Jueves 21 de noviembre de 2024

'Vete y no peques más': cuarta meditación de Cantalamessa

  • 22 de febrero, 2024
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
El predicador de la Casa Pontificia dedicó hoy su reflexión de "un minuto" a las palabras que Jesús dirigió a la adúltera, después de que sus acusadores se habían marchado.
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El predicador de la Casa Pontificia, cardenal Raniero Cantalamessa, invitó hoy -en “su minuto” de reflexión, a través de los canales sociales de VaticanNews- a “examinarnos bien”, para encontrar, “junto a los muchos pecados que cometemos”, ese pecado “diferente de los demás”, al que, dijo “estamos secretamente un poco apegados, que confesamos, pero sin una verdadera voluntad de decir '¡basta!'".

En esta semana, en la que el Papa Francisco y sus colaboradores de la Curia Romana están dedicados a los Ejercicios Espirituales de Cuaresma, Vatican News ofrece una reflexión al día, del 19 al 24 de febrero, provista por el predicador de la Casa Pontificia, en sus canales sociales de X, Facebook, Instagram y WhatsApp. 

“Vete y no peques más”
La palabra de Jesús para recibir hoy, dice el cardenal Cantalamessa, "es la que dirigió a la adúltera, después de que sus acusadores se habían marchado: 'Mujer, ¿nadie te ha condenado?' 'Nadie, Señor'. 'Yo tampoco te condeno, y en adelante, no peques más'. 

"San Agustín, en las Confesiones -explica el predicador de la Casa Pontificia- describe su lucha por liberarse del pecado de la sensualidad. Hubo un momento en el que rezaba a Dios diciendo: 'Concédeme castidad y continencia'. Sin embargo, una vocecita añadía: “¡No inmediatamente, Señor!” 

Llegó un momento en que se dijo a sí mismo: '¿Por qué mañana?', ‘mañana’, que en latín se dice ‘cras’. ¿Por qué este cuervo dice cras? ¿Por qué no ahora? Bastó que dijera ese '¡basta!', para sentirse libre. 

¿Qué hay que hacer concretamente? Ponerse por un momento ante la presencia de Dios y decirle: 'Señor, tú conoces bien mi fragilidad. Confiando, pues, únicamente en tu gracia, te digo que, desde ahora, quiero decir basta a esa satisfacción, a esa libertad, a esa amistad, a ese rencor, a ese subterfugio financiero, en resumen, basta a ese pecado que Tú y yo conocemos bien. 

"Vengo a recibir tu perdón sacramental. Podrías también recaer, pero para Dios algo ha cambiado: tu libertad se ha alineado con Él. Ahora son dos luchando contra el mismo enemigo. Verás cuánto más hermoso es vivir libre de la esclavitud del pecado, en paz con Dios y con uno mismo", concluyó.+