Domingo 3 de noviembre de 2024

Acción Católica: "La desigualdad sigue teniendo rostro de mujer"

  • 9 de marzo, 2020
  • Buenos Aires (AICA)
"Hoy, a pesar de tantos años transcurridos, la desigualdad, la pobreza, siguen teniendo predominantemente rostro de mujer", advirtió la Acción Católica Argentina en un mensaje con motivo del Día Internacional de la Mujer. También pidió "igual oportunidad frente al derecho a nacer y a vivir con dignidad" y le dijo no a la cultura del descarte de los niños y niñas que vienen en camino".
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“Hoy, a pesar de tantos años transcurridos, la desigualdad, la pobreza, siguen teniendo predominantemente rostro de mujer”, advirtió la Acción Católica Argentina en un mensaje con motivo del Día Internacional de la Mujer.



La organización laical consideró “imperioso escuchar y generar cauces, espacios, políticas públicas, que reconozcan un plano de igual dignidad y, por lo tanto, trabajar para superar las tantas barreras que impiden esta realidad”.



“Pedimos igualdad de oportunidades para acceder a la justicia, a la educación, a la salud, a la vivienda y al trabajo. También pedimos igual oportunidad frente al derecho a nacer y a vivir con dignidad, alejando toda amenaza a la vida y previniendo aquellas situaciones que puedan ponerla en peligro, por eso también, en este día, decimos no a la cultura del descarte de los niños y niñas que vienen en camino”, subrayó.



“A María, que asumió desde su libertad dar su ‘sí’ para cambiar la historia, rogamos interceda por las mujeres de la Argentina y el mundo”, concluyó.

 



Texto del mensaje


Desde el presente un poco de historia

El 8 de marzo se conmemora el Día de la Mujer. En 1972, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró a 1975 Año Internacional de la Mujer y en 1977 invitó a los Estados a declarar, conforme a sus tradiciones históricas y costumbres nacionales, el Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional.



Una serie de sucesos a lo largo de varios años, entre fines del siglo XIX y principio del XX, dieron lugar a esta conmemoración, que quiere visibilizar la lucha de las mujeres por la igualdad de derechos, entre los que se destaca el sucedido el 25 de marzo de 1911, donde 123 jóvenes trabajadoras y 23 trabajadores, la mayoría inmigrantes, murieron en el trágico incendio en la fábrica Triangle Shirtwaist, de Nueva York, al no poder salir del edificio, pues habían sido encerradas sin posibilidad de escapar. Este suceso tuvo grandes repercusiones en la legislación laboral de los Estados Unidos, y en las celebraciones posteriores del Día Internacional de la Mujer comenzó a escucharse la referencia a las condiciones laborales que condujeron al desastre.



Desde la historia a nuestro presente

Sin embargo, hoy, a pesar de tantos años transcurridos, la desigualdad, la pobreza, siguen teniendo predominantemente rostro de mujer, bajo la sombra de una cultura machista que persiste como paradigma, a pesar de los signos positivos que han comenzado a despertar en la conciencia de la sociedad. El documento de Aparecida al respecto señaló: “En América Latina y El Caribe es necesario superar la mentalidad machista que ignora la novedad del cristianismo, donde se reconoce y se proclama la igual dignidad y responsabilidad de la mujer con relación al hombre” (DI 5. DA 453). Dignidad de persona humana -creada a imagen de Dios- con las responsabilidades que nacen de esta dignidad, compartida por varones y mujeres en un plano de igualdad, que no niega las características especificas de cada uno, sino que reclama el reconocimiento activo (y no discursivo) del valor y el protagonismo de la mujer en la construcción de la sociedad y de la Iglesia con los mismos derechos, deberes y oportunidades.



En Aparecida lamentábamos “que innumerables mujeres de toda condición no sean valoradas en su dignidad, queden con frecuencia solas y abandonadas, no se les reconozca suficientemente su abnegado sacrificio e incluso heroica generosidad en el cuidado y educación de los hijos, ni en la transmisión de la fe en la familia. Tampoco se valora ni promueve adecuadamente su indiscutible y peculiar participación en la construcción de la vida social más humana y en la edificación de la Iglesia” (DA 453).



