Jueves 28 de marzo de 2024

Fiesta litúrgica de los santos Joaquín y Ana: Día de los Abuelos

  • 21 de julio, 2015
  • Buenos Aires (AICA)
El próximo domingo 26 de julio la Iglesia celebra la fiesta litúrgica de los santos Joaquín y Ana, abuelos de Jesús y por eso ese día se festeja el "Día de los Abuelos" y por extensión el día de los adultos mayores o ancianos. La Iglesia prestó siempre una atención especial a los abuelos reconociendo que constituyen una gran riqueza humana y social como también desde el punto de vista religioso y espiritual.
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El próximo domingo 26 de julio la Iglesia celebra la fiesta litúrgica de los santos Joaquín y Ana, abuelos de Jesús y por eso ese día se festeja el "Día de los Abuelos" y por extensión el día de los adultos mayores o ancianos.

La Iglesia prestó siempre una atención especial a los abuelos reconociendo que constituyen una gran riqueza humana y social como también desde el punto de vista religioso y espiritual.

Muchas veces el papa Francisco recordó la importancia de las personas mayores, como cuando dijo que "el cuidado que se da a los ancianos es un indicador de la calidad de una comunidad", y "Cuando los ancianos son echados fuera, cuando son aislados y a veces se desvanecen por la falta de cuidado, es un signo terrible".

El área de adultos mayores del Secretariado para la Familia, de la Conferencia Episcopal Argentina, recuerda en una nota dedicada a este día, las palabras del papa Francisco en la primera Jornada de Ancianos y Abuelos con el Papa en Roma el 28 de septiembre de 2014: "María nos muestra el camino a seguir: ir a visitar a la anciana pariente, para estar con ella, pero también para aprender de ella, que ya es mayor, una sabiduría de vida". Ese día, en la Plaza de San Pedro repleta de fieles, el Santo Padre hizo hincapié en que "los jóvenes dan fuerza para hacer avanzar al pueblo, y los ancianos robustecen esta fuerza con la memoria y la sabiduría popular".

La fiesta de los abuelos, señaló el área de Adultos Mayores, es una fiesta de la familia, por eso, es loable que los niños traigan a sus abuelos y los abuelos lleven a sus nietos a compartir la santa misa en su día, y ofrece un guión para la celebración eucarística que, aunque este año prevalece la liturgia dominical, puede hacerse una referencia a la memoria de los santos Joaquín y Ana y al día de los abuelos.

El guión comienza diciendo: "Una antiquísima tradición nos ha conservado los nombres de los padres de la Virgen Santa María, que fueron, dentro de su tiempo y sus circunstancias históricas concretas, un eslabón precioso del proyecto de salvación de la humanidad.

"San Joaquín y Santa Ana tuvieron la inmensa suerte de haber podido cuidar y tener en su hogar a la Madre de Dios, la madre de Jesús.

"A nosotros, los abuelos, el Señor nos ha otorgado el privilegio de una larga vida, por eso agradecemos este don y lo hacemos rezando por nuestros hijos y nietos.

Y en la oración de los fieles sugieren algunas intenciones, como:


*Por intercesión de San Joaquín y Santa Ana, te rogamos Señor, por por la familia de cada uno de nosotros, los abuelos, para que continuemos ofreciendo todo lo aprendido en los años de la vida, mostrando que continúa intacta nuestra capacidad de amar.

*Por intercesión de San Joaquín y Santa Ana, te rogamos Señor, por aquellos abuelos que están solos, por los que están llenos de dificultades económicas, de enfermedades y de ingratitud.

Para comunicarse con el Area de Adultos Mayores del Secretariado para la Familia de la CEA, escribir al correo electrónico: elisapetrelli@uca.edu.ar

Un testimonio para reflexionar
Hace poco, el portal de Internet "Análisis Digital", del arzobispado de Madrid, reprodujo un artículo titulado "Debería estremecernos" escrito por César Valdeolmillos Alonso, columnista de la Cadena de Ondas Populares Españolas (COPE) y del diario Siglo XXI, cuyo texto completo AICA publica a continuación con el propósito de colaborar en la reflexión con motivo del Día del Abuelo y del anciano.

Debería estremecernos...
"Hace unos días escuché decir al presidente de Canarias, que en los hospitales de su comunidad autónoma había 400 camas ocupadas por personas mayores a las que se les había dado el alta clínica y a las que sus familiares no iban a recoger.

"He de confesar que en principio no di crédito a estas declaraciones. Pensé que se trataba de una estrategia política para conseguir más recursos del Estado. Lamentablemente la noticia fue confirmada más tarde por personal facultativo. ¡No me lo podía creer! La información ponía de manifiesto tal indignidad, me conmovió tan intensamente, que sentí vergüenza de pertenecer al género humano.

"Pero el problema no quedaba ahí. Interesado en el tema seguí investigando y averigüé que en los períodos vacacionales, feriados puentes y festividades señaladas como Semana Santa y otras, se produce en los hospitales un considerable aumento de ingresos de personas mayores.

