Miércoles 26 de junio de 2024

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Corpus Christi 2024

Homilía de monseñor Carlos Alberto Sánchez, arzobispo de Tucumán, en la solemnidad del Corpus Chrisi (1 de junio de 2024)

VIVA JESÚS EUCARISTÍA.
VIVA JESUS MUERTO Y RESUCITADO.
VIVA JESÚS EUCARISTIA, ALIMENTO DE LOS MISIONEROS DEL REINO.

Queridos hermanos: celebramos con profunda alegría esta Fiesta del Corpus Christi, el Misterio Jesús presente en la Eucaristía, de su Cuerpo y Sangre:

  • Cuerpo y Sangre de Cristo entregado por nosotros, los hombres, para nuestra redención.
  • Cuerpo y la Sangre de Cristo que sella una nueva y definitiva Alianza del Amor de Dios para con nosotros, su Pueblo, por la sangre de Jesús.
  • Cuerpo y Sangre de Cristo, que se hace Comunión fraterna y eclesial para la Misión de acrecentar el Reino de Dios, hasta el banquete definitivo...

La Palabra de Dios que hemos escuchado ilumina esta celebración y también nuestra vida cotidiana.

Dios ha sellado una Alianza con su Pueblo en el Antiguo Testamento. Se ha mostrado grande y misericordioso, liberándolos de la esclavitud de Egipto, ofreciendo en sacrificio el cordero pascual.

Ya en el Sinaí, el pueblo dijo a Moisés: "estamos decididos a poner en práctica todas las palabras que ha dicho el Señor" (Ex.24, 3).

Ellos ofrecieron sacrificios de comunión y lo expresaron con esta firme decisión de obediencia a la voluntad de Dios, sellando la Alianza con la sangre de terneros, rociada sobre el Pueblo y derramada en el altar.

Esta Alianza, nos decía la segunda lectura de la Carta a los Hebreos, es sólo un anticipo e imagen de la Nueva y Definitiva Alianza que Dios hace con la humanidad por la obediencia de su Hijo en la Cruz, derramando su sangre para nuestra redención y hacernos herederos de la vida eterna.

Es Jesús mismo, en la Última Cena, quien toma el pan y el vino y dice a sus discípulos "Tomen, esto es mi Cuerpo... Esta es mi sangre, la sangre de la Alianza que se derrama por muchos..."(Mc.14,22ss)

Dios hace Alianza con nosotros, nos ama, se hace cercano a todos, nos perdona, nos dignifica y nos lo demuestra en su Hijo Jesucristo que comparte nuestra humanidad y él mismo se parte, se reparte, se entrega para ofrecerse en Comunión, porque Él quiere estar dentro nuestro para prolongar su amor a través nuestro. Siendo Él mismo "Alimento para los Misioneros del Reino"

Como discípulos misioneros el Evangelio de hoy nos ofrece algunas enseñanzas:

Los discípulos preguntan a Jesús: ¿dónde quieres que te preparemos la Comida Pascual?

Hoy también nosotros debemos animarnos a decirle a Jesús: ¿dónde quieres que preparemos tu encuentro con los demás? ¿dónde quieres hacerte presente? ¿dónde quieres expresar tu amor hasta derramar tu sangre? ¿dónde quieres hacerte presente, entrar en comunión? ¿Dónde quieres que llevemos la alegría de tu amor en la Misión?

