Mons. Castagna: 'Él sabía lo que hay en el interior de cada hombre'
- 7 de noviembre, 2025
- Corrientes (AICA)
"En cada templo se encuentra la Iglesia, dispensando los medios de santificación de que dispone, para prodigarlos generosamente a quienes, mediante una catequesis, deciden celebrarlos", destacó.
Sugerencia para la homilía de monseñor Castagna
Monseñor Domingo Castagna, arzobispo emérito de Corrientes, recordó que en la jornada se recuerda la dedicación de la basílica de San Juan de Letrán, catedral del Obispo de Roma o sea, del Sumo Pontífice, sucesor de Pedro.
"Jesús sabe qué tipo de templo es cada uno de los cristianos, también de quienes están llamados a serlo: sagrado o execrado. En cada templo se encuentra la Iglesia, dispensando los medios de santificación de que dispone, para prodigarlos generosamente a quienes, mediante una catequesis adecuada, deciden celebrarlos", destacó.
"El esmero en preparar los corazones, para esa dispensación, se constituye en la tarea principal de sus pastores, predicadores y catequistas. Sus mejores esfuerzos deben empeñarse en la edificación del templo espiritual, y de su dedicación a la santificación de sus 'piedras vivas', concluyó.
Texto de la sugerencia
1. La Catedral del Obispo de Roma. Hoy la Iglesia recuerda la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, Catedral del Obispo de Roma o sea, del Sumo Pontífice, Sucesor de Pedro. "Madre y Cabeza de todas las Iglesias, de Roma y del mundo" la Cátedra del Papa en cuanto Obispo de Roma, precede a todos los Templos Católicos de mundo. Identificada con el Primado de Pedro y de sus sucesores, atrae la atención de todos los católicos y ejerce una representatividad única como Sede del Vicario de Cristo. Es preciso que le manifestemos nuestra firme adhesión. Alienta nuestra oración de acción de gracias ver en ella al Apóstol Pedro, que confirma a los creyentes en la fe. Romper con Pedro es inhabilitarse para vivir "por la fe y para la fe". Trascendiendo las virtudes y límites, que muestre quién ejerce ese Ministerio, la comunión con él garantiza nuestra fe en Cristo: "Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido poder zarandearlos como el trigo, pero yo he rogado por ti, para que no te falte la fe. Y tú, después que hayas vuelto, confirma a tus hermanos" (Lucas 22, 31-32). Esa misión (petrina) hace que nuestra comunión con el Papa sea objeto y exigencia de la fe. Muchos mártires han perdido sus vidas por mantenerse fieles y obedientes al Papa. La fe revela la misión que Pedro desempeña en la Iglesia: ser el Vicario de Cristo. El Papa, "dulce Jesús en la tierra" (Santa Catalina de Siena) cabeza de la Iglesia, es el depositario de nuestra confianza de creyentes. Al recordar la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán reavivamos nuestra adhesión incondicional a la Cátedra de Pedro, hoy ocupada por el Papa León XIV. Desde esa Cátedra recibimos la confirmación de nuestra fe en Cristo. La santidad de innumerables sucesores de Pedro acredita el grave Ministerio que el mismo Cristo encomienda a su Apóstol. Aunque no siempre la santidad personal resplandeció en todos ellos, la sucesión apostólica ha sido legítimamente transmitida a través de ellos.
