Martes 3 de diciembre de 2024

Mons. Buenanueva: "Señor Jesús, seguí llamándome a través de los pobres"

  • 28 de septiembre, 2022
  • San Francisco (Córdoba) (AICA)
El obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, reflexionó sobre el Evangelio del domingo, que narra la parábola del rico y el pobre Lázaro.
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El obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, compartió con los fieles una reflexión sobre el Evangelio dominical. 

Para comenzar, citó un pasaje de la parábola del rico y el pobre Lázaro, narrada por Lucas: “Jesús dijo a los fariseos: Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas […]”.

Al respecto, expresó: "Aquí solo hemos citado el inicio que nos pinta el cuadro de situación. El abismo entre dos mundos: por una parte, el de quienes poseen abundantes riquezas, hacen ostentación de ellas y se dedican a gozar de la vida. Por la otra, los hombres y mujeres que sobreviven en medio de una pobreza inhumana".

"'¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas!', habíamos escuchado de labios de Jesús domingos pasados".

"El pecado no está en poseer riquezas, sino en la actitud que pueden generar. El domingo pasado era la avaricia. Hoy, es la indiferencia ante las condiciones de vida de los pobres. Las riquezas suelen galvanizar el corazón, cerrándolo en sí mismo, volviéndonos insensibles. Todo gira en torno del propio bienestar. En ocasiones, se añade desprecio o incluso el odio a los pobres". 

"Pero hay salida. Es el mensaje de la parábola", aseguró el prelado. "Se trata, sin embargo, de una salida costosa: supone una fuerte (y difícil) conversión: abrirse, salir de sí y aprender a escuchar la voz de Dios en las voces de los hermanos".

En ese sentido, rezó: “Señor Jesús: que no me deje seducir por la ilusión de una vida satisfecha. Seguí llamándome a través de los pobres. Son tu voz más nítida. Amén”.+