Sábado 20 de abril de 2024

En Jerusalén los cristianos están sedientos de reconciliación

  • 8 de febrero, 2017
  • Jerusalén (Tierra Santa)
Del 21 al 29 de enero los cristianos de Jerusalén se unieron en una oración común, mostrando su deseo de reunirse en torno a Cristo. Cada día de esa semana, una de las iglesias de la Ciudad Santa acogió a los fieles y a los representantes de cada confesión y cada rito. Este año se puso en el corazón de la semana la urgencia de la reconciliación, bajo el lema: "Reconciliémonos: el amor de Cristo nos urge" (2 Cor 5: 14-20).
Doná a AICA.org
Del 21 al 29 de enero los cristianos de Jerusalén se unieron en una oración común, mostrando su deseo de reunirse en torno a Cristo. Cada día de esa semana, una de las iglesias de la Ciudad Santa acogió a los fieles y a los representantes de cada confesión y cada rito.

En Jerusalén, la semana de oración por la unidad de los cristianos comienza tradicionalmente después del 19 de enero, fecha del festival de Navidad de la iglesia armenia, que es sólo unos días después de la semana oficial de oración por la unidad de los cristianos, establecida simbólicamente comenzando el 18 de enero, fiesta de la Cátedra de Pedro en Roma, e incluyendo el 25 de enero, fiesta de la Conversión de San Pablo.

Esta tradición se remonta al siglo pasado cuando, en 1908, el sacerdote anglicano Paul Watson, quiso reunir a los cristianos americanos en torno a la Santa Sede católica de Roma durante un octavario de oración. Hacia los años 30, en Lyon, "el octavario" se convirtió en "la semana", de acuerdo con el deseo del abad Paul Couturier de que la iniciativa fuera accesible a todos los cristianos, no sólo a los católicos.

Este año se puso en el corazón de la semana la urgencia de la reconciliación, bajo el lema: "Reconciliémonos: el amor de Cristo nos urge" (2 Cor 5: 14-20).

Durante el servicio de oración que tuvo lugar en la Iglesia Luterana del Redentor, el nuevo obispo de Jerusalén, Ibrahim Azar fue acompañado por el obispo Munib Younan, presidente de la Federación Mundial Luterana, cuya homilía se basó en el pasaje bíblico de la conversión de San Pablo y llamó a la unidad especialmente aquí, en Jerusalén.

El Patriarcado Latino de Jerusalén señala en una nota que en Jerusalén, una "ciudad de paz", desgarrada por la violencia y las divisiones, esta semana de oración es de importancia capital. La ciudad que fue testigo de la muerte y resurrección de Cristo es un mosaico de diferentes denominaciones cristianas:

"Desde la iglesia del Santo Sepulcro a la Iglesia greco-católica de la Anunciación, la catedral anglicana de San Jorge, la catedral armenia de Santiago, la iglesia luterana del Redentor, la iglesia parroquial Latina de San Salvador, el Cenáculo, la iglesia copta ortodoxa de San Antonio y la iglesia ortodoxa Etíope, los cristianos pudieron vivir momentos de reconciliación. Cada iglesia recibió a los creyentes con su ritual propio, con sus propios cantos tradicionales: un coro de hombres armenios, los himnos latinos de los franciscanos, una soprano luterana, un coro bizantino, canciones árabes, etc."

En el corazón de cada celebración tuvo lugar el intercambio de paz. Otros gestos simbólicos también marcaron las diversas celebraciones: en la catedral anglicana de San Jorge, por ejemplo, la renovación de las promesas del Bautismo y el encendido de las velas, una luz que los fieles recibieron de manos de los obispos presentes.

La oración del padrenuestro, recitada por cada uno en su propia lengua, así como ocho oraciones de petición. De esta manera, unidos en su diversidad, los creyentes expresaron su compromiso con Jesucristo, "nuestra esperanza y nuestra alegría", como proclama la oración universal que se rezó en la iglesia parroquial latina de San Salvador en árabe, italiano, inglés, francés, alemán, español y hebreo. Después de las celebraciones, los fieles fueron invitados a continuar este fraterno compartir alrededor de una copa de amistad, compartiendo pan y vino.

La Semana de Oración terminó con una misa en la iglesia Greco-católica, el domingo 29 de enero. El obispo melkita Joseph-Jules Zerey instó a los fieles a seguir trabajando sin descanso por la unidad: "Que la reconciliación y la unidad entre nosotros formen una fuente de agua vivificante que se convierta en un río de agua dulce que alivie el mundo sediento de fe en el Dios viviente".+