El histórico suceso tuvo lugar el 14 de abril de 1984 y fue el germen de las futuras Jornadas Mundiales de la Juventud.
Con una misa en la catedral, los fieles honraron a quien fue el segundo arzobispo de esa jurisdicción eclesiástica. Al finalizar hubo una oración en su tumba.
Es en el marco del mensaje de la Conferencia Episcopal del país con motivo de los 40 años de la visita del papa san Juan Pablo II, realizada en 1983.