Nació en Reggio Calabria, en el seno de una familia muy rica. Abrazó la vida monástica como monje basilio, llevó una vida de penitencia en la gruta de Melicuccà. Aquí, los habitantes de los pueblos cercanos, atraidos por su fama de santidad, iban a visitarlo, escucharlo, y a recibir su consuelo y ánimo. Murió con 97 años. Fue sepultado en una tumba que él mismo había excavado en la gruta con sus manos.