Son los primeros mártires cristianos canonizados de todo el Extremo Oriente. San Pablo Miki era un jesuita de noble alcurnia y gran predicador, que fue crucificado por orden del emperador del Japón, junto con 26 compañeros en una colina cerca de Nagasaki, el año 1597. Del grupo de mártires, veinte eran japoneses, entre los cuales además de San Pablo Miki, se destacan San Juan Goto y Santiago Kisai, también jesuitas; San Francisco Cayo, soldado; San Francisco de Miako, médico; San León Kasaki, y tres niños de 13 años. Había también seis franciscanos no japoneses: San Pedro Bautista, San Martín de Aguirre, San Francisco Blanco, San Francisco de Miguel, todos españoles; San Felipe de las Casas, mexicano y San Gonzalo García, indio de origen portugués.