Benedicto XVI: El poder de Dios se manifiesta en la humildad
- 24 de septiembre, 2012
- Castelgandolfo (Italia)
En sus palabras previas al rezo del Ángelus desde el Palacio Apostólico de Castelgandolfo, el Papa Benedicto XVI, recordó este domingo que la actitud central del cristiano debe ser aprender constantemente de la humildad Cristo, "sin ambicionar el poder y la importancia humana, sino poniéndose al servicio de los demás". El Santo Padre subrayó que el poder de Dios "se manifiesta precisamente en la humildad, en dejarle a Él como único Omnipotente". Benedicto XVI indicó que un punto clave de diferencia entre Dios y el hombre es el orgullo, pues "en Dios no existe orgullo, porque Él es total plenitud e inclinado a amar y donar vida; en nosotros los hombres, en cambio, el orgullo está íntimamente radicado y requiere de una constante vigilancia y purificación".
El Santo Padre centró su reflexión en el evangelio de día, que es una continuación del relato del evangelio de Marcos leído en los últimos domingos. El Papa recordó que en esta segunda parte, Jesús hace su último viaje a Jerusalén, el cual será la cumbre de su misión; y allí mismo encontrará la muerte "de manos de los hombres".
El Papa en su reflexión hace ver que "está claro que entre Jesús y los discípulos hay una profunda distancia interior; están, por así decirlo, en dos longitudes de onda diferentes". Los discursos de Jesús no eran entendidos con claridad por los apóstoles, o los asimilaban aún de modo superficial.
El Santo Padre resaltó que "la lógica de Dios es siempre ´otra´ respecto a la nuestra" y recordó a los fieles que el seguimiento del Señor , "exige siempre al hombre una profunda conversión, un cambio en el modo de pensar y de vivir, te obliga a abrir el corazón a la escucha para dejarse iluminar y transformar interiormente".
Benedicto XVI hizo ver que un punto-clave en el que Dios y el hombre se diferencian es el orgullo. Y lo sustentó diciendo: "en Dios no hay orgullo, porque Él es la plenitud y está siempre dispuesto a amar y a dar vida; en nosotros los hombres, sin embargo, el orgullo está profundamente arraigado y requiere una vigilancia constante y una purificación".
"Nosotros, que somos pequeños, aspiramos a vernos grandes, a ser los primeros", advirtió, recordando que Dios no teme de humillarse y ser el último.
Exhortó finalmente a todos los creyentes a invocar a la Virgen María con confianza, ya que ella está "perfectamente sintonizada con Dios", y los ayude así "a seguir fielmente a Jesús en el camino del amor y de la humildad".+