En la actualidad el papa Francisco ha denunciado, en varias oportunidades, el tema de la violencia contra las mujeres, la trata de personas como una forma de esclavitud sexual y laboral, alza su voz contra las políticas de esterilización de mujeres indígenas. Condena firmemente la “naturalización” de la violencia que se sostiene sobre “una cultura machista que no asume el rol protagónico de la mujer dentro de nuestras comunidades”. Señala que, “no nos es lícito mirar para otro lado y dejar que tantas mujeres, especialmente adolescentes, sean pisoteadas en su dignidad” y exhorta a luchar contra la “plaga” del feminicidio, invitando con voz clara y firme “a luchar contra esta fuente de sufrimiento pidiendo que se promueva una legislación y una cultura de repudio a toda forma de violencia”.



Del presente hacia el futuro

No hay más tiempo que perder, es imperioso escuchar y generar cauces, espacios, políticas públicas, que reconozcan nuestro plano de igual dignidad y, por lo tanto, trabajar para superar las tantas barreras que impiden esta realidad, sin caer en iguales errores que los que arrastra la cultura del poder del varón sobre la mujer, expresado en gestos, decisiones, apreciaciones cotidianas, y exacerbadas cuando esta cultura se hace maltrato, violencia, cosificación, exclusión, descarte.



El Día de la Mujer nos invita a reflexionar y actuar dejando de lado una mirada parcial. La mujer como persona es mucho más que un aspecto o un tema puntual que, aunque lo incluye, lo supera y lo integra en la totalidad de su ser y de su experiencia humana. Querer acotarlo a una sola faceta o problemática reduce el desafío que tenemos frente a nosotros.



La voz de las mujeres y nuestras luchas

Hoy las mujeres hacemos oír nuestra voz y nuestras luchas. Decimos no a la violencia de género, a la desigualdad en las condiciones de trabajo, a la trata de personas que afecta principalmente a mujeres adultas, jóvenes y niñas. Asumimos que la responsabilidad de la vida y de la familia, que nace siempre de un acto de dos, debe ser valorada y cuidada a la par por mujeres y varones. Nos solidarizamos con las mujeres valientes para las que vivir es todo un desafío y enfrentan con decisión y coraje la adversidad, con las que trabajan contra el maltrato al planeta y el deterioro medioambiental. Estamos junto a quienes se dedican a abrazar la vida desde la concepción hasta la muerte natural y a poner el hombro a las personas que sufren, que son víctimas de las absurdas esclavitudes actuales. Caminamos acompañando a quienes han emigrado de sus patrias, quienes han tenido pérdidas significativas y a todas aquellas que se levantan cada día para hacer del mundo un lugar mejor desde sus trabajos, ocupaciones, estudios, en sus familias y lugares de participación, desde sus convicciones respetuosas y desde sus creencias.



Pedimos igualdad de oportunidades para acceder a la justicia, a la educación, a la salud, a la vivienda y al trabajo. También pedimos igual oportunidad frente al derecho a nacer y a vivir con dignidad, alejando toda amenaza a la vida y previniendo aquellas situaciones que puedan ponerla en peligro, por eso también, en este día, decimos no a la cultura del descarte de los niños y niñas que vienen en camino.



Nuestra mirada de fe

Quienes creemos en Jesús, nacido de mujer (Gálatas 4,4), volvemos nuestra mirada a María, la muchacha valiente de Palestina, que, como mujer creyente, asumió desde su libertad dar su “sí” para cambiar la historia, atravesando los condicionamientos propios de su época, aceptando la adversidad y la contradicción, asumiendo el servicio, el silencio y la palabra. Viviendo en el cotidiano trajín de una casa humilde de familia trabajadora, el misterio grande de Dios presente en la historia. A Ella le pedimos por las mujeres de la Argentina y del mundo.
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