2. Como cada Templo somos edificación sagrada. La estructura sacramental de la Iglesia, cuya angularidad está en el mismo Hijo de Dios encarnado, está sólidamente cimentada en el ministerio apostólico y profético: "Ustedes están edificados sobre los apóstoles y los profetas, que son los cimientos, mientras que la piedra angular es el mismo Jesucristo" (Efesios 2, 20). El Apóstol Pablo posee una capacidad singular para definir, con pocas y simples palabras, el Misterio de Dios. Cuando leemos sus Cartas es Dios mismo quien nos comunica su pensamiento y su amor. Por lo mismo deben ser leídas y escuchadas, en un clima silencioso de contemplación. Los santos constituyen modelos accesibles. Santo Domingo de Guzmán llevaba consigo una versión del Evangelio de San Mateo y de las cartas de San Pablo que, de tanto leerlas, las guardaba fielmente en su memoria. En el trajín de un mundo extrovertido descuidamos lo que los santos no descuidaban. La fe es infundida cuando está viva la conciencia de su adorable presencia. San Agustín hablaba de Dios sumergido en su contemplación, sin desalentarse por sus viejos pecados, ahora misteriosamente convertidos en senda hacia la Verdad. El celo por la Casa de Dios, que Cristo manifiesta de forma muy severa, es efecto de su amor al Padre, y a quienes el Padre ama. Los festejos de la Basílica de San Juan de Letrán otorga un marco histórico y teológico a su Obispo, hoy el Papa León XIV. No es lícito diluir lo que la Liturgia celebra, quizás en ritos distractivos de su evangélico sentido. El Papa es Vicario -"hace las veces"- de Quien colma todo Templo con su presencia. El Templo original es el Cuerpo de Cristo, que Él mismo reedifica en tres días. La sacralidad de todo ser humano se enlaza con la del Cuerpo resucitado del Señor. El cuidado que merece, se proyecta sobre todo hombre. Es su voluntad: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo" (Mateo 25, 40). El mandamiento del amor trasciende a quienes nos aman y amamos. Incluso quienes no nos aman merecen nuestro amor: "Ustedes han oído que se dijo: amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: amen a sus enemigos?" (Mateo 5, 43-44). Difícil enseñanza y aprendizaje.
3. Somos Templos edificados a imagen del Cuerpo glorificado de Cristo. Cuando Jesús identifica su muerte y resurrección, con su Iglesia, representada inequívocamente en sus diversos Templos, aleja todo intento imaginativo de la Verdad que expone para la contemplación. Hace pocos días recordábamos a nuestros difuntos, vivos en la eternidad de Dios. Recurrimos a su auxilio y nos cobijamos en su valiosa intercesión. Ellos, que gozan de la visión beatífica plena, y nosotros, desde nuestra propia dimensión, nos consideramos verdaderos templos en los que Dios habita por su Amor. Jesús se refiere a su Cuerpo resucitado cuando habla del Templo de Dios: "Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar". "Pero él se refería al templo de su cuerpo. Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado" (Juan 2, 19-22). La Catedral del Obispo de Roma: San Juan de Letrán, se constituye en Sede de Pedro, hoy de León XIV. La relación de los cristianos -con la mencionada Sede- garantiza la fe auténtica que profesan. Rota esa comunión se produce un distanciamiento mortal de Cristo, "la Verdad y la Vida". La fe corre peligro de contaminarse o de extinguirse. Dios elige las formas de revelarse, para que la fe sea suscitada y crezca saludablemente. Cualquier otro método de transmisión resulta inútil para suscitar la fe. Es preciso respetar la estrategia del Espíritu. Trasciende y supera infinitamente nuestras pobres estrategias académicas. La gracia sobrenatural no encuentra su origen en nuestros frágiles intentos intelectuales. De Dios procede la gracia y se consustancia en el misterio asombroso de la Encarnación del Verbo: de su Muerte y Resurrección. El Templo transmite, en términos arquitectónicos, lo humanamente informulable. El Cuerpo glorificado de Cristo, fundamento de la dignidad de nuestros propios cuerpos, ungidos por el Divino Espíritu, logra que cada Templo -construido por el ingenio humano- lo signifique, desde el Bautismo a la Eucaristía de cada cristiano. El pecado, aún el más leve, se opone a la pureza y dignidad de nuestros cuerpos. Cada Templo, edificado con mayor o menos esplendor artístico, es signo expresivo de la santidad de cada uno de los bautizados.
4. "Él sabía lo que hay en el interior de cada hombre" (Juan 2, 25). Jesús sabe qué tipo de templo es cada uno de los cristianos, también de quienes están llamados a serlo: sagrado o execrado. En cada Templo se encuentra la Iglesia, dispensando los medios de santificación de que dispone, para prodigarlos generosamente a quienes, mediante una catequesis adecuada, deciden celebrarlos. El esmero en preparar los corazones, para esa dispensación, se constituye en la tarea principal de sus Pastores, predicadores y catequistas. Sus mejores esfuerzos deben empeñarse en la edificación del templo espiritual, y de su dedicación a la santificación de sus "piedras vivas".+
