Falleció el educador Alfredo van Gelderen
- 5 de abril, 2021
- Buenos
A los años 92 años, falleció en Buenos Aires el profesor Alfredo Manuel Van Gelderen, una persona de fuerte gravitación en el ambiente educativo
A los años 92 años, el sábado 3 de abril falleció en Buenos Aires el profesor Alfredo Manuel Van Gelderen, una persona de fuerte gravitación en el ambiente educativo, que fue durante quince años secretario de la Academia Nacional de Educación y que a través de sus cátedras, sus escritos y todo su accionar bregó porque la sociedad argentina volviera a dar a la educación el papel central que tuvo a fines del siglo XIX y principios del XX, y que fue decayendo en las últimas décadas.
Van Gelderen fue el primer director -con jerarquía de presidente del Consejo Nacional de Educación- del Servicio Nacional de Enseñanza Privada (SNEP), entre 1960 y 1963.
Cristiano consecuente, miembro de las filas de la Acción Católica en su juventud, puso mucho empeño en que los católicos no rehuyeran participar en el Congreso Pedagógico en los años 80, y desplegó una incansable tarea de esclarecimiento y motivación en charlas y conferencias en colegios, ateneos y parroquias impulsando, como se dio, una fuerte movilización de los fieles laicos en pro de la libertad de enseñanza y de educar en valores atentos a la dignidad espiritual de la persona humana con apertura a la trascendencia. Fue delegado por la ciudad de Buenos Aires a los agitados debates de la asamblea nacional reunida en Embalse de Río Tercero.
Ponderado observador de la realidad, abierto al diálogo, a las nuevas experiencias y al cambio transformador que implica educar y educarse, aportó su consejo y su dedicación a la conformación de la Academia Nacional de Educación, con especialistas de muy diversas procedencias y orientaciones ideológicas, como Avelino Porto, Gilda Lamarque de Romero Brest, Héctor Félix Bravo, Antonio Salonia, Luis Ricardo Silva, Gregorio Weinberg, Alberto Taquini (h.), monseñor Guillermo Blanco o Luis Jorge Zanotti.
Nada más lejos de su permanente inquietud por la formación de niños y jóvenes que el abandono de los alumnos en aulas vacías por protestas sindicales, por justificados que fueran los reclamos. Tenía un alto concepto de la vocación docente, que merece ser bien remunerada y sin dudas respetada, en primer lugar, por quienes la ejercen. “Nosotros hablamos de que el Estado nos ofrezca capacitación, y es necesario, pero a la vez el profesional tiene que tener claramente asumido que si eligió una profesión por vocación, nunca va a estar completo en su formación profesional. La profesión es una búsqueda de capacidades para servir mejor a los demás”.
También subrayaba que el papel de la vocación docente debía recuperar prestigio y consideración entre los padres, los gobiernos, la sociedad toda. Y eso incluye también una adecuada remuneración.
Egresado del Mariano Acosta
Van Gelderen ejerció la docencia en los niveles primario, secundario, terciario no universitario y universitario y de postgrado desde 1947, en Instituciones de gestión estatal y privada, hasta el 2010.
Se había recibido de maestro normal nacional y profesor normal en Letras en la Escuela Normal Superior del Profesorado Mariano Acosta, Buenos Aires, donde cursó sus estudios entre 1942 y 1949. Curiosamente, un bisabuelo suyo, Adolfo van Gelderen, llegado al país desde Holanda a mediados del siglo XIX, trabajó con Sarmiento, formó parte del primer Consejo Nacional de Educación y fundó esa escuela normal superior, conocida coloquialmente como “el Mariano Acosta”.
Alfredo Van Gelderen dictó Organización escolar en el Instituto Superior del Profesorado Sagrado Corazón y en el Profesorado de la Facultad de Psicología de la Universidad del Salvador.
Fue profesor titular ordinario de Análisis crítico y planeamiento del Sistema Educativo Argentino en la carrera de Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía y Letras de la Pontificia Universidad Católica Argentina, facultad de la que fue consultor de su Departamento de Ciencias de la Educación. Y dictó Política y Legislación Educativa Argentina en la licenciatura de Dirección y Supervisión de Instituciones Educativas de la misma universidad (1983-2004).
La UCA y la Escuela Argentina Modelo
En la UCA era una figura de referencia, como en realidad lo fue en todo el ámbito educativo argentino, en el que se lo escuchaba con respeto. Entre 2004 y 2010 fue vicedecano delegado de la Facultad de Psicología y Educación de la UCA. Y esta universidad, a la que tanto brindó, lo distinguió como profesor emérito.