Ante esta realidad me vino a la mente la frase que de pequeño tantas veces había escuchado a los mayores: Un padre, una madre, es para diez hijos y diez hijos no son para un padre. Siendo pequeño, nunca llegué a entender su significado. Hoy me avergüenzo al constatar el significado de tan lacerante aguafuerte. Y pienso en la tristeza, en el inmenso vacío que en su alma tienen que sentir esos padres y, sobre todo, esas madres, que habiendo entregado su vida a sus hijos, que habiéndose privado muchas veces de lo imprescindible para que nada les faltase, hoy ellos se desentienden, miran hacia otro lado y resulta que a todos les es materialmente imposible atender a sus padres ancianos. En el mejor de los casos los soportan unos cuantos días en cada casa y a regañadientes.

"Ellos se sacrificaron para que sus hijos lo tuvieran todo; ahora no son merecedores de nada; estorban; son un incordio; solo causan molestias y problemas con sus manías que resultan insoportables. Por eso tienen que andar con la maleta a cuestas de casa en casa cada mes. Como decía la antigua copla: "?son como la falsa "monea", que de mano en mano va, y ninguno se la "quea". ¡Qué paradoja! Como la falsa "monea" y ninguna tan auténtica.

"Dicen que los mayores se vuelven muy absorbentes. ¿Porque se niegan a ser un mueble y reclaman estar con todos y no aislados en otra habitación? Ellos quieren seguir siendo un miembro activo más de la familia; que se les tenga en cuenta, poder opinar y dar su parecer. Se niegan a ser ese objeto que no nos atrevemos a tirar, pero que no sabemos qué hacer con él, ni dónde poner.

"Cuando nosotros éramos bebés, nuestros padres nos mostraban al mundo con gozo y contento. Hoy nosotros nos avergonzamos de ellos y de sus carencias y procuramos ocultarlos a los ojos de los demás.

"Si pensásemos menos en nuestro propio disfrute y solo un poco en todo lo que ellos nos han dado, nos detendríamos un instante en nuestra delirante búsqueda de una falsa felicidad, les miraríamos a los ojos y en ellos veríamos una desesperada súplica de comprensión, de cariño y de ternura. Esos ojos que amorosamente acunaron nuestro sueño; esos ojos que tantas noches velaron con entrega y angustia nuestra enfermedad; esos ojos que hoy con ansiedad nos demandan unas migajas de cariño y veríamos cómo nos dicen: "Mira como me encuentro? te entregué todo lo que era? mi juventud? mi energía? mi vida? todo mi ser? Hoy? ya no puedo evitar ser lo que soy? Sé que la vida ha pasado para mí; no tengo la culpa de que el tiempo me haya convertido casi en un despojo? por favor, no me rechaces? no me eches de tu vida? no me apartes a un lado del camino? sin ti, ya no me puedo valer? yo te sigo llevando en mi corazón? perdóname si alguna vez no fui como tú esperabas que fuese? no me des la espalda? dame tu mano y ayúdame?".

"Debería estremecernos mirar esos ojos llenos de angustia por lo que son y por lo que un día soñaron ser; comprobar en lo que se han convertido: el recuerdo ajado de una ilusión; algo que no sabemos dónde colocar ni qué hacer con ello; un reloj que solo espera que las manecillas marquen su hora para dejar de ser; una íntima necesidad de concluir? que se aferra con desesperación a la vida.

"Debería estremecernos mirar la agonía de esos ojos que contemplan cómo se desvanece su mundo y huye hacia un ignorado no sabemos dónde; cómo han desaparecido como el agua entre los dedos de las manos, sueños, proyectos e ilusiones; cómo la vida que fue, se pierde en el agujero del silencio y del olvido; cómo nos abandona la esencia de lo que fuimos y se desvanece en el frío, el silencio y la oscuridad de la noche eterna.

"Debería estremecernos constatar que hemos construido un mundo en el que vivir más se ha convertido en un problema; un mundo en el que nuestros mayores no temen morir, sino vivir, porque en ese mundo, lo que prima, es el frágil envoltorio de la apariencia y la vejez representa la amarga derrota que supone el no importarle ya a nadie.

"Sin embargo, no siempre fue así. El anciano, en todas las culturas, fue el sabio a quien se respetaba y del que se tomaba el consejo. El anciano ha sido, es y será la sabiduría de la experiencia acumulada, el fruto maduro para dar y darse a los demás.

"Así como no se le puede poner puertas al campo, iría contra natura y resultaría imposible impedir la evolución de la humanidad. Lo importante es considerar el precio de lo que habremos de pagar, por lo que presumiblemente vamos a ganar.

"Entre los objetivos de esa mudanza, debería figurar la recuperación de la cultura que consideraba un orgullo el hacer felices a nuestros mayores. Sin duda ello nos obligará a renunciar a esa aparente felicidad que buscamos en las cosas materiales y que no es otra cosa que un egoísmo sin rumbo que nos sumerge en una alocada huida hacia delante.

"Pensemos que ayer nuestros padres nos cuidaron a nosotros. Hoy es nuestro deber ?nuestro deber por amor? cuidarlos a ellos. Tengamos presente que mañana será de nosotros de quien tengan que cuidar. Eduquemos a nuestros hijos, haciendo con nuestros padres aquello que mañana queramos que hagan con nosotros. Porque el auténtico amor no solo hay que sentirlo, hay que practicarlo". +