Viernes 19 de abril de 2024

Causas de los Santos: un sacerdote asesinado por los nazis será beato

  • 20 de mayo, 2023
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
El Papa autorizó a promulgar el decreto que reconoce el martirio de un presbítero italiano durante la ocupación alemana y las virtudes heroicas de 8 siervos de Dios.
Doná a AICA.org

La Iglesia tendrá pronto un nuevo beato, el sacerdote de Piacenza Giuseppe Beotti, asesinado por los nazis el 20 de julio de 1944. Durante la audiencia del sábado 20 de mayo con el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, el Papa Francisco autorizó la promulgación del decreto de reconocimiento de su martirio.

También se reconocieron las virtudes heroicas de 8 siervos de Dios, que se conviertieron así en venerables. Se trata de dos sacerdotes: el camerunés Simon Mpeke y el español Pedro de la Virgen del Carmen; dos religiosas: la brasileña Tereza Margarida do Coração de Maria y la italiana Edda Roda; y cuatro laicos: el joven seminarista brasileño Guido Vidal França Schäffer, el catequista italiano Arnaldo Canepa y otras dos italianas, María Cristina Ogier y Lorena D'Alessandro, fallecida esta última de cáncer a temprana edad.

Ayuda para los que huían del nazismo
Giuseppe Beotti nació en 1912, en el seno de una familia de agricultores, y fue ordenado sacerdote diocesano el 2 de abril de 1938. Enseguida se distinguió por su asidua labor caritativa en favor de los necesitados y su compromiso con la educación de los jóvenes. Ofreció su ayuda a todos: partisanos, judíos, soldados, heridos. Durante la ocupación alemana, defendió los derechos de sus feligreses, por lo que fue objeto de un proceso penal que acabó en nulidad.

Acogió y rescató a soldados que huían, a prisioneros que escapaban de las guerras, a perseguidos, entre ellos un centenar de judíos, a los que escondió en casas de campo con la ayuda de sus feligreses. Ante el peligro de las redadas y represalias nazis, no huyó, sino que siguió siendo un punto de referencia en su iglesia de Sidolo, en la provincia de Parma, manteniéndose firme en la oración. Fue detenido y fusilado el 20 de julio de 1944 en Sidolo, junto con otro sacerdote y un seminarista que se habían refugiado con él en la iglesia.  Su asesinato estuvo motivado por el odio de los nazis a los transgresores de su criminal ley antisemita.

El Evangelio en la escuela y entre los enfermos
Formado por los escolapios, primero en la escuela del beato Manuel Segura -mártir de la persecución religiosa en España- y después en la del beato Faustino Oteiza, el padre Pedro de la Virgen del Carmen, sacerdote de la Orden de los Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, vivió en el país ibérico entre 1913 y 1983. Enviado al frente como capellán militar, permaneció allí hasta el final de la guerra civil.

De regreso a Zaragoza, vivió en profunda unión con el Señor, contemplándolo en la Eucaristía, desarrollando una intensa actividad en el colegio, visitando enfermos, confesando e involucrándose en la Conferencia de San Vicente de Paúl.

Punto de referencia para sus alumnos, devoto de la Virgen María, fue un auténtico testigo del Evangelio. Su compromiso con la enseñanza fue recompensado con una condecoración civil por parte del Estado. En su juventud sufrió una úlcera de estómago, que le terminó causando la muerte en los años ochenta.

Testimonio de fe de Camerún
Los lugareños lo llamaban “Baba (Padre) Simon”: viajó por las montañas predicando el evangelio a la gente local de Kirdi. Fascinados por su ejemplo, gracias a él surgió una comunidad cristiana comprometida. Estando cerca de los pobres y enfermos, evangelizaba a través de obras, de la predicación y de la construcción de escuelas. El padre Simon Mpeke vio en Cristo el cumplimiento de esperanzas que también existían en otras denominaciones religiosas: con esta convicción, promovió la lenta transición de los no cristianos al conocimiento de Jesús. Trabajó también por el adelanto de las personas, venciendo muchos prejuicios, como el de que la enfermedad es un castigo divino.

Un punto de referencia en la fe
De Brasil llega el testimonio de la sierva de Dios Tereza Margarida do Coração de Maria, monja de la Orden de las Carmelitas Descalzas, que vivió entre 1915 y 2005.

En el Carmelo ubicado junto al Santuario de Aparecida, fue vice-novicia, maestra y subpriora. Junto con siete hermanas, fundó un monasterio en Três Pontas, donde se convirtió en referente para las hermanas y los fieles, que acudían a ella llamándola Nossa Mãe, en busca de consejo, dirección espiritual y ayuda.

Se comprometió a vivir con su comunidad los decretos del Concilio Vaticano II y se ocupó de la formación bíblica, espiritual y litúrgica de las hermanas. Una enfermedad pulmonar vivida en incansable oración le trajo la muerte.

Apóstol de la Consolación
Otro testimonio de perseverancia en la fe a pesar del sufrimiento es el de la Sierva de Dios Edda Roda, monja del Instituto Capuchino de Madre Rubatto, que vivió en Bérgamo (Italia) de 1940 a 1996. Sufría del “síndrome asténico”, que le provocaba quebrantos físicos y cambios de humor, pero no se cansaba de llevar sonrisas a las familias que visitaba, de organizar encuentros de oración o de acompañar con devoción a las personas en situaciones dolorosas.

