Domingo 8 de diciembre de 2024

Abren al público un tunel jesuítico del siglo XVIII

  • 10 de noviembre, 2021
  • Buenos Aires (AICA)
La Iglesia de San Ignacio inaugura y bendice, el próximo jueves, las obras de restauración de un túnel subterráneo de principios del s. XVIII y el antiguo claustro del Colegio Grande de San Ignacio.
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El jueves 11 de noviembre, a las 19, el presbítero Francisco Baigorria, párroco de San Ignacio (Bolívar y Alsina), presidirá una misa de acción de gracias por la “puesta en valor, refuncionamiento y reapertura” del antiguo claustro del Colegio Grande de San Ignacio, luego Real Colegio de San Carlos y la traza de túneles jesuíticos que atraviesan subterráneamente el templo más antiguo de la Ciudad de Buenos Aires. La inauguración de las obras, coincide con la celebración de los 360 años de la instalación de la Compañía de Jesús en la emblemática Manzana, conocida hoy como de Las Luces.

Tras la Eucaristía se procederá al acto inaugural y bendición de las obras, con la participación de autoridades municipales y nacionales e invitados especiales del ámbito de la conservación del patrimonio arquitectónico, cultural y religioso de nuestra ciudad.

“Las obras que bendeciremos e inauguramos son de gran envergadura”, señaló el padre Baigorria en conversación con AICA y subrayó que “no sólo en lo que respecta a la recuperación y puesta en valor de los espacios edilicios, sino sobre todo a los hitos y valores espirituales culturales que son las bases de nuestra Nación e identidad cultural”. 

Según explicó el párroco de San Ignacio “desde 1913, que comenzó la demolición de gran parte del primitivo edificio del Colegio hasta este momento, se había perdido este elemento físico y sobre todo cultural y patrimonial intangible de lo que fue y significó el Colegio Mayor de San Ignacio y luego Real Colegio San Carlos, tras la expulsión de los jesuitas en 1767”. 

Ana María Di Consoli, coordinadora y gestora del acto inaugural y visitas guiadas del Proyecto San Ignacio, junto con Soledad Saubidet, precisó que “el colegio de los padres jesuitas comenzó a funcionar en 1617, en la antigua sede que ellos tenían cuando llegaron a Buenos Aires en 1608, en la zona de la Plaza”.

Los padres jesuitas inauguraron una escuela de primeras letras y otra de segunda enseñanza (colegio secundario), “muy precariamente en la zona de la Plaza”.

“En 1661 –explicó a AICA la historiadora y guía de turismo- se mudan progresivamente y se instalan en la emblemática manzana (de este hecho se cumplen 360 años) tras recibir la donación de los terrenos por parte de la señora Isabel de Carbajal y la orden de traslado del gobernador Bucarelli”. 

En la manzana los jesuitas levantan la Iglesia de San Ignacio, el viejo colegio y la procuraduría o administración de las misiones y el resto eran huertos, “donde se van a cocinar los ladrillos y tejas necesarias para la construcción del templo”, indicó Di Consoli. 

“La primera iglesia es de 1675; de la cual se conserva la fachada, junto con la torre sur de 1680. Se calcula que para 1712 la iglesia definitiva estaba terminada, por lo menos en su aspecto estructural más importante y se cree que la obra finalizó para la consagración del templo en 1734. La torre norte, la que tiene el reloj, data de 1850 y no es jesuítica″, explica la guía de turismo.

“El jesuita alemán Juan Krauss, dice Di Consoli, proyectó la iglesia y el colegio de San Ignacio. Al fallecer en 1714, se paraliza la obra durante varios años, hasta que llegan a Buenos Aires los arquitectos jesuitas Andrés Bianchi, Juan Bautista Prímoli y Juan Wolf”, que definitivamente la terminan.

Lo que se va a inaugurar el jueves 11 es el claustro del viejo Colegio Grande de San Ignacio -grande por lo de secundario-. No era colegio “Máximo” porque no otorgaba doctorados, como sí lo hacía el de Córdoba. En cambio este de Buenos Aires otorgaba licenciaturas.

Según describía el historiador Guillermo Furlong SJ, en el colegio “se enseñaba la gramática que abarcaba mucho más que lo que la palabra dice: abarcaba estudios de latín, hebreo, griego, aritmética, ciencias naturales, matemáticas y una serie de materias que ellos impartían”. 

La puesta en valor del claustro del colegio jesuítico, que tras la expulsión de la Compañía pasa a ser regenteado por la corona española, tiene un bagaje histórico y sociocultural importantísimo y estuvo a cargo del arquitecto Alberto Boselli. 

“En estos claustros se educaron y formaron los padres de nuestra Patria, nuestros próceres y grandes personalidades que inauguraron e iniciaron nuestra Nación”, subrayó el padre Baigorria y advierte que “haber recuperado este pequeño patrimonio es muy significativo”, ya que al construirse el Colegio Nacional de Buenos Aires, entre 1911 y 1938, se demuele el antiguo Colegio Real de San Carlos. 

Di Consoli explicó que “sólo quedó un claustro, es decir, una galería que mira a un patio que, en la construcción original, era cuadrado, rodeado por claustros que desaparecieron. Con los años, en este antiguo claustro se instalaron dependencias administrativas de la parroquia, que a partir del plan maestro se desocuparon para la puesta en valor del patrimonio histórico”.

