San Luis: Fiesta de Santa Rita en la parroquia de Villa Mercedes
- 23 de mayo, 2024
- San Luis (AICA)
Mons. Gabriel Barba presidió la Eucaristía y pidió permanecer siempre en la fe como lo hizo Santa Rita. "Vivió siempre la alegría en el Señor en el medio de una vida verdaderamente difícil", afirmó.
En la fiesta de Santa Rita de Casia, el obispo de San Luis, monseñor Gabriel Barba, presidió la celebración eucarística en la parroquia de Villa Mercedes que tiene por patrona a la santa. La misa fue concelebrada por el párroco, presbítero Alejandro Salinas, y participó un numeroso grupo de fieles de esa comunidad.
En la homilía, monseñor Barba resaltó que es “llamativa la devoción que suscita” la santa, que “atrae y sigue atrayendo a muchos fieles devotos que se acercan a ella, y a través de ella, a Jesús”, señaló.
“Santa Rita vivió siempre la alegría en el Señor en el medio de las tribulaciones, en el medio de una vida verdaderamente difícil, obligada a convivir en un casamiento”, recordó y pidió: “Alegrarnos siempre en Dios y en el Evangelio. La alegría del Evangelio y la alegría de los santos es la alegría de aquel que en su corazón reina la paz, aún en medio de la tribulación”.
“Una tribulación como la de los mártires, donde en esos momentos más difíciles han probado su fe y donde han encontrado la llave de la santidad final. Pero no hace falta tener un acto heroico como el martirio para llegar a la santidad. Muchas veces hay pequeños actos heroicos durante la vida que nadie los ve, que son renuncias, renuncias del corazón, que son silencios y que es paciencia”, agregó.
“Cada uno de estos actos -dijo- movidos por la gracia de Dios, confiando en Dios, recurriendo a la oración en cualquier circunstancia, es lo que nos va a dar la paz de Dios en nuestro corazón, que supera cualquier tipo de paz”.
Monseñor Barba aseguró que “esto no lo predicó Santa Rita, sino que lo vivió en sus turbulencias, en sus noches oscuras, en la violencia familiar y el desprecio matrimonial. Sin embargo, ella ya había renunciado, quiso ser religiosa pero no se le dio porque fue impuesto su matrimonio, que fue una verdadera cruz; le siguió la viudez, la muerte de los hijos y jamás perdió la fe”.
Destacó también que la santidad “es un proceso, no una cosa que se adquiere de una vez y para siempre. Ojalá fuera así. La vida de todos los santos tiene momentos de gracia, de luz, de oscuridad, de pecado. Pero más allá del pecado, la gracia de Dios a la que estamos llamados sigue estando siempre presente. Lo que necesita este llamado de Dios es la respuesta de cada uno”.
Y finalizó: “Pidámosle a Dios, por medio de Santa Rita, que podamos vivir la santidad y la gracia en nuestras familias, en nuestras personas, en el trabajo y en cualquiera de las realidades donde estemos”.+