Jueves 28 de marzo de 2024

Avivar el fuego de la caridad en el individualismo de hoy, pidió el Papa

  • 25 de junio, 2022
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
Audiencia del Santo Padre con los participantes al Capítulo General de los Hijos de la Divina Provincia, en el año del 150 aniversario del nacimiento de San Luis Orione.
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Don Orione pidió a Dios "un horno de caridad" para inflamar y renovar "el mundo frío y helado", recordó este sábado el papa Francisco al recibir a los participantes del Capítulo General de los Hijos de la Divina Providencia y a una representación de la familia religiosa fundada por san Luis Orione en el 150º aniversario del nacimiento del santo. 

El pontífice los exhortó a dar testimonio del amor que se respira en la comunidad, como confirmación del anuncio evangélico, y les aconsejó cuidar “la calidad de la vida comunitaria, de las relaciones, de la oración común, esto ya es apostolado, porque es testimonio. Si entre nosotros hay frialdad, o peor, juicios y chismes, ¿qué apostolado queremos hacer?”, dijo Francisco y los exhortó a evitar los chismes. “El parloteo -advirtió- es un gusano, un gusano que corrompe, un gusano que mata la vida de una comunidad, de una orden religiosa. Nada de chismes. Sé que no es fácil pero hay una medicina muy, muy buena: muérdete la lengua. Te hará bien”, dijo el Papa.

Don Orione, gran testigo de la caridad
El Papa dirigió su mirada a Don Orione del cual dijo “su discurso se entrelaza con el fuego de la caridad, esa fuerza que hizo brotar de la semilla del Evangelio una gran planta, que da acogida, cobijo y refrigerio a muchas personas, sobre todo -afirmó el Papa- a los más necesitados y tristes". Un fuego para calentar un mundo indiferente que vive en "un siglo -como escribió don Orione- lleno de escarcha y de muerte en la vida del espíritu".

Y agregó Francisco que “mientras agradecen y celebran, sientan viva la fuerza del carisma, sientan el compromiso que requiere ser seguidores y familiares de un gran testimonio de la caridad de Cristo; el compromiso de hacer presente, con tu vida y tu acción, el fuego de esta caridad en el mundo de hoy, marcado por el individualismo y el consumismo, la eficiencia y la apariencia”.

Recordando el tema del capítulo general, el Papa advirtió luego de una expresión típica del ardor apostólico de don Orione: "Hagamos la señal de la cruz y arrojémonos con confianza al fuego de los nuevos tiempos por el bien de los pueblos".

“Por favor, que el fuego no se quede sólo en su hogar y en sus comunidades, y ni siquiera sólo en sus obras, sino que ustedes lo arrojen al fuego de los nuevos tiempos por el bien de los pueblos”.

El fuego de Jesús, añadió el Papa, “es un fuego de amor, un fuego que enciende el corazón de las personas, un fuego que alumbra, calienta y vivifica”.

Oración y obras
Fuego que se hace caridad, que trabaja para los hombres y para el Señor, y que se alimenta sobre todo de la oración porque "amar a Dios y amar a los hermanos -decía don Orione- son dos llamas de un mismo fuego sagrado".

El fuego se alimenta recibiéndolo de Dios con la vida de oración, la meditación de la Palabra, la gracia de los Sacramentos. Don Orione fue un hombre de acción y contemplación.

Francisco recordó que una comunidad que respira el fuego del amor de Dios “se vuelve también atractiva para nuevas vocaciones” y que los dolores del mundo son la brújula para realizar la misión no con un “espíritu triste” o con un “espíritu cerrado”.

Esto exige mirar el mundo de hoy como apóstoles, es decir, con discernimiento, pero con simpatía, sin miedo, sin prejuicios, con valentía; mirarlo como lo hace Dios, sintiendo las penas, las alegrías, las esperanzas de la humanidad como propias. “Debemos ver las miserias de nuestro mundo como la razón de nuestro apostolado y no como un obstáculo”.

“Nuestro tiempo -dijo Francisco- nos pide que nos abramos a nuevas fronteras, que descubramos nuevas formas de misión”. De ahí la invitación a mirar a María que, yendo a toda prisa hacia Isabel, descubre los planes de Dios: "Me gusta rezarle -concluyó el pontífice- como la Virgen que tiene prisa, no pierde el tiempo: va y va".+