Lunes 20 de enero de 2025

Marcha de la Divina Pastora hasta la catedral de Buenos Aires

  • 20 de enero, 2025
  • Buenos Aires (AICA)
Por primera vez, se realizó una peregrinación con una imagen de esta advocación de María venerada en Barquisimeto, Venezuela, hasta la iglesia matriz de Buenos Aires.
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La imagen de la Virgen Divina Pastora, advocación de María muy popular en Venezuela, fue llevada por primera vez en procesión por las calles de Buenos Aires hasta la Catedral, donde presidió una misa el obispo auxiliar de Buenos Aires y vicario de la zona Flores, monseñor Pedro Cannavó.

La llamada "marcha de la esperanza" cubrió más de cinco kilómetros desde la parroquia Nuestra Señora de Caacupé, en avenida Rivadavia al 4800, en el barrio de Caballito, donde a las 9 de la mañana ofició una misa el párroco, presbítero Eusebio Hernández Greco.

Ante un templo lleno de fieles, el párroco animó a quienes están lejos de su tierra a confiar en Aquel que la Divina Pastora lleva en sus brazos, Jesucristo, "nuestro Dios, el Dios de la verdad, de la justicia, de la paz, el Buen Pastor que congrega y cuida a su pueblo".

"Hoy tenemos a la Divina Pastora acá; no podía quedarse en Barquisimeto; ella quería peregrinar en la Iglesia Católica en la ciudad de Buenos Aires, salir a las calles", dijo, en referencia a la imagen, réplica de la original venerada en Barquisimeto, de donde fue traída el 13 de enero de 2023.

En la catedral, monseñor Cannavó exhortó a la "querida familia venezolana que peregrina en la Argentina" a "poner su esperanza en Dios, que acompaña y que sostiene, que está del lado nuestro en las buenas y en las malas".

Subrayó el amor que el pueblo experimenta en la Virgen María, y si bien hay diversidad en éste, ella nos invita a demostrar juntos "lo hermosa que es nuestra fe católica".

En las oraciones de los fieles se invocó a María "Madre del Amor hermoso, escúchanos". Se oró por el Santo Padre, por los obispos y sacerdotes, que sientan siempre la alegría de poder dar las buenas nuevas; por la Argentina, que "nos recibe con los brazos abiertos"; por las familias; por el pueblo venezolano, para que sea cubierto por el manto de la Santísima Virgen.


Al dar el obispo la bendición final se acercaron al borde del presbiterio muchos integrantes de la Cofradía de la Divina Pastora, con su imagen impresa en sus remeras blancas.

Luego un coro siguió entonando canciones alusivas a la Virgen, mientras muchos fieles se acercaban a la imagen, que permaneció colocada un rato, hasta ser llevada nuevamente, en una camioneta a la parroquia de Caacupé. A su pie se habían colocados las banderas de la Argentina, de Venezuela y del estado venezolano de Lara, además de muchas flores.

En la catedral porteña concelebraron con monseñor Cannavó el párroco de Caacupé y el padre Sante Cervellin, sacerdote scalabriniano italiano que vivió más de 30 años en Venezuela, de donde es ciudadano naturalizado. Conoce muy bien el país porque residió en varias ciudades (Caracas, Maracaibo, Mérida, Valencia) y además manejaba una avioneta como piloto para acudir a celebrar misa en poblaciones distantes y dispersas.

Un gran fervor signó toda la marcha, con el rezo del Santo Rosario, vivas a la Divina Pastora e himnos religiosos.  Transeúntes o vecinos, observaban con cierta sorpresa y mirada benevolente el paso de la imagen, preguntando qué era esta devoción que no conocían. En algunos casos aplaudieron o se unieron al rezo de Avemarías.

En dos ocasiones pareció largarse a llover y algunos peregrinos desplegaron sus paraguas, en tanto otros se guarecían en entradas de edificios. Pero fueron apenas unos instantes; la marcha prosiguió sin dificultad por Hipólito Yrigoyen, pasando el Congreso y llegando hasta la Plaza de Mayo hacia las 12.40, tras más de dos horas de caminata.

Entre otros, Vladimir Mármol, analista de sistemas, caminaba junto con su esposa y una decena de familiares. Vino hace un año al país, donde ya estaban desde hace años sus hijos, trabajando y estudiando. Uno de sus hijos trabaja en seguros y estudia economía.

Otro peregrino, Roni Pachano, ingeniero de sistemas, lucía en un brazo un tatuaje de la Virgen de Guadalupe y en otro uno de su perra Gretchen. Participó en las dos misas -ambas numerosas, pero más en la Catedral donde había mucha gente esperando la llegada de la marcha- y en la peregrinación por las calles. Tiene 35 años y forma parte de la Hermandad de Emaús, en la parroquia de Caacupé, donde unos 400 jóvenes venezolanos participan de retiros espirituales, asumiendo un gran compromiso en su organización. Muchos de ellos se reúnen los jueves, después de la misa de las 19, para hacer adoración al Santísimo Sacramento.+ (Jorge Rouillon)