Sábado 20 de abril de 2024

Francisco visitó a los enfermos del Cottolengo en Turín

  • 22 de junio, 2015
  • Turín (Italia)
"No podía venir a Turín sin detenerme en esta casa: la Pequeña Casa de la Divina Providencia, fundada hace casi dos siglos por San José Benito Cottolengo. Inspirado por el amor misericordioso de Dios Padre y totalmente confiado en su Providencia, acogió a los pobres, a los abandonados y enfermos que no podían ser alojados en los hospitales de aquella época", expresó el Santo Padre a los enfermos y a personas con capacidades diferentes que lo esperaban en la iglesia del Cottolengo a la que el Papa llegó después de su encuentro con los salesianos, en el marco de su visita a Turín.
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"No podía venir a Turín sin detenerme en esta casa: la Pequeña Casa de la Divina Providencia, fundada hace casi dos siglos por San José Benito Cottolengo. Inspirado por el amor misericordioso de Dios Padre y totalmente confiado en su Providencia, acogió a los pobres, a los abandonados y enfermos que no podían ser alojados en los hospitales de aquella época", expresó el Santo Padre a los enfermos y a personas con capacidades diferentes que lo esperaban en la iglesia del Cottolengo a la que el Papa llegó después de su encuentro con los salesianos, en el marco de su visita a Turín.

Después de bendecir y saludar personalmente a cada uno de los presentes, el Papa pronunció un breve discurso en el que recordó que "la exclusión de los pobres y la dificultad de los indigentes a la hora de recibir la atención y el tratamiento necesario es una situación que lamentablemente todavía existe. Ha habido grandes avances en la medicina y la asistencia social, pero se ha extendido una cultura del descarte, como resultado de una crisis antropológica que ya no pone a la persona en el centro, sino al consumo y a los intereses económicos".

"Entre las víctimas de esta cultura del descarte -prosiguió- quisiera mencionar, en particular, a los ancianos, que son la memoria y la sabiduría de los pueblos. Su longevidad no siempre se considera un don de Dios, sino a veces, una carga difícil de soportar, especialmente cuando la salud está comprometida. Esta mentalidad no es buena para la sociedad, y nuestra tarea es desarrollar los "anticuerpos" contra esta forma de considerar a los ancianos o a las personas con discapacidad, casi como si fueran vidas que no vale la pena vivir. ¡Es un pecado, un pecado social grave!"

Con qué ternura amaba en cambio San José Benito Cottolengo a estas personas. Aquí podemos aprender una mirada diferente sobre la vida y la persona. De él aprendemos lo concreto del amor evangélico, para que muchas personas pobres y enfermas puedan encontrar un "hogar", vivir como en familia, en comunidad y no se sientan excluidos o soportados".

"Queridos hermanos y hermanas enfermos: Son miembros preciosos de la Iglesia -exclamó el Pontífice- son la carne de Cristo crucificado que tenemos el honor de tocar y servir con amor. Con la gracia de Jesús pueden ser testigos y apóstoles de la misericordia divina que salva al mundo. Mirando a Cristo crucificado, lleno de amor por nosotros, y también con la ayuda de aquellos que los cuidan, encontrarán la fuerza y el consuelo de llevar cada día su cruz".

"La razón de ser de esta pequeña casa no es el asistencialismo, o la filantropía, sino el Evangelio: el amor de predilección de Jesús por los más vulnerables y los más débiles. Y por eso una obra como ésta no sale adelante sin la oración, como demuestran los seis monasterios de las Hermanas de vida contemplativa que están vinculados a ella", concluyó el Pontífice, dando las gracias a los sacerdotes, a los religiosos y religiosas en Turín y en los hogares del Cottolengo en todo el mundo.

"Junto con muchos trabajadores laicos, voluntarios y los "Amigos de Cottolengo", están llamados -dijo- a continuar, con fidelidad creativa, la misión de este gran santo de la caridad".


San José Benito Cottolengo

José Benito Cottolengo, fue un santo italiano que vivió en el siglo XIX y que fue canonizado en el siglo XX. Desde niño fue dotado por Dios de una gran sensibilidad para los pobres y abandonados.

Ordenado sacerdote en la parroquia de Turín que le fue asignada se dedicó a la catequesis y a la atención de los moribundos. Ya entonces, se lamentaba de no tener una cama libre para los enfermos que acudían a él y comentaba: "Si falta algo es porque confiamos poco o nos hacemos indignos".

No se trataba de un sueño o de un piadoso deseo, sino de una verdadera vocación. Tras algún intento infructuoso, fundó la "Pequeña Casa de la Divina Providencia" en la Volta Rossa. Por orden ministerial fue clausurada en 1881 a causa de una epidemia de cólera que se cernía sobre la ciudad.

José Benito pensó: "¿por qué esta orden, que parece absurda y sin piedad no puede ser providencial?" Lejos de amilanarse, Cottolengo se encaminó al barrio de Valdocco, por entonces en las afueras, y allí abrió otra Pequeña Casa de la Divina Providencia que más tarde habría de convertirse en un magnífico y grandioso hospital. Y sobre sus puertas mandó esculpir las palabras de san Pablo: "La caridad de Cristo nos apremia".

El ideal de caridad evangélica y abandono absoluto en manos de la Divina Providencia, que inspiró a san José Benito Cottolengo, alentó diversas obras apostólicas; aunque no todos se llaman Cottolengos.+