Durante una de las misiones populares que dirigió en Italia entre 1980 y 1995, la hermana Edda fue golpeada y violada por tres hombres. La hermana Edda llevó en secreto este dramático evento con ella, pero esto no la detuvo en su trabajo misionero. En su último año de vida le diagnosticaron cáncer de útero avanzado. Soportó sus sufrimientos sin quejarse nunca, sino que los convirtió en ofrecimentos de amor. Como atestiguan sus diarios, la enfermedad se convirtió para ella en una forma de purificación.

Testimonio de Jesús entre los enfermos, los jóvenes y los deportistas
El cuidado de enfermos de sida, la ayuda general, el servicio médico y la labor de evangelización ofrecidos a los pobres y marginados de las favelas de Río de Janeiro caracterizaron los años de juventud de Guido Vidal França Schäffer, un joven médico nacido en 1974 que, en los años noventa, junto con su novia y un sacerdote, puso en marcha el grupo de oración Fogo do Espírito Santo en la parroquia a la que asistía. Más tarde, tras participar en 1997 de un encuentro de familias con motivo de la visita de san Juan Pablo II a Río de Janeiro y, en el año 2000, de un viaje a Europa con motivo de la beatificación de protomártires brasileños, decidió ingresar en el seminario.

Paralelamente a sus estudios, Guido se dedicó con entusiasmo a la evangelización y a la práctica médica. Quienes le conocieron recuerdan su profunda amistad con Jesús, su familiaridad con los textos bíblicos y el entusiasmo con que hablaba del Señor. Por amor a Dios, practicaba el ayuno y la penitencia con sencillez y discreción. Incluso cuando daba clases de surf, su deporte favorito, comenzaba su entrenamiento con la oración. En 2009, mientras estaba en el mar, en la playa Recreio dos Bandeirantes de Río de Janeiro, se golpeó la cabeza con su tabla de surf y murió ahogado.

Servicio diario en el oratorio para los niños de los suburbios
El siervo de Dios Arnaldo Canepa, catequista laico romano, vivió en la capital italiana entre 1882 y 1966. A la edad de 14 años perdió a su padre, se alejó de la práctica de la fe cristiana y se dedicó inicialmente con éxito al mundo del trabajo.

En 1921, tras confesarse en la Iglesia de Santa María Odigitria, inicia una ferviente vida cristiana. Llega a ser terciario de los franciscanos y catequista en la parroquia de Santa Maria degli Angeli, donde se une a la Conferencia de san Vicente de Paúl y a la Congregación Mariana. En el remoto y desfavorecido barrio de Quadraro en Roma, creó un punto de contacto para facilitar el acceso a la catequesis a los niños de la zona. Se dedicó a ellos diariamente y fundó un oratorio, para nutrir espiritualmente a las generaciones jóvenes y brindar apoyo material a los más necesitados.

Inspirándose en los santos Francisco de Asís, Felipe Neri y Don Juan Bosco, Arnaldo fundó en 1943 la "Federación de Oratorios Romanos", más tarde llamada "Centro de Oratorios Romanos" (COR).

Decidió pasar sus últimos años en un espíritu de pobreza y servicio, consolado por la adoración eucarística frecuente y el rezo del Rosario, en una pequeña habitación no equipada de la Clínica Santa Maria della Fiducia.

La alegría de la fe en la enfermedad
La sierva de Dios italiana María Cristina Ogier vivió apenas 19 años, de 1955 a 1974. Nacida en Florencia, Italia, a los cuatro años le fue diagnosticado un tumor en la base del cerebro. Se sometió a una cirugía en Suecia y pudo salvarse, pero aun así tenía una esperanza de vida corta.

Mostró gran fe en la aceptación de la enfermedad, la cual le provocó importantes dificultades motrices. Ella ofreció sus sufrimientos a Dios como expiación por sus pecados. En Lourdes se consagró a María. Contagiada de la alegría que le daba su amistad con el Señor, se dedicó a recaudar fondos para obras de caridad que parecían difíciles de realizar. Ella no quiso ningún regalo para su primera comunión y su confirmación, pero pidió que las ganancias fueran donadas a los más necesitados. Ferviente defensora de la vida, llegó a tener un barco fluvial equipado como un pequeño hospital, que envió al Amazonas y que lleva su nombre.

Un año antes de su muerte, se matriculó en medicina e ingresó en la Tercera Orden de Franciscanos.

Participación en la cruz de Cristo
También de Italia provenía la octava sierva de Dios, a la que se le reconoció el grado heroico de la virtud: Lorena D'Alessandro, la cual vivió en Roma de 1964 a 1981. A los 10 años, le diagnosticaron un tumor en la tibia izquierda. Se sometió a un trasplante de hueso, pero la recurrencia de la enfermedad requirió la amputación de la extremidad. A pesar de su sufrimiento, asistió a la escuela y a la parroquia, trabajó como catequista de primera comunión, hizo trabajo voluntario y, en años marcados por las protestas sociales y el debate sobre el aborto, asumió posiciones contundentes basadas en el espíritu del Evangelio.

Lorena tenía un fuerte sentido de la amistad y la solidaridad. Participando en la renovación espiritual e inspirándose en la espiritualidad de la comunidad de Taizé, fue a Lourdes y, a su regreso, redactó su testamento. Con solo 16 años, se le abrió un tumor en su pulmón izquierdo y se expandió extensamente. Su diario espiritual da testimonio de su fe, devoción eucarística y alegría a pesar de los sufrimientos, que siempre vivió como partícipe de la cruz de Cristo.+