Mons. Braida llamó a la acogida cordial del prójimo en tiempos de indiferencia
- 18 de julio, 2022
- Chamical (La Rioja) (AICA)
El obispo de La Rioja lo expresó al presidir la misa por la fiesta litúrgica de los mártires riojanos en Chamical, donde instituyó en el ministerio del lectorado al seminarista Diego Olivera.

El obispo de La Rioja, monseñor Dante Gustavo Braida, presidió el 17 de julio la misa y procesión por la fiesta litúrgica de los mártires riojanos -monseñor Enrique Angelelli, Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville, y Wenceslao Pedernera- en el templo parroquial El Salvador, de Chamical, donde también instituyó el ministerio del lectorado al seminarista Diego Olivera.
“Queridos hermanos y hermanas, hoy el Señor nos invita a priorizar en nuestras vidas tiempos de oración y escucha atenta de la Palabra. Tiempos en los que podamos discernir nuestras vidas y la realidad que vivimos a la luz del evangelio y su mensaje. Tiempos donde le entreguemos decididamente el control de nuestras vidas al Señor para que él nos conduzca y guíe por el mejor camino”, enfatizó en el prelado en la homilía.
“A la vez como Iglesia tenemos que propiciar diferentes espacios de oración, y hacer de nuestras parroquias y áreas pastorales verederas ‘escuelas de oración’, como nos lo dicen también las líneas pastorales”, agregó.
El prelado riojano dijo que, al celebrar misa en la cárcel, fue testigo “del testimonio claro y concreto de hermanos privado de la libertad que han ido cambiando sus vidas por la ayuda de la pastoral carcelaria que les ha guiado en la lectura orante de la Palabra”.
“Sentirse amado y cuidado por Dios, aun cuando lo habíamos abandonado. Sentir que Él nos da nuevas oportunidades y nos sigue cuidando. Descubrir que este Dios que nos ama nos ayuda constantemente para cambiar y para que ayudemos a otros es realmente un signo de esperanza que anima y plenifica y que mejora la sociedad”, destacó.
“Carlos y Gabriel vivieron en lo cotidiano, en lo simple y sencillo de cada día, en el servicio a los demás esa Palabra que escucharon. Pero también lo hicieron con voz profética cuando había que denunciar atropellos y amenazas que no respetaban la dignidad de las personas”, subrayó.
Monseñor Braida aseguró que “cada día nos ofrece la oportunidad de vivir la Palabra que rezamos, como nos enseña Abraham en la primer lectura, recibiendo a los demás con dedicación y esmero, estén en la situación que estén. Porque cada vida tiene dignidad que nada ni nadie le pude quitar” y puntualizó que “la acogida cordial del prójimo es una gran expresión de una vida evangélica tan necesaria en estos tiempos marcados muchas veces por la indiferencia, el individualismo y la comodidad”.
“Hoy también somos testigos de muchas situaciones injustas que necesitan de una intervención de todos para lograr cambios imprescindibles cuando personas se sienten solas y no tienen la compañía de la Iglesia, cuando los salarios no alcanzan o falta el trabajo y el pan. O cuando el vacío del corazón hace que hermanos nuestros perviertan a otros ofreciendo alguna droga que dañan y matan ante, muchas veces, la indiferencia social. Hoy es tiempo para una escucha atenta y orante de la Palabra… y un tiempo propicio para dejarnos guiar por ella a un compromiso más profundo”, aseveró.
Dirigiéndose al seminarista Diego Olivera, el obispo le recordó que el lectorado en un servicio, en el que “como María en el Evangelio estás llamado a elegir siempre ‘la mejor parte’ escuchando y sirviendo al Señor que te ama y constantemente te dirige su Palabra. Para que como Carlos y Gabriel des testimonio de ella en la vida cotidiana en cada circunstancia que te toque vivir”.
“Como bien lo decía monseñor Angelelli en la misa de despedida de estos mártires: ‘llevamos este tesoro en vasijas de barro’ por eso necesitamos que en el Señor siempre esté nuestra alegría y fortaleza”, añadió.
“Con toda la Iglesia diocesana damos gracias por tu vida, la vida de tu familia, y la de tantas personas que alimentaron tu fe y damos gracias por tu si al llamado del Señor a seguirlo en este ministerio. Que siempre te dejes conducir por Él y que encuentres, como la Virgen María, la felicidad en vivir cada día respondiendo generosamente al Señor teniendo presente sus esperanzadoras palabras: ‘felices los que escuchan la Palabra de Dios y la practican’”, concluyó.+