Viernes 29 de marzo de 2024

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Sólo la verdad nos hará libres

Editorial de monseñor José Vicente Conejero Gallego, obispo de Formosa, para el suplemento diocesano "Peregrinamos", órgano de difusión de la diócesis (Septiembre de 2021)

(Cf. Jn 8,32)

Septiembre es el mes de la primavera, del estudiante y de la juventud; y también es el mes de la BIBLIA, conjunto de los Libros que contienen la Palabra de Dios, revelada por el Espíritu Santo; pero, La Palabra de Dios, por excelencia, es el mismo Jesucristo, el Hijo de Dios, Palabra que se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn 1, 14), verdadero Dios y verdadero hombre.

La Palabra de Dios, según las Sagradas Escrituras, es semejante y se parece a:

  • Una “lámpara encendida” que ilumina los pasos en el camino de la vida (Cf. Sal 118, 105).
  • El agua de lluvia que fecunda la tierra para dar frutos (Cf. Is 55, 10-11)
  • La espada del Espíritu que penetra y discierne hasta lo más profundo de nuestro ser (Cf. Ef 6, 17; Heb 4, 12)

Por todo ello, qué importante es poner en práctica la recomendación del Concilio Vaticano II: la lectura asidua de la Sagrada Escritura, acompañada de la oración, para que se realice el diálogo de Dios con el hombre (DV, 25); pues, para acrecentar y hacer fructificar el principal y mayor don, la caridad, es necesario y un deber de todo fiel escuchar la Palabra de Dios y poner por obra su voluntad con la ayuda de la gracia (LG 42).

Hoy, no son pocas las ideologías engañosas que se presentan como derechos humanos, se introducen en el pensamiento e ideario de los partidos y programas políticos; pero, que en realidad no son, sino doctrinas llamativas y extrañas que confunden y extravían a los ciudadanos (Cf. Heb 13, 9); de ahí, la necesidad que tenemos todos de estar bien despiertos y atentos, y no tomar como modelo este mundo. Por el contrario, renovarnos y discernir la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo que agrada, lo perfecto (Rom 12, 2).

En algunos carteles de candidatos a diputados, quienes tienen la noble tarea de legislar, fundándose siempre en la verdad y para el bien común, aparecen signos que representan a estas nefastas y engañosas ideologías que, lamentablemente, se convierten, posteriormente, en leyes y normas para la sociedad; entre ellas la Ideología de género. Hay quienes se ufanan y consideran logros y derechos humanos haber alcanzado sancionar leyes contra la vida, la identidad personal y familiar… ¡Pobres! ¡Qué atrevimiento rebelarse y oponerse a la ley natural, a la razón, a la verdadera ciencia… en una palabra, a los designios de Dios! El ansia de poder y de mando llega a tolerar y hacer permisibles estas ideologías, hasta el extremo de justificarlas.

Qué necesidad, por tanto, tenemos de buscar siempre la verdad y el bien, con recta conciencia, para apartarnos del ciego capricho y someternos a las normas objetivas de la moralidad (Cf. GS 16). Es muy conveniente recordar, especialmente en tiempo de ejercicio de elecciones, la gran atención que hay que prestar a la educación cívica y política, particularmente necesaria para el pueblo, y sobre todo para la juventud, a fin de que todos los ciudadanos puedan cumplir su misión en la vida de la comunidad política (GS 75). Así, como también recordar que la Iglesia, que por razón de su misión y de su competencia no se confunde en modo alguno con la comunidad política ni está ligada a sistema político alguno, es a la vez signo y salvaguarda del carácter trascendente de la persona humana (ibid.., 76).

¡BIENVENIDA Y FELIZ NUEVA PRIMAVERA PARA TODOS!

Monseñor José Vicente Conejero Gallego, obispo de Formosa