Jueves 25 de abril de 2024

El párroco argentino de Gaza agradece a la embajada argentina

  • 19 de agosto, 2014
  • Gaza (Palestina)
En dos cartas enviadas por el párroco argentino en Gaza, y llegadas a la redacción de AICA, el padre Jorge Hernández, religioso del Instituto del Verbo Encarnado (IVE), agradece a "la gente de la Representación Argentina ante la Autoridad Palestina, a la de la Embajada Argentina en Israel y a la de la Embajada Argentina ante la Santa Sede, por la total disposición para ayudar en lo que nos pudiera hacer falta". Además dice que "no han bombardeado la parroquia, como apareció en algunos medios", y habla de la solidaridad que se aprecia en su justo valor en momentos tan difíciles como en esta guerra. La primera misiva está fechada el 31 de julio, y la segunda el 8 de agosto. Es interesante leer lo que cuenta un testigo presencial del drama de Gaza, sin alardes periodísticos ni consideraciones interesadas o sesgadas. Sólo habla como sacerdote.
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En dos cartas enviadas por el párroco argentino en Gaza, y llegadas a la redacción de AICA, el padre Jorge Hernández, religioso del Instituto del Verbo Encarnado (IVE), agradece a "la gente de la Representación Argentina ante la Autoridad Palestina, a la de la Embajada Argentina en Israel y a la de la Embajada Argentina ante la Santa Sede, por la total disposición para ayudar en lo que nos pudiera hacer falta". Además dice que "no han bombardeado la parroquia, como apareció en algunos medios", y habla de la solidaridad que se aprecia en su justo valor en momentos tan difíciles como en esta guerra.

La primera misiva está fechada el 31 de julio, y la segunda el 8 de agosto. Es interesante leer lo que cuenta un testigo presencial del drama de Gaza, sin alardes periodísticos ni consideraciones interesadas o sesgadas. Solo habla como sacerdote.


Texto de la primera carta
Gritos de desesperación, estruendos de bombas, aviones, ráfagas, procesiones por las calles con los muertos, gente escapando, evacuando la zona, desorientados, sin rumbo fijo? se han convertido en nuestro cotidiano pan de lágrimas.

El agua escasea. Son ya cuatro días sin electricidad, luego de que las turbinas fueran destruidas. Escasea la medicina en los hospitales.

En estos últimos días los enfrentamientos han sido particularmente intensos, por ambas partes, como también ha sido grande el impresionante número de víctimas que a diario debemos lamentar en esta guerra.

Guerra que, a juzgar por las declaraciones de los responsables, no parece tener un final cercano, sino todo lo contrario.

Nosotros estamos bien. No han bombardeado la parroquia, como apareció en algunos medios. Por gracia de Dios seguimos adelante, tranquilos y serenos, haciendo lo que se puede.

Aprovecho este medio, para agradecer personalmente a la gente de la Representación Argentina ante la Autoridad Palestina, de la Embajada Argentina en Israel y de la Embajada Argentina ante la Santa Sede, por la cercanía y la total disposición para cualquier ayuda o servicio que nos pudiera hacer falta. El gobierno argentino está ayudando a la parroquia a través de Caritas Jerusalén. En momentos como estos, estas actitudes son realmente valiosas.

Como también agradezco a las miles de personas que, en todo el mundo, rezan para que se detenga esta espantosa masacre. A todos, y cada uno de ellos, vaya nuestro más sentido agradecimiento, con la esperanza cierta de que nuestro Señor Jesucristo les recompensará según su infinita misericordia, pues es una obra hecha a Él mismo: "lo que hicieres a uno de estos mis pequeños, a MÍ me lo hicisteis".


Texto de la segunda carta
En tiempos de guerra, la solidaridad es una de las virtudes que más relucen entre los afectados. Problemas, diferencias, rencores, se suelen dejar de lado para enfrentar juntos las penosas circunstancias por las que se atraviesa. Pero, si además esta solidaridad es fruto de la auténtica caridad, entonces estamos delante de un irrefutable testimonio de caridad evangélica.

Cuánto más si ésta es de nivel institucional. Es el caso de la actividad caritativa que desarrolla la Iglesia en Gaza.

Distintas personalidades locales nos han hecho llegar sus mil gracias por la presencia, por la asistencia a los más necesitados, y otras cosas.

Ciertamente que el prójimo beneficiado de estas obras de misericordia se siente interpelado delante de tal actitud. La respuesta es simplemente, el "mandamiento nuevo".

Lo entienden escuetamente y no pueden negar el verse edificados.

Estamos, pues, en época de siembra, y de una "gran siembra", entonces hay que sembrar. El Patriarcado Latino de Jerusalén ha puesto al servicio de los necesitados sus instalaciones y organizaciones.

La Escuela de la Sagrada Familia, perteneciente al Patriarcado, se ha transformado en el refugio de más de 900 personas afectadas por la guerra. Personas que llegaron sin nada, que no saben si sus casas están o no, algunos que desconocen el paradero de familiares y otros muchos, lamentando la pérdida de algunos o varios de ellos. Nos ha permitido el buen Dios, cooperar en su obra asistiendo a estas personas.

En la escuela es necesario mantener las instalaciones funcionando, proveer agua, gasoil, alimentos, medicina, tomar decisiones y otros muchos etcéteras, no siempre fáciles.

Pero si además de estas obras corporales, se puede hacer una visita, dar una palabra de consuelo o simplemente escucharlos, entonces la obra toda cobra una dimensión que escapa a lo que podemos mensurar y se transforma en un elocuente pregón de caridad evangélica.

Junto a Caritas hemos podido ayudar mucho gracias a Dios, a diversas escuelas, pero sobre todo en la nuestra. Uno de los grandes problemas en este momento de la guerra es la falta de agua. No hay agua. No es un problema nuevo. El agua en Gaza es salada. Luego de la destrucción de la planta desalinizadora en 2009, el gobierno, las asociaciones y todos en general, luchan por tener agua potable. Cuanto más en estos momentos de altas concentraciones de personas en las escuelas y en pleno verano gazazy.

También en esto nos ayudó Caritas. Pudimos colocar enormes tanques de agua potable para esa gente. Otro tanto hicimos en la parroquia, al punto de abastecer todo el barrio de nuestros surtidores. Todos agradecidos. Caridad. Siembra.

Gracias a Caritas, montamos en nuestra escuela una enfermería ad hoc: un doctor y un farmacéutico para atender a heridos, niños y otros. Otras tantas gracias escuchamos de parte de los pobres beneficiados. ¡Laus Deo!

Las Hermanas de la Madre Teresa no hacen un trabajo menor. Su trabajo firme y silencioso es por demás edificante. Ellas poseen un hogar en el establecimiento de la parroquia. Cuentan con 29 niños discapacitados, 10 abuelas, ni uno cristiano. También realizan visitas de casas y llevan adelante el grupo de oración. Trabajo silencioso y constante.

Servicio al más pobre entre los pobres.

Testimonio de lo que significa vivir según las exigencias del "mandamiento nuevo". Nadie puede callar la elocuencia de la caridad.

Verdaderamente es algo nuevo. Ella se impone por sí misma, se abre paso aún en dificultades dificilísimas. Ella no hace acepción de personas. Ella triunfa siempre. Para nosotros es un "mandato".

Nos conceda el Señor perseverar en el cumplimiento de ese "mandamiento nuevo", para mayor gloria suya y para que su nombre sea conocido entre todos los pueblos. Padre Jorge Hernández IVE.+