Viernes 26 de abril de 2024

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"Mis ojos han visto a tu Salvador" Lc 2,30

Mensaje de monseñor Santiago Olivera, obispo castrense, con motivo de la Jornada de Oración por la Vida Consagrada (8 de septiembre de 2020 - Natividad de la Virgen María)

Queridos consagrados y consagradas:

Con motivo de esta Jornada de Oración, especialmente por ustedes, me acerco por este medio para renovar mi gratitud por sus vidas que expresan fidelidad a la respuesta generosa al Señor, por quien vale dejar todo, que los llamó a “ser solos de Él”.

Ustedes que lo vieron como el “tesoro que vale más que todas las riquezas del mundo”[1], se animaron con la valentía de los creyentes a dejar sus seguridades- capaz que los propios proyectos- y acoger, al estilo de la Virgen María, el proyecto de Dios para sus vidas.

En nuestra Iglesia Particular, cuento con muchos de ustedes, pero también la labor pastoral me ha permitido el contacto con muchos más, y constato -desde la juventud de quienes inician sus años de consagrados hasta quienes llevan muchos años en fidelidad al don recibido- la alegría de saberse llamados por el buen Dios. Expresan aquella afirmación del Papa Francisco “acoger el don del Señor con los brazos abiertos, como hizo Simeón”[2]. Y lo viven con la certeza de saber que ese don es para decir, cada día: “Todo es don, todo es gracia”[3].

Me sumo a lo afirmado por mis hermanos de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada: “La fiesta de la Natividad de María congrega a la Iglesia en Argentina para celebrar la Vida Consagrada. El Magnificat de María -consagrada por la Palabra- nos ayude a asumir agradecidos nuestra historia; su fiat - hágase nos llene de esperanza para abrazar lo que nos depara el futuro; Ella, fiel a la providencia de Dios, sople al oído del corazón de quienes deseamos servir «hoy» el vino nuevo del Evangelio, su secreto más atesorado: «Hagan lo que Jesús les diga». Ella, finalmente, regale de parte de Dios, a todos los consagrados y consagradas, el don de la fidelidad y la alegría de la perseverancia”.

Pido al Señor, que les conserve el don de la alegría que, sin dudas, va unido al don de la fidelidad, y renuevo mi acción de gracias por sus vidas que edifican y dan esperanza, especialmente, en este tiempo particular que estamos atravesando.

Les dejo mi paternal bendición en el Señor Jesús y su Madre y Madre nuestra, a quien saludamos en día de su Natalicio.

Mons. Santiago Olivera, obispo Castrense

Notas
[1] Homilía del Papa Francisco en la Misa por la Vida Consagrada. 1- 2- 2020
[2] Idem.
[3] Idem