Declaración de los obispos del Uruguay sobre la eutanasia
- 7 de abril, 2025
- Montevideo (Uruguay) (AICA)
Como cierre de la Asamblea Plenaria, que tuvo lugar en Florida, los obispos uruguayos dieron a conocer un documento titulado "Afrontar con amor el final de la vida".

Los obispos de la Conferencia Episcopal del Uruguay (CEU) reunidos esta primera semana de abril en la ciudad de Florida, entregaron una declaración final en torno al debate y la reflexión pública sobre la eutanasia. Los obispos uruguayos reafirmaron su compromiso con la defensa de la vida en todas sus etapas.
En el documento, los obispos ofrecen serios cuestionamientos frente al proyecto de ley que se discute actualmente en el Parlamento. Señalan que, cambiar el concepto de "muerte natural" para incluir la eutanasia supone alterar el lenguaje para pretender "naturalizar" la eutanasia, hecho que traería unas consecuencias éticas y jurídicas importantes.
Además, aseguran que estos proyectos refuerzan el miedo y el estigma hacia la muerte natural. Advierten sobre una posible contradicción entre la legalización de la eutanasia y las políticas de prevención del suicidio que podrían tener efectos negativos.
La CEU advirtió que basar la dignidad de la persona únicamente sobre su autonomía constituye una visión antropológica reducida y, aseguraron que, esta dignidad fluye del solo hecho de ser persona. Desde su fe de cristianos, afirmaron que toda vida es amada por Dios y, por tanto, es sagrada e irrenunciable.
Defensa de los cuidados paliativos
En su mensaje, los obispos evidencian un claro respaldo a la medicina paliativa, la califican como una respuesta ética y humana ante el sufrimiento en el final de la vida. "Lo propio de ella es cuidar, aliviar y consolar, humanizando el proceso de la muerte de forma profesional, afectuosa y cercana, con el paciente y su familia", aseguran.
Asimismo, indican que la sedación paliativa es una indicación médico científica y éticamente correcta, pero advierten que debe utilizarse bajo control clínico y con el consentimiento informado del paciente o en caso de incapacidad, de un familiar directo. Agregan que, esta práctica no busca anticipar la muerte sino calmar el dolor cuando otros tratamientos no logran controlar el sufrimiento al paciente.
Autonomía, sí, pero con límites
Para los obispos, si bien la autonomía es un valor fundamental en la referencia de la dignidad de la persona, no es lo definitivo y único. "El ser humano -por naturaleza- es libre y se perfecciona en su ejercicio", observan, asegurando que esta puede verse afectada por la misma enfermedad, el dolor o las presiones del entorno.
El pensar en la eutanasia, no solo atañe al paciente, hay otros actores involucrados como los profesionales de la salud y la sociedad en general. Legalizarla, advierten, significaría asumir que algunas vidas puedan perder su valor y abrir la puerta a formas peligrosas de discriminación.
Un firme rechazo a la eutanasia
La CEU también expresó su no rotundo frente a la obstinación terapéutica, es decir prolongar la vida artificialmente sin beneficios reales para el paciente. Así como también, van en contra de la eutanasia activa, que acelera o causa la muerte de un enfermo, califican estas dos categorías como un acto contrario a la ética médica, incluso si es solicitada por el propio enfermo.
"Matar al enfermo no es ético ni siquiera para evitarle el dolor y el sufrimiento, aunque él lo pida expresamente, en cambio, sí lo es la sedación paliativa, aseguran. En respuesta a esto, proponen acompañar a la persona, aliviar su dolor y respetar su proceso natural de morir.
Una mirada espiritual al final de la vida
En su mensaje final, con el que los obispos concluyen su primera asamblea del año, recuerdan la dimensión espiritual del ser humano, en esos momentos de dolor o cercanía a la muerte. Observan que la Iglesia, siempre servidora de la humanidad, está dispuesta a ofrecer una luz de afecto, y aseguran que la fe puede ofrecer sentido, consuelo y esperanza en esos momentos límites.
La Iglesia desea acompañar al ser humano hasta el final de su existencia, con la convicción de que cada vida, incluso en la fragilidad, tiene un valor infinito, afirman y concluyen invocando la protección de Dios sobre los legisladores y sobre toda la sociedad, para que se legisle con base en la dignidad humana y no se renuncie a cuidar a quienes más lo necesitan.
Nuevas autoridades
Desde el 31 de marzo al 4 de abril los obispos estuvieron reunidos en la casa de Retiros Jesús Buen Pastor de Florida. En esta asamblea ordinaria asumieron las nuevas autoridades, elegidas en noviembre del año pasado: monseñor Milton Tróccoli, obispo de Maldonado-Punta del Este-Minas es el nuevo presidente. El cardenal Daniel Sturla, arzobispo de Montevideo y monseñor Heriberto Bodeant, obispo de Canelones, continúan en sus respectivos cargos de vicepresidente y secretario general, ya que fueron reelectos.
La asamblea comenzó con un retiro orientado por monseñor Bodeant, en referencia al Sagrado Corazón de Jesús, considerando la celebración del sesquicentenario de la consagración del Uruguay al Sagrado Corazón celebrada en 1875 por el beato Jacinto Vera.+