Martes 19 de marzo de 2024

1600 cartas de amor entre Enrique Shaw y Cecilia Bunge

  • 23 de marzo, 2022
  • Buenos Aires (AICA)
En el colegio San Pablo se presentó una selección de cartas del venerable Enrique Shaw y su novia y luego esposa, Cecilia Bunge, que su nieta Sara Critto reunió en un libro, editado por Logos.
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Una selección de 1600 cartas de amor entre el venerable Enrique Shaw, en proceso de beatificación, y Cecilia Bunge, su novia y luego su esposa, fue presentada en un acto realizado el jueves 17 de marzo en el colegio San Pablo (Pacheco de Melo 2300), de la ciudad de Buenos Aires.

Sara Critto Shaw de Eiras, nieta de ese matrimonio, realizó la selección que reunió en el libro“Enrique y Cecilia. Cartas de amor”, de 398 páginas, publicado por la editorial Logos.

Gonzalo Tanoira, presidente de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), de la que Shaw fue fundador, dijo que allí se muestra una cara no tan explorada hasta ahora de quien se destacó como empresario, marino, dirigente católico, padre. Aquí se lo mira como novio y esposo, apuntó.

Lo consideró un ejemplo motivante cuando muchos jóvenes entablan relaciones cortas “y después veremos”, y hasta le tienen miedo al amor y al compromiso.

Señaló que “los que optamos por el matrimonio” deben comunicar que éste nos muestra una cara de Dios, que nos dice que “cada vez que hicieron algo por uno de sus hermanos más pequeños lo hicieron por mí”.

Fernán de Elizalde, administrador de empresas, recordó que como vicepostulador de la causa de canonización, sin ser de la familia, tuvo la suerte de conocer y ser cercano a Cecilia Bunge de Shaw y ponderó que ella haya guardado casi 7.000 cartas de su marido sobre temas diversos, así como libretitas con anotaciones suyas de su vida diaria, y otros escritos.

Manifestó que la conoció de grande, en el año 2000, pero pudo advertir que Enrique y ella habían sido “el uno para el otro”, con cariño y alegría, en una relación de amor conyugal real. “No fue una novelita rosa, esto pasó de verdad”, aseveró.

“Es difícil encontrar ejemplos de un amor tan profundo”, agregó, y subrayó su proyecto conjunto para la santidad, “que no es nada fácil”. Casado, con hijos y nietos, Elizalde se emocionó al final. Dijo que este libro tiene que ser leído por los chicos, por los novios, y enfatizó que “casarse es no pertenecerse más a sí mismo”.

Finalmente, el presbítero Jorge Fraile, sacerdote de la prelatura del Opus Dei, doctor en Medicina y en Teología y capellán del colegio El Buen Ayre, estimó que se ha conservado un tesoro, en cartas que revelan una intimidad de amor, un camino de santidad. Observó que buscar la felicidad del otro cada día ha sido un propósito sostenido en el tiempo, no un sentimiento o una emoción.

A su vez, observó, no es un amor posesivo. Enrique respeta y cuida la libertad de su amada. “Esa “libertad extrema” que tanto buscas no te la restringiré en absoluto –le dice en una carta en octubre de 1941-. Sólo te pido que al fin del día me digas qué has hecho con ella”. Tras dos años de novios, se casaron el 23 de octubre de 1943.

Los dos tenían conciencia de la fuerza de la gracia del sacramento y que con la ayuda de Dios harían lo mejor humanamente posible, expresó el padre Fraile. “Nuestro matrimonio, gracias a Dios, tiene sus cimientos bien firmes en el amor de Dios”, escribió Shaw en junio de 1944.

Y no es un egoísmo al lado de otro egoísmo, apuntó el disertante, sino un amor abierto a los demás. “Todo el tiempo que otra gente emplea en pensar y dudar sobre la conducta del cónyuge, como nosotros, a Dios gracias, no tenemos esos problemas, debemos emplear en procurar hacer bien al prójimo o que otros conozcan al Dios a quien debemos tanto”, escribió Enrique siendo aún novio.

A los seis meses de casados esperaban su primer hijo. Y no pudiendo saberse de antemano en esa época el sexo de la criatura, lo llamaban entre sí con el gracioso nombre de Pancracio. “¡Seis meses de casados! Realmente, como te dije en el telegrama, aún sin Pancracio, estamos más unidos que nunca, espiritual y físicamente. Y contándolo a Pancracio, bueno, ni hablemos”, dice Shaw el 22 de abril de 1944.

El padre Fraile manifestó que al amor hay que cuidarlo, hay que renovarlo; no dejarse estar, recuperar el buen amor. Y estimó que cuando la gente lee poco, y los jóvenes quizá menos, convendrá que el tesoro contenido en este libro esté disponible también en otros formatos, para que llegue a más destinatarios, a los que no leen tanto. Reafirmó este deseo de difusión Tanoira al cerrar el acto; al agradecer a los presentes, los animó a hablar del libro, a salir a comunicar “la belleza del mundo de Dios”.

Al final, subió al escenario quien recopiló el material y dedicó el libro “a mis abuelos, en el centenario de su nacimiento”: Sara Critto Shaw de Eiras, abogada (Pontificia Universidad Católica Argentina-UCA), magister en Derecho y Economía (Universidad de Buenos Aires-UBA) y Máster en Matrimonio y Familia (Universidad de Navarra).

 

Entre otras muchas personas, asistieron varios descendientes del matrimonio Shaw Bunge y dirigentes de ACDE, entre ellos Juan Carlos Sagardoyburu, ex presidente; la presidenta de la Academia Nacional de Educación, Paola Scarinci de Delbosco; la directora de la revista Sembrar Valores, María Amalia Caballero, y Juan Manuel Beati, autor de un tango dedicado al empresario argentino que está en proceso de beatificación.+(Jorge Rouillon)