Jueves 21 de noviembre de 2024

Padre Opeka, una vez más candidato al Premio Nobel de la Paz

  • 12 de febrero, 2021
  • Buenos Aires (AICA)
El misionero argentino que lucha contra la pobreza en Madagascar, fue propuesto por Eslovenia para el Premio Nobel de la Paz. En 2018 estuvo en el país, el recuerdo de algunos de esos momentos.
Doná a AICA.org

El padre Pedro Pablo Opeka, miembro de la Congregación de la Misión (Padres Vicentinos), es un sacerdote argentino nacido en el partido de San Martín, hijo de emigrantes eslovenos. Hace más de 50 años es misionero en Madagascar y fundó Akamasoa, un ex basural donde hoy viven más de 20 mil personas.

Según el gobierno esloveno, el padre Opeka y la comunidad de Akamasoa son el símbolo de un compromiso concreto y global en la lucha contra la pobreza, la marginación y la injusticia.

Por este motivo, el primer ministro del país de origen de Opeka, Janez Janša, lo propuso para el Premio Nobel de la Paz 2021. "Los esfuerzos humanitarios del misionero y sus colaboradores en Madagascar se han convertido en un proyecto de paz global en la lucha contra la pobreza, la marginación y la injusticia, para que los pobres de todo el mundo puedan llevar una vida digna", fundamentó.

El padre Opeka visitó la Argentina en 2018 y compartió charlas y conferencias en diversas parroquias e instituciones, convocando a un gran número de personas con su discurso sobre pobreza, política y acción. En el seno de su familia aprendió del amor por la fe, por el trabajo, por la verdad, el respeto y la honestidad: "Yo nunca tuve nada, y al mismo tiempo lo tengo todo. Porque cuanto más compartí, cuanto más di, más recibí", manifestó.

Cuando, en 1968, partió en barco a Madagascar, pidió a Dios “que nunca traicione la causa de los pobres, por ellos me hice sacerdote, a ejemplo de Jesús". Su mensaje a los políticos es contundente: "Les pido a quienes dirigen las naciones, que se ocupen realmente, porque fueron elegidos por un programa, para desarrollar y unir a su país y ser garantes de la justicia social", exhortó. "Yo no hago nada, solo mi deber como ser humano, como cristiano y como sacerdote", precisó e invitó a cada uno a hacer lo mismo.

El sacerdote ya había recibido una nominación al Premio Nobel de la Paz y en ese momento manifestó: "Es un premio tan político y yo soy sacerdote, ¡tengo muy pocas chances de recibirlo!". Declaró que si lo recibe en algún momento, lo utilizará para hablar más fuerte en el mundo entero: "Yo no tengo armas, pero Dios me dio una voz. Mi arma es mi voz. ¡A mí la gente de mi pueblo me da el premio noble de la paz todos los años!".

La ciudad de la amistad
La comunidad de Akamasoa que cumplió 30 años en 2019, cuando fue visitada por el papa Francisco, abarca ahora más de 18 aldeas, donde personas y familias que antes no tenían hogar viven en más de 4 mil casas de ladrillo. Ofrece a los niños y jóvenes una educación integral, desde el jardín de infantes hasta la universidad, y en la actualidad unos 13 mil están incluidos en el sistema escolar. 

Allí trabajan unos 500 nativos y otras 4.000 personas lo hacen en las canteras, en las pequeñas granjas y en los diversos talleres y tiendas. Además de Akamasoa, el padre Opeka ha creado varias estructuras educativas en el país, ahora gestionadas por instituciones estatales.+