Si su actuación fue multifacética y alcanzó muy distintos ambientes sociales, puede decirse que la UCA y la Escuela Argentina Modelo fueron centros donde arraigó y desde los cuales desplegó su accionar. En la Escuela Argentina Modelo ya en 1957 era vicedirector del nivel primario y en 1959 lo fue del nivel medio. Y durante 35 años fue el director ejecutivo del Instituto Superior Docente “Carlos María Biedma”, de la Escuela Argentina Modelo.
Siempre pronto a brindar su aporte y orientación desinteresada a la educación, fue consejero y miembro del consejo de administración de la Fundación Navarro Viola y colaboró en distintas entidades, como el Consejo Superior de Educación Católica (Consudec), la Fundación Cimientos y otras.
En el país y en el exterior
En 1961 y 1962 participó en misiones de estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en Francia, España, Suiza, Italia en 1961. Fue invitado a estudiar sus sistemas educativos por los gobiernos de Italia, en 1974, y del Reino Unido, en 1975. Fue miembro de número de la Academia Europea de Ciencias y Artes, con sede en Salzburgo.
En nuestro país, fue miembro de la Academia del Plata, ese núcleo de alto nivel cultural de integrantes de distintas disciplinas del pensamiento, fundado en el catolicismo y surgido en el siglo XIX en el colegio del Salvador. Recibió el premio Konex en Humanidades 2006. En 2017, la Junta Coordinadora de Asociaciones de la Enseñanza Privada (Coordiep) lo distinguió entre quienes instituyeron y fortalecieron la educación de gestión privada del país, en un acto público en el Teatro Santa María. Fue jurado de concursos de Fund TV, Adepa, Club de Harvard de la Argentina, Feria del Libro, Fundación Bunge y Born, entre otros.
En 2006 la Cámara de Diputados de la Nación lo honró como Adulto Mayor Notable. En el ámbito oficial, entre otras funciones, fue subsecretario de Estado de Supervisión Escolar del Ministerio Nacional de Educación y Cultura en 1970 y 1971, y vocal ad honorem de la Comisión de Bibliotecas Populares.
“Pensar y repensar la educación”
Dio conferencias a lo largo y lo ancho del país, participó en congresos en la Argentina y en el exterior. Reseñar todos los cargos y funciones que desempeñó con pasión y sobriedad en su intensísima vida sería interminable. Así como sus escritos y ponencias, que mantienen vigor y sugieren líneas para profundizar pasados los años. Así quedan lanzadas ideas-fuerza para el siglo XXI. “Descentralizar el sistema educativo. No sólo desconcentrar su gobierno. Dar autonomía a las escuelas”. O también “lograr la real vigencia del derecho familiar a la elección escolar, por el respeto al principio de la libertad de enseñanza en la transmisión critica de la cultura, de acuerdo con las visiones que en la sociedad argentina existen del hombre, del mundo y de la vida. En educación todo es mañana”.
Animaba a “pensar y repensar la educación”, a no dejarse llevar por la inercia de lo conseguido en un país que supo ser pionero en la alfabetización de casi toda su población. “¿Qué quiero decir cuando pienso que la Argentina debe ser un país escuelero? Pienso en el sueño de Sarmiento. Él quiso sembrar de escuelas toda la República. Ese era su lema: educar y gobernar. Pero además, Sarmiento decía claramente que eso iba a permitir que la pampa se llenara de chimeneas, porque él veía el país del futuro, fundamentado en las instituciones educativas y en las bibliotecas”.
Había nacido en La Calera, Córdoba, el 18 de mayo de 1928. En su juventud participó en la parroquia Santa Julia, del barrio de Caballito, con algunos amigos entre los que no faltaron quienes luego serían académicos nacionales, como los hermanos García Belsunce, y entre los aspirantes un chico que sería luego obispo de San Isidro, Jorge Casaretto. Hasta su muerte “Pacha” Van Gelderen (así le decían) vivía en un departamento en la avenida Santa Fe y Paraná, siempre rodeado de sus libros y su fecunda tarea intelectual. Casado con Marta Muratorio, con familia en Funes, cerca de Rosario, su fiel compañera de toda la vida, que le sobrevive, tuvo cuatro hijas, nietos y bisnietos. (Jorge Rouillon)