Jueves 28 de marzo de 2024

Papa: Nos convertimos en depredadores olvidando nuestra vocación de guardianes de la tierra

  • 16 de septiembre, 2020
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
Para salir de la pandemia, dijo Francisco, tenemos que curarnos y curarnos unos a otros.
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“Cuidado de la casa común y actitud contemplativa” fue el tema del que habló el papa Francisco en la audiencia general de este miércoles 16 de septiembre, continuando el ciclo de catequesis sobre el tema: “Sanando el mundo”, audiencia celebrada en el Patio de San Damaso, con la presencia de unas 500 personas.

El pontífice pasó un largo tiempo, saludando, intercambiando bromas, bendiciendo rosarios y otros objetos que los fieles le entregaron, firmando autógrafos. 

“Para salir de una pandemia -dijo el Papa - tenemos que curarnos y curarnos unos a otros. Y hay que apoyar a los que se ocupan de los más débiles, los enfermos y los ancianos” y “este cuidado, también debemos dirigirlo a nuestra casa común: a la tierra y a toda criatura”. 

“Todas las formas de vida están interconectadas, y nuestra salud depende de la de los ecosistemas que Dios creó y que nos ha encomendado cuidar. Abusar de él, en cambio, es un pecado grave que daña y enferma. El mejor antídoto para este uso indebido de nuestra casa común es la contemplación”.

“Nuestra casa común, la creación -reiteró- no es un mero 'recurso'. Las criaturas tienen un valor en sí mismas y “reflejan, cada una a su manera, un rayo de la infinita sabiduría y bondad de Dios”.

“Este valor y este rayo de luz divina hay que descubrirlo y, para descubrirlo, hay que callar, escuchar y contemplar. La contemplación también cura el alma”, indicó Francisco.

Y añadió: “Sin contemplación, es fácil caer en un antropocentrismo desequilibrado y soberbio, que exagera nuestro papel como seres humanos, posicionándonos como gobernantes absolutos de todas las demás criaturas”. 

El Papa señaló que “hay una cosa que no debemos olvidar: quien no sabe contemplar la naturaleza y la creación, no sabe contemplar a las personas en su riqueza. Y quien vive para explotar la naturaleza, termina explotando a las personas y tratándolas como esclavas”. “Ésta es una ley universal: si no sabes contemplar la naturaleza, te será muy difícil poder contemplar al pueblo, la belleza del pueblo, el hermano, la hermana”.

“Por eso, dijo el Santo Padre, es importante recuperar la dimensión contemplativa. Cuando contemplamos, descubrimos en los demás y en la naturaleza algo mucho mayor que su utilidad. Aquí está el meollo del problema. Contemplar la belleza no significa explotar”. 

El Papa explicó que de ese modo “descubrimos el valor intrínseco de las cosas que les confiere Dios. Como han enseñado tantos maestros espirituales, el cielo, la tierra, el mar, cada criatura tiene esta capacidad icónica o mística de devolvernos al Creador y a la comunión con la creación”.

“Los que saben cómo contemplar se dedicarán más fácilmente a cambiar lo que causa la degradación y el daño a la salud. Se comprometerán a educar y promover nuevos hábitos de producción y consumo, para contribuir a un nuevo modelo de crecimiento económico que garantice el respeto a la casa común”.

“Muchas veces nuestra relación con la creación parece ser una relación de enemigos”, “destruir la creación para mi beneficio, explotar la creación para mi beneficio. No olvidemos que pagas caro por esto. No olvidemos ese dicho español: Dios siempre perdona, nosotros perdonamos a veces, la naturaleza nunca perdona”. 

“Hoy -agregó- estaba leyendo en el periódico sobre esos dos grandes glaciares en el Mar Amundsen de la Antártida, que están a punto de caer”. Será terrible, porque el nivel del mar subirá y esto traerá tantas dificultades y tantos daños. ¿Y por qué? Por el calentamiento, por no cuidar el medio ambiente, por no cuidar la vivienda común”. 

“En cambio, señaló, cuando tengamos esta relación fraterna con la creación, nos convertiremos en guardianes de la casa común, guardianes de la vida y la esperanza”.

“Pienso de manera especial en los pueblos indígenas, con quienes todos tenemos una deuda de gratitud. Y también de penitencia, por todo el daño que les hemos hecho. Pero también pienso en los movimientos, asociaciones, grupos populares que se comprometen a proteger su territorio con sus valores naturales y culturales. Estas realidades sociales no siempre son apreciadas, a veces incluso se ven obstaculizadas, porque no producen dinero; pero en realidad contribuyen a una revolución pacífica, la “revolución del cuidado”. 

“Contempla para cuidar el futuro. Sin embargo, no debemos delegar en algunos la tarea de todo ser humano. Cada uno de nosotros puede y debe convertirse en 'guardián de la casa común', capaz de alabar a Dios por sus criaturas, de contemplarlas y protegerlas”.+