Sábado 27 de abril de 2024

Encuentro de diócesis de fronteras de cuatro países

  • 24 de mayo, 2013
  • Dionisio Cerqueira (Brasil)
Representantes de cuatro diócesis de la Argentina, seis del Brasil, una del Paraguay y tres del Uruguay se congregaron en la localidad de Dionisio Cerqueira, Brasil, para dar vida al 27° Encuentro de Diócesis de Frontera y analizar en este marco la situación actual de los jóvenes y los desafíos que implica su evangelización. Coincidieron en la necesidad de profundizar la pastoral juvenil y trabajar para solucionar las falencias en el plano político, social y cultural. La convocatoria se vio magnificada por la cercanía de la JMJ Río 2013.
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Representantes de cuatro diócesis de la República Argentina, seis del Brasil, una del Paraguay y tres del Uruguay se congregaron en la localidad de Dionisio Cerqueira, en el estado de Santa Catarina, Brasil, para dar vida al 27° Encuentro de Diócesis de Frontera, en el que reflexionaron, de cara a la Jornada Mundial de la Juventud Río 2013, sobre el cuidado y respeto de la vida y los desafíos de evangelizar a los jóvenes.

La participación argentina provino de las diócesis de Concordia, Goya, Gualeguaychú y Posadas; la comitiva brasileña se compuso de sacerdotes y agentes pastorales de Bagé, Chapecó, Porto Alegre, Palmas?Francisco Beltrão, Santo Ângelo y Uruguaiana; por el Paraguay, asistió una delegación de la diócesis de Encarnación, y por el Uruguay, hubo presencia de Melo, Salto y Tacuarembó. Entre los presentes hubo siete obispos.

La cercanía de la JMJ aumentó la convocatoria a esta particular asamblea que se realiza de forma anual. "Han tenido un importante espacio para que todos escucháramos sus voces", contaron los organizadores.

Entre los espacios que tuvieron a los jóvenes como oradores, y a la luz de un pasaje del evangelio según San Marcos, analizaron algunas situaciones que amenazan la vida y el futuro de la juventud. Entre ellas destacaron la violencia como costumbre impuesta, pero también la percepción social del joven como amenaza, para la que la respuesta es el encierro y el castigo.

Otros puntos de preocupación fueron la discriminación racial y social que sufren muchos de ellos; también, la desocupación, el subempleo y la inserción laboral prematura, con abandono de los estudios. Apuntaron además la falta de motivación para desarrollarse, el tráfico de personas con fines de explotación sexual o laboral, las políticas educativas estatales que promueven una antropología disgregada y la iniciación sexual prematura con su consecuente maternidad paternidad precoz.

También llamaron la atención sobre los miedos que se apoderan del corazón de los jóvenes: convertirse en excedente social, morir y quedar desconectados de las nuevas tecnologías de comunicación, sentir desconfianza del otro, incluso de sus pares; tener que aceptar sin más los cambios culturales negativos y sentir el rechazo a la forma en que son propuestos algunos valores cristianos.

La respuesta ante estos interrogantes fue el desafío de buscar un futuro mejor. Recordaron que los jóvenes se hacen signo de esperanza cuando expresan su confianza en la Iglesia.

Frente a los desafíos que nos plantean estas realidades y estos sueños, coincidieron en promover, en el campo público, la educación pública integral y actuar en redes con otras organizaciones que persiguen iguales objetivos.

En el mundo juvenil, acordaron trabajar para erradicar una mentalidad individualista y transmitir ideales movilizadores y trascendentes.

En su misión en la Iglesia, se comprometieron a promover el encuentro con Jesús y enraizar a Dios dentro de la gente, a cambiar las estructuras caducas, a mejorar la coordinación entre las parroquias, a volver a los jóvenes a las iglesias, a reconocer a la juventud como un lugar teológico, que desafía nuestro modo de pensar la pastoral y la Iglesia. También admitieron necesario trabajar más fuerte en la Pastoral Juvenil.

Declaración final
"Hay cosas hechas, pero necesitamos seguir creciendo. Necesitamos atraer al joven que perdió las esperanzas y lograr generar el espacio para que Dios tenga la oportunidad de cambiar su vida. Necesitamos llegar a aquel que no cree, a aquel que aún no sabe en verdad lo hermoso que es formar parte de la Iglesia. Necesitamos saber acompañar al joven que ya está en parroquia para que pueda tener ese encuentro personal con Cristo resucitado, ya que esa es la clave del ser cristiano: "No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una persona que da un nuevo horizonte a la vida, y con ello una orientación decisiva", establecieron al cierre de las jornadas.+