. Desalojado Dios de la vida personal y social deja de existir una referencia esencial para el orden y la paz.

4.- La impunidad no debe imponerse a la verdad. No es el caso de vivir atemorizados pero, tampoco de disimular o negar la gravedad de la situación en la que se encuentra el mundo. Jesús asegura, con la frontalidad que lo caracteriza, que la impunidad no puede imponerse a la verdad. Por eso menciona el castigo: “Allí será el llanto y el crujir de dientes”. (Mateo 25, 30) La realidad no debe espantar a nadie, al contrario, exige edificar la vida en la verdad. Cristo, mediante el Evangelio, expuesto por la Iglesia, indica donde está la verdad negada por el mundo. Cristo es la Verdad, que es preciso aprender para no perder la vida. No es una mera opción religiosa, trasciende todo intento de ser felices mediante equivocados senderos, inspirados en un mal uso de la libertad (o en el pecado).+