Viernes 19 de abril de 2024

"Educar es transmitir vida, ser maestro es vivir una misión", dijo el Papa

  • 14 de mayo, 2022
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
El Santo Padre recibió este sábado 14 de mayo a más de cuatro mil peregrinos del Instituto de las Maestras Pías Filipenses a los que recordó que "no enseñamos lo que sabemos sino lo que somos".
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“No basta con llenar la cabeza de ideas, esto no es educar; educar es transmitir vida. Ser maestro es vivir una misión. En cambio, si hacemos buenos discursos pero la vida va por otro lado, corremos el riesgo de ser solo actores que hacen un papel, pero no educadores”, dijo el 14 de mayo, el papa Francisco a los más de cuatro mil peregrinos del Instituto Maestras Pías Filipenses con motivo del 350 aniversario del nacimiento de Santa Lucía Filippini, recibidos en el Aula Pablo VI. 

“Este Año Jubilar es un tiempo precioso para que cada uno de ustedes vuelva a las fuentes de donde sacar nuevas energías para el futuro; pero también es una oportunidad para agradecer al Señor y pedirle también que sea cauce de esa misma gracia que Santa Lucía acogió y distribuyó generosamente a tantas personas”.

Dirigiéndose a los Píos Maestros, el Papa recordó su difícil tarea: “Maestro es quien enseña. Sin embargo, un proverbio dice que no enseñamos lo que sabemos, sino lo que somos. A los demás les transmitimos lo que somos por dentro”. 

Luego, Francisco recordó que “Santa Lucía supo enseñar a muchos, sobre todo porque ella misma no dejó de ser discípula de Jesús Maestro y de estar frente a su silla, es decir, la cruz”. 

“A otros -añadió el Papa- les transmitió lo que guardaba en su corazón: no sermones, no teorías, sino contenidos y vida, contenidos de vida. Su misión educativa no fue otra cosa comparada con su experiencia mística”. 

A las Hermanas el Papa Francisco también les dio un consejo ante las dificultades de la vida religiosa, de la falta de vocaciones: “no estamos llamados en primer lugar a ‘poner a Jesús en el centro’, como si fuéramos los protagonistas; estamos llamados en primer lugar a salir del centro, que es el suyo. Vivir la consagración como una llamada al servicio. Esto es lo que permite a Jesús obrar en nosotros como quiere y enseñarnos a superar la resignación y la nostalgia, a leer nuestra compleja época, a emprender con valentía caminos nuevos al ritmo de los tiempos”. Les hará bien recordar la imagen de Santa Lucía con el Crucifijo en la mano: no para nosotros, sino para Él es el centro; y seremos buenos maestros si seguimos siendo discípulos, llamados cada día a servir, con alegría.

Un segundo pensamiento, el Santo Padre lo dirigió a todos los que celebran Santa Lucía Filippini. “Esta mujer tenía un secreto: vivía con una constante confianza en Dios, porque ella decía, 'no puede dejar de ser mi padre'. Me gustaría repetirles estas palabras: No puede dejar de ser mi padre. A menudo, en la vida, nos preocupamos porque tenemos que dejar muchas cosas atrás: algunas seguridades, los años de juventud, un poco de salud, tal vez los seres queridos... Pues bien, si en la vida hay personas y cosas que tarde o temprano tenemos que dejar atrás, hay una presencia que nunca nos abandonará, una certeza fundamental que siempre nos acompañará y que nada ni nadie podrá borrar: Dios no puede dejar de ser mi padre”.

“Todo puede fallarnos, pero no la ternura de Dios. Recordemos siempre esto, especialmente en los tiempos oscuros: Dios nunca nos abandona, porque no puede dejar de ser nuestro Padre”.

Guardemos en nuestro corazón esta buena noticia, que alimenta la confianza. Deseo que puedan anunciarlo a los que conozcan, para reavivar la esperanza en ellos también. Hay tanta necesidad hoy en día; es una misión que nos concierne a cada uno de nosotros.+