Y Jesús responde:

  • Vayan: salir, ir a la ciudad, ir a los pueblos, en las realidades de hoy, en las calles de hoy, en las situaciones alegres y difíciles y sufrientes de tantos tucumanos, familias, barrios, comunidades.
  • El signo de hombre con el cántaro de agua: El agua de la vida nueva por el bautismo, de la preciosa dignidad de los hijos de Dios. Agua que purifica, dignifica, fortalece y se ofrece a los sedientos... el que beba del agua que yo le daré nunca más volverá a tener sed.
  • Cuanta sed y hambre de la comida diaria en tantas familias, del pan de una educación integral, de un trabajo digno, de la seguridad y la justicia, de la dignidad y la paz, del consuelo, en síntesis, hambre de fraternidad.
  • Preparen en la sala grande lo necesario.
    - La sala grande, el corazón grande. Como el corazón del Señor, grande. donde todos puedan entrar, sin excluidos, ni marginados y ni descartados. Con el consabido desafío de ofrecer una comunidad abierta, una sociedad que contenga a todos.
    -
    Preparar lo necesario es poner en común lo que somos y tenemos, descubrir cuáles son las necesidades de los demás y cómo socorrerlos, significa, estar atentos, compartir, amar y servir.

Estando todo dispuesto, ya en la mesa, Jesús se ofrece, se entrega, "Tomen, esto es mi Cuerpo... esta es mi Sangre..."

  • En cada Eucaristía que celebramos Jesús vuelve a entregarse, a hacerse don, pan partido y compartido; entregado, sin guardarse nada para sí mismo. Se despoja de todo, para ofrecerse a todos y hacerse presente en nuestras vidas.
  • En cada Eucaristía nos convertirnos en lo que comemos, Él vive en nosotros, nos identifica con Él por la Comunión, somos pan partido al servicio de los demás, presencia redentora y misericordiosa de Jesús para cada hermano.
  • La Comunión es para la Misión, el servicio y la Caridad. (Caritas, Ministros de la Comunión...)
  • En cada Eucaristía compartimos el pan, el Cuerpo del Señor. Adoramos la presencia real del Jesús en el sacramento de su Cuerpo eucarístico y presente vivo y realmente en el hermano, especialmente en el más necesitado: porque tuve hambre, estaba sediento, desnudo, enfermo y preso.
  • En cada Eucaristía recibimos este alimento para ser testigos, anunciadores, constructores y misioneros del Reino de Dios, de un mundo nuevo, que ya empezó aquí en la tierra hasta la plenitud de la gloria. (Pedacito del Reino. sentados a la mesa. )

Mientras tanto vamos caminando juntos, como Iglesia sinodal, cercanos a todos, escuchando sus inquietudes y necesidades, alimentándonos con:

  • El Pan sabroso de la Palabra de Dios que nos guía, ilumina, fortalece, corrige, consuela. Palabra que ha de ser saboreada en el silencio de la oración, que debe ser compartida en el anuncio alegre del Evangelio.
  • El pan de la misericordia recibida del Señor y ofrecida a los demás.
  • El pan de la comunidad, de sabernos Familia, Pueblo de Dios, que nos alentamos en el camino, compartiendo los sufrimientos, las alegrías, la fe, esperanza y caridad.
  • El pan del Cuerpo Eucarístico de Cristo, para ser uno en Él y entre nosotros viviendo el misterio de la Comunión por la fuerza del Espíritu.

Para llevar a todos el pan de la Caridad, el Servicio y la Misión.

Vamos a caminar juntos al finalizar la Misa de hoy y Jesús camina con nosotros. Vamos a llevar a Jesucristo Eucaristía por las calles de la Plaza Independencia, testigo de muchas alegrías y sufrimientos de los tucumanos, para que él toque cada una de esas realidades y las transforme en Redención.

Vamos a caminar juntos, como Iglesia sinodal, reconociendo nuestra común dignidad bautismal, creciendo cada día en corresponsabilidad, desde la diversidad de carismas, servicios y vocaciones, como Misioneros del Reino de Dios.

María camina con nosotros. María, Madre de Jesús y madre nuestra. Es la mujer Eucarística, que nos enseña con su propia vida a recibir a Jesucristo, a encarnarlo en nuestro corazón y entregarlo a los demás en servicio y caridad. ¡Madre de la Merced, camina con nosotros para que seamos misioneros del Reino! Amen.

Mons. Carlos Alberto Sánchez, arzobispo de Tucumán