Jueves 2 de mayo de 2024

Fiesta de la dedicación del altar y el templo de Nuestra Señora del Buen Consejo

  • 11 de septiembre, 2023
  • Buenos Aires (AICA)
El Card. Mario Poli presidió los ritos solemnes en la parroquia del barrio Vélez Sarsfield, donde se introdujeron en el altar reliquias de santa Florencia y san Felipe Neri.
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En el marco de los festejos por los 90 años, la parroquia Nuestra Señora del Buen Consejo, del barrio Vélez Sarsfield, celebró, el viernes 8 de septiembre, la misa de la Dedicación del templo, que presidió el arzobispo emérito de Buenos Aires, cardenal Mario Aurelio Poli, en la que se introdujeron en el altar reliquias de santa Florencia y san Felipe Neri, que se sumaron a las preexistentes de los primeros mártires cristianos.

La celebración tuvo por lema “90 años caminando hacia Jesús, guiados por la Virgen”.

La Eucaristía fue concelebrada por los sacerdotes Ricardo Morales y José Luis Vendramin MFS y el párroco, presbítero Alejandro Seijo, actuó de maestro de ceremonias.

En su homilía el cardenal Poli desarrolló el significado del altar que es “el símbolo de Cristo mismo, presente en medio de la asamblea de sus fieles” y destacó diversos aspectos sobre “la mesa del Señor”.

El arzobispo emérito señaló que “a él llegan con nosotros también nuestras intenciones, necesidades espirituales y materiales, nuestras enfermedades, las causas que reclaman justicia, las situaciones familiares que dejaron enfriar el amor, los dolores causados por la desocupación laboral y por carecer lo elemental para la vida”. 

“Todos los acontecimientos que nos hacen sufrir, dijo, para ser transformados por la fuerza del misterio que celebramos, porque Jesús desde el sacramente nos promete no temas: “Yo hago nuevas todas las cosas”.

A través de la nunciatura apostólica, el Santo Padre envió un saludo y bendición, recibido con entusiasmo por la feligresía que colmó el templo y siguió con devoción la ceremonia. 

El gobierno de la Ciudad de Buenos Aires estuvo representado por Pilar Bosca, de la Dirección General de Entidades y Cultos. Antes de la bendición final, jóvenes de la Acción Católica y de los Scouts de la comunidad leyeron su compromiso misionero con el Evangelio, guardado en una cápsula del tiempo por diez años. 

La jornada, que se inició con la actuación de la Banda de la Policía Federal, en el atrio, concluyó con un ágape abierto a todos. Las celebraciones conmemorativas iniciaron el sábado 2 de septiembre con una extensa misión en a que los miembros de la comunidad visitaron los hogares de las 74 manzanas del radio parroquial llevando estampas, el historial y servicios, la Palabra del Señor.

Historia de la parroquia
La historia pastoral de la zona nació entre quintas y pocas casas en torno a la que se levantaron carpas para los sacerdotes, en Ramón Falcón y Mozart. En ese marco comenzó la evangelización que avanzó, en 1938, con la erección parroquial bajo la advocación de Nuestra Señora del Buen Consejo, dispuesta por el entonces arzobispo de Buenos Aires, monseñor Santiago Luis Copello.

Era una capilla provisoria y alquilada en la calle Corro, atendida por los religiosos agustinos de El Escorial (España), que a los dos años debieron regresar a su tierra por la Guerra Civil en la que murieron muchos sacerdotes. Pero además de catequesis, bautismo, atención a los enfermos y grados iniciales de la escuela, llegaron a comprar un terreno en la calle Cardoso, en la que hoy se erige el templo.

No fue fácil levantar el edificio, pese al esfuerzo de los Misioneros de la Sagrada Familia, quienes reemplazaron a los españoles: a las tres semanas de hacerse cargo debieron abandonar el lugar en la calle Corro, desalojados, pues había concluido el contrato. 

No obstante, los religiosos lograron instalarse en una casa de tres ambientes de Bacacay 4747, en la que apenas cabían para las celebraciones unos diez bancos y el viejo armonio portátil. En ella, con modificaciones edilicias, permanecieron con su tarea pastoral hasta enero de 1941.

Entonces, a lo largo de ese año, se concluyó la construcción actual de una sola nave con techo abovedado, revestido de madera, que ofrece de frente la figura de Nuestra Señora del Buen Consejo con su Hijo.

