Miércoles 4 de diciembre de 2024

Córdoba: La Pastoral Social pide en oración que no falte pan y trabajo

  • 10 de enero, 2024
  • Córdoba (AICA)
Referentes del organismo arquidiocesano recibieron a trabajadores estatales en el atrio de la catedral, donde fueron bendecidos y se rezó por las fuentes de empleo y la paz social.
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El Equipo Arquidiocesano de Pastoral Social recibió a trabajadores estatales de Córdoba tras los despidos y ajustes en el sector dispuestos por el gobernador cordobés Martín Llaryora

“A pocos días de comenzar un nuevo año nos encontramos en la explanada de la catedral de Córdoba para dirigir una plegaria a Dios Padre y para pedir que nos bendiga”, expresa en un comunicado. 

“Atravesamos momentos críticos, muy difíciles en nuestra Patria. ¡Lo sabemos y lo sufrimos!”, afirma el equipo arquidiocesano.

Al especificar el significado del gesto, puntualizó: “Hoy lo imploramos con fuerza y con esperanza: que no nos falte el trabajo, porque necesitamos y queremos trabajar con honestidad y hacer nuestro mejor esfuerzo para vivir dignamente y para forjar una sociedad mejor, una Patria de hermanos”.

Oración

Señor de la historia te necesitamos y te pedimos:

Que no nos falte el pan que alimenta nuestra vida y que diariamente se hace más inalcanzable a causa de la inflación asfixiante que padecemos y que genera miseria, incertidumbre y angustia.

Te pedimos que todos los trabajadores y trabajadoras de nuestra tierra bendita, tengan derecho a vivir dignamente del fruto de sus esfuerzos cotidianos y a desplegar sus potencialidades y talentos para aportar al crecimiento de nuestra Patria.

Que todos los trabajadores tengan la posibilidad de desempeñar y desplegar sus dones con responsabilidad y seriedad: docentes, personal de salud, profesionales, empleados, servidores públicos y cada trabajador.

Te imploramos por los adultos mayores, los jubilados, tantos que no pueden comprar ni sus medicamentos o, si lo hacen, tienen que resignarse a no comer.

Por tantas familias cuyos ingresos son cada vez más insignificantes. Que, como sociedad, sepamos velar y priorizar a nuestros hermanos más sufrientes, pobres y postergados.

Padre del Cielo: ¡Cuánto necesitamos el don de la fraternidad en una sociedad agrietada y enfrentada donde no acabamos de entender que “nadie se salva solo”, donde parece imposible generar proyectos comunes, donde la verdadera brecha se agiganta cada vez más en relación con los últimos, con los que padecen la pobreza y, peor aún, la indigencia!

Padre amoroso: ¡Cuánto bien nos haría dialogar, escucharnos, compartir ideas y prácticas que construyan una fraternidad política, para pensar prioritariamente en quienes más sufren esta crisis y para buscar soluciones honestas y realistas que prescindan del uso clientelar de la necesidad de la gente! Porque el diálogo es el arte del encuentro que supera las dialécticas que buscan el desencuentro y el enfrentamiento.

Señor de la historia: te pedimos por nuestros dirigentes políticos, para que lleven adelante un ejercicio de la responsabilidad que vaya más allá de los propios intereses. Así aparecerá en nuestro horizonte la paz y la amistad social, que también están incluidas en ese pedido sencillo y, a la vez, esencial de “paz, pan, tierra, techo y trabajo”.

Que los dirigentes, en los distintos ámbitos (políticos, sociales, sindicales, empresariales, religiosos, entre otros), podamos ser capaces de levantar la mirada y dirigir y orientar las legítimas diferencias en la búsqueda de soluciones viables para nuestros pueblos, sin jamás claudicar al diálogo, esencial para la búsqueda del bien común.

Jesucristo, Señor de la historia, danos un corazón grande para que todos, dirigentes y ciudadanos, entendamos que en las crisis nos salvamos juntos o nos hundimos todos. Que sepamos priorizar el bien común a los intereses personales, sectoriales y tantas veces mezquinos cuando miramos la realidad desde nuestro lugar -y nada más que desde allí- olvidándonos del hermano.

Danos el don del discernimiento, en este momento dramático de la historia, para saber tomar decisiones sabias, que ponderen el bien común y que sepan y puedan resignar siempre lo secundario y nunca lo esencial.

Que no claudiquemos en el deseo de trabajar en la construcción de la paz social, en el arte del diálogo y en soñar con una Patria más justa. Que no claudiquemos en el sueño y en la lucha porque cada argentino pueda tener pan, paz, tierra techo y trabajo. ¡Porque no debería ser posible morirse de hambre en esta tierra bendita del pan!

Que cada uno de nosotros y que todos seamos artesanos de la paz; que aborreciendo el odio, la mentira y la violencia en todas sus formas, forjemos la justicia social y la paz social siempre. Porque el odio y la violencia en cualquiera de sus manifestaciones nos destruyen.

Padre de la sabiduría:  Danos lucidez para no terminar enfrentándonos, ni dejarnos enfrenar trabajadores contra trabajadores, pobres contra pobres, vecinos contra vecinos, argentinos contra argentinos. ¡Estamos en la misma barca!

Padre misericordioso, que no nos falte la esperanza porque tu amor jamás nos abandona. Bendecí a cada familia que siente angustia, a cada trabajador que siente incertidumbre, a cada desocupado que siente impotencia, a cada padre y madre al que le duele el alma por no poder llevar un plato de comida a sus hijos.

Que el Santo Cura Brochero, Patrono de la Provincia de Córdoba, interceda por nosotros, nos guíe con su ejemplo y que, como él, seamos personas de bien, incansables en la búsqueda del bien y siempre atentos a nuestros hermanos más pobres y sufrientes. Santo Cura Brochero, como lo hiciste en vida, ahora, desde el Cielo, seguí velando para que tengamos trabajo, pan y fe.

Bendición

Oh, Dios, de Quien desciende la plenitud de la bendición,
y hacia Quien sube la oración del que te bendice,
protege con amor a tus servidores,
que confiadamente presentan ante Ti
sus instrumentos de trabajo,
y concédeles que con actividad infatigable
colaboren en el perfeccionamiento de la creación,
ganen su sustento y el de los suyos,
ayuden al progreso de la sociedad humana
y alaben sin cesar la gloria de tu Nombre.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.+