Nacido en 1245 en la Marca de Ancona, Italia, este sacerdote de la Orden de los Agustinos Ermitaños, es un modelo de religioso por su espíritu de obediencia, humildad, paciencia y gran caridad para con todos los que lo rodeaban. Permaneció treinta años en el convento de Tolentino dedicado a visitar a los enfermos, consolar a los afligidos y socorrer a los pobres. En una ocasión, hallándose gravemente enfermo, tuvo una visión en la que vio a la Virgen María que le dio de comer unos bocados de pan, con lo que quedó repentinamente sano. Por ello, en memoria de este hecho, en el día de su fiesta se bendicen unos panecillos que llaman de San Nicolás. Murió el 10 de setiembre de 1305 en Tolentino. En 1446 la Iglesia lo proclamó santo.