Desde 2007 la parroquia es administrada por el arzobispado de Buenos Aires y su actual párroco es el presbítero Alejandro Seijo.

Significado y rito de la dedicación de una iglesia
Todos los ritos de la solemne dedicación de una iglesia tienen por finalidad preparar el altar para disponerlo a ser lugar de sacrificio y mesa del Señor, el lugar donde se celebra la Eucaristía que es el sacramento del sacrificio de Cristo y el alimento del pueblo de Dios.

Todo recinto sagrado católico existe para reunir a los fieles en los actos de culto y la adoración comunitaria de la Santísima Trinidad. Por tratarse de lugares en los que Dios tiene su morada y los sacerdotes renuevan el sacrificio de Cristo en la cruz, la Iglesia dispuso una liturgia solemne de dedicación para agradecer al Señor, "porque en esta casa que nos has permitido edificar y en la que no cesas de favorecer a esta familia tuya que peregrina hacia ti, simbolizas el misterio de tu comunión con nosotros y admirablemente lo realizas".

Por otro lado, y en sintonía con una antigua costumbre ligada íntimamente con la devoción popular, los recintos dedicados al culto suelen estar encomendados específicamente a una advocación de la Santísima Virgen, a un símbolo de la fe o a un santo, que interceden ante Dios para que la labor apostólica del recinto dé frutos abundantes.

La misa de dedicación de una iglesia incluye: 

  1. Ritos iniciales: Se hacen en la forma acostumbrada, pero, en lugar del acto penitencial, el obispo bendice el agua y rocía con ella al pueblo y el nuevo altar.
  2. Liturgia de la Palabra: Puede constar de tres lecturas conforme a las rúbricas. Después de las lecturas, el obispo hace la homilía. Terminada la homilía, se dice el Credo. La oración universal o de los fieles se omite, ya que en su lugar se cantan las letanías de los santos.
  3. Colocación de las reliquias de los santos: Con ella se expresa que todos los que han sido bautizados en la muerte de Cristo, y especialmente los que han derramado su sangre por el Señor, participan de la pasión de Cristo.
  4. Oración de dedicación y unción del altar: La celebración de la eucaristía es el rito máximo y el único necesario para dedicar un altar; no obstante, de acuerdo con la común tradición de la Iglesia se dice también una peculiar oración de dedicación.
  5. Unción, incensación, revestimiento e iluminación: Expresan con signos visibles algo de aquella acción invisible que Dios realiza por medio de la Iglesia cuando ésta celebra los sagrados misterios, en especial la eucaristía.
  6. Unción del altar: En virtud de la unción con el crisma, el altar se convierte en símbolo de Cristo, que es llamado y es, por excelencia, el «Ungido», puesto que el Padre lo ungió con el Espíritu Santo y lo constituyó sumo Sacerdote para que, en el altar de su cuerpo, ofreciera el sacrificio de su vida por la salvación de todos.
  7. Se quema incienso sobre el altar para significar que el sacrificio de Cristo, que se perpetúa allí sacramentalmente, sube hasta Dios como suave aroma y también para expresar que las oraciones de los fieles llegan agradables y propiciatorias hasta el trono de Dios.
  8. El revestimiento del altar indica que el altar cristiano es ara del sacrificio eucarístico y al mismo tiempo la mesa del Señor, alrededor de la cual los sacerdotes y los fieles, en una misma acción pero con funciones diversas, celebran el memorial de la muerte y resurrección de Cristo y comen la Cena del Señor. Por eso el altar, como mesa del banquete sacrificial, se viste y adorna festivamente. Ello significa claramente que es la mesa del Señor, a la cual todos los fieles se acercan alegres para nutrirse con el alimento celestial que es el cuerpo y la sangre de Cristo inmolado.
  9. La iluminación del altar advierte que Cristo es la “luz para alumbrar a las naciones”, con cuya claridad brilla la Iglesia y por ella toda la familia humana. Una vez preparado el altar, el obispo celebra la Eucaristía, que es la parte principal y más antigua del rito.

La celebración eucarística se relaciona íntimamente con él. Con la celebración del sacrificio eucarístico se alcanza y se manifiesta el fin para el cual el altar ha sido construido.+