“Lo que se hizo –acotó la historiadora- fue recobrar la “espacialidad” como lo llaman los arquitectos, del claustro norte. Con la anuencia de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos y con el apoyo del estudio de estructura del ingeniero Jorge Fontán Balestra -que trabajó ad honorem- se quitó todo ese agregado de los años 40, para que ese lugar que fue patio volviera a serlo y recuperar el espacio como había sido pensado”. 

Un túnel subterráneo de principios del siglo XVIII
La puesta en valor de la iglesia de San Ignacio de Loyola comenzó con un plan maestro que, en 2007, el entonces arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, actual papa Francisco, encargó al padre Francisco Baigorria la misión "de poner en valor el templo y encarar un proyecto de resignificación histórica y cultural". 

Además del claustro del viejo colegio, el párroco contó a esta Agencia que otro espacio que “se recuperó y refuncionalizó es el tramo más importante y significativo que queda de aquella traza original que unía maravillosamente los edificios más sólidos y seguros de Buenos Aires en tiempos coloniales. Se trata de los pasajes subterráneos, construidos por estrategia y táctica militar ante posibles invasiones que existieron o pudieron haber existido en tiempos del Virreinato de una corona debilitada en Europa y un constante miedo y amenaza de ser invadidos y tomados por otra corona reinante”, explicó. 

“Actualmente este túnel debe tener unos 40 metros caminables y dos chicotes laterales, uno de cuatro o cinco metros y otro pequeño. Son los únicos que la gente podrá recorrer en Buenos Aires. Se usaban para defensa de la ciudad”, añade Di Consoli.

"Se trata de túneles excavados sobre la tosca viva en la época de los jesuitas que se redescubrieron cuando la construcción del Colegio Nacional nuevo y gran parte de los ramales se perdieron cuando la Universidad fue agregando obra", explicó la encargada del proyecto 

“Vamos a recorrer ese túnel que va paralelo a la calle Bolívar; arranca en el claustro del colegio y finaliza en el altar de San José, hacia allí se orienta porque se dirige hacia el Cabildo, donde sabemos que hay una parte pero en muy mal estado por lo que no se lo puede visitar”. 

Di Consoli destacó que “se ven las marcas de los picos originales, las hornacinas donde se colocaban las velas, el piso es de tierra como era originalmente y como el túnel tuvo un problema de filtración de Aguas Argentinas en 2003, se hizo un trabajo de consolidación con la dirección del estudio Fontán Balestra”. 

“Es un vestigio o elemento contundente de nuestra historia y de nuestros primeros pasos de autodefensa e independencia de la corona borbona, que desde la Independencia hasta la fecha la Iglesia los conservó. Y aunque se conocía de su existencia, no eran accesibles para el público. El único tramo de túneles más importante y significativo que tiene la ciudad es este”, agregó el padre Baigorria.

Las torres de la iglesia
Además del claustro y el túnel, las visitas incluirán un recorrido por la torre sur, construida en 1680, que conserva sus tres campanas originales que aún funcionan -la más antigua data de 1766 y las otras dos de 1858-, a la que se podrá subir para,  a través de su escalera original que fue reacondicionada, acceder al mirador. 

La recuperación de la torre sur es otro aspecto importante, ya que en tiempos coloniales fue la más alta de la ciudad y funcionaba como un punto estratégico de defensa. 

La visita también incluirá a la torre del reloj, construida por el ingeniero Felipe Senillosa a mediados del siglo XIX, donde se encuentra el reloj inglés que pertenecía al Cabildo de Buenos Aires y que también tiene una campana de mediados del siglo XIX.

Di Consoli no oculta su satisfacción por la recuperación del patrimonio que encierra la iglesia de san Ignacio. “Patrimonio a punto de perderse”, cuando con preocupación el párroco anterior, Francisco Delamer, hablaba de “las segundas ruinas de san Ignacio”. 

“Creo que es una obra magnífica que llevó adelante el padre Baigorria, que cumplió sobradamente con el encargo que le hiciera en su momento el actual papa Francisco”, concluyó la historiadora.

Para el sacerdote “lo más contundente es el testimonio del importante y fundante papel que jugó la Iglesia en la construcción y bases de nuestra Nación. No solo en lo educativo sino también en lo político, en la organización de una Nación que daba sus primeros pasos y ponía sus fundamentos en la organización social y cultural. Este papel clave y estratégico en el mandato de instaurarlo todo en Cristo que la sociedad actual desconoce y niega”, aseveró.

El jueves 11 de noviembre, paralelamente al acto inaugural de las obras, el arquitecto Carlos Moreno expondrá una muestra de dibujos que estará expuesta durante un par de meses que ilustran los modelos de construcción a lo largo de la historia de la Ciudad.

El sábado 13, a las 15, se habilitarán las visitas guiadas y se mantendrán los martes y sábados en ese mismo horario.

En el recorrido, de una hora a una hora y media aproximadamente, se accederá a la torre norte de la iglesia, luego se pasará a la torre sur, de ahí se bajará al claustro y finalmente a los túneles.

El costo de la entrada se destinará a la restauración y mantenimiento del templo. Se puede reservar lugar o escribir previamente a visitasguiadas@sanignaciodeloyola.org.ar

También se organizan visitas guiadas a colegios e instituciones que pueden solicitar información a la misma dirección de email.+