Jueves 21 de noviembre de 2024

El Papa: "La oración no es una evasión de las propias tareas"

  • 30 de noviembre, 2022
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
Continuando con su catequesis sobre discernimiento, el pontífice explicó que la consolación es "una especie de confirmación de que estamos haciendo lo que Dios quiere de nosotros".
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“¿Cómo podemos reconocer la auténtica consolación?”, preguntó el papa Francisco al comienzo de la audiencia general de este miércoles 30 de noviembre, celebrada en la Plaza de San Pedro, ante una multitud de personas provenientes de todo el mundo. “Es una pregunta -explicó el pontífice- muy importante para un buen discernimiento, para no ser engañados en la búsqueda de nuestro verdadero bien”.

El Santo Padre continuó con su catequesis sobre el discernimiento, recurriendo a los ejercicios espirituales del fundador de la Compañía de Jesús, San Ignacio de Loyola, que dice que debemos examinar nuestros pensamientos para ver si se inclinan al bien en su principio, medio y final. Si todos se orientan hacia el bien “es un signo del buen ángel”, dijo el Papa; mientras que si nuestros pensamientos e intenciones proponen algo malo, o debilitan o distraen nuestra alma, es señal de que tales pensamientos “proceden del espíritu maligno, enemigo de nuestro provecho y salvación eterna”.

El Papa se preguntó entonces: “¿Qué significa que el principio es orientado al bien?”. “Puede suceder que ese pensamiento surja para evitar un trabajo o un encargo que se me ha encomendado: cada vez que debo lavar los platos o limpiar la casa, ¡tengo un gran deseo de ponerme a rezar! Pero la oración no es una fuga de las propias tareas, al contrario, es una ayuda para realizar ese bien que estamos llamados a realizar, aquí y ahora. Esto respecto al principio”.

Para Francisco, además, “está también el medio, lo que sigue a ese pensamiento, si tiendo a complacerme de mí mismo y a despreciar a los otros, quizá con ánimo resentido y ácido, entonces estos son signos de que el espíritu malo ha usado ese pensamiento como llave de acceso para entrar en mi corazón y transmitirme sus sentimientos”.

Y después está el fin, a través de una pregunta (¿dónde me lleva ese pensamiento?): “Por ejemplo, puede suceder que trabaje duro por una obra hermosa y digna, pero esto me empuja a no rezar más, me encuentro cada vez más agresivo y enfurecido, considero que todo depende de mí, hasta perder la confianza en Dios. Aquí evidentemente está la acción del espíritu malo”.

“El mal -según el papa Francisco- entra a escondidas, sin que la persona se dé cuenta. Y con el tiempo la suavidad se convierte en dureza: ese pensamiento revela cómo es realmente”. 

El Santo Padre invitó a conocernos a nosotros mismos, porque cuanto más lo hacemos, “más nos damos cuenta de dónde entra el mal espíritu, sus “contraseñas”, sus puertas de entrada a nuestro corazón, que son los puntos en los que somos más sensibles, para poner atención para el futuro”.

El examen de conciencia
En este punto, el Papa destacó la importancia del “examen de conciencia cotidiano: es la fatiga valiosa de releer lo vivido bajo un punto de vista particular. Darse cuenta de que lo que sucede es importante, es signo de que la gracia de Dios está trabajando en nosotros, ayudándonos a crecer en libertad y conciencia”.

Y agregó Francisco: “Necesito entender, avanzar en la comprensión de lo que pasa en mi corazón. Y para ello necesitamos el examen de conciencia, para ver lo que ha pasado hoy. 'Hoy me he enfadado allí, no he hecho eso..': pero, por qué? Ir más allá del por qué es buscar la raíz de estos errores”.

Acabando la catequesis de este miércoles, el Papa ha subrayado que “la auténtica consolación es una especie de confirmación del hecho de que estamos realizando lo que Dios quiere de nosotros, que caminamos sobre sus calles, es decir en las calles de la vida, de la alegría, de la paz. El discernimiento, de hecho, no se centra simplemente en el bien o en el máximo bien posible, sino en lo que está bien para mí aquí y ahora: sobre esto estoy llamado a crecer, poniendo límites a otras propuestas, atractivas pero irreales, para no ser engañado en la búsqueda del verdadero bien”.+