Jueves 21 de noviembre de 2024

Mons. Olivera: "No estamos llamados a la tristeza, sino a la alegría de la Pascua"

  • 16 de noviembre, 2022
  • Mar del Plata (Buenos Aires) (AICA)
El obispo castrense presidió la misa por el quinto aniversario del fallecimiento de la tripulación del submarino ARA San Juan. "No nacimos para el sepulcro sino para la vida", aseguró el prelado.
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En conmemoración del quinto aniversario del fallecimiento de los 44 tripulantes del submarino ARA San Juan, el obispo castrense de la Argentina, monseñor Santiago Olivera celebró, el martes 15 de noviembre, una misa en la base naval Mar del Plata, de la Armada Argentina, a la que asistieron el ministro de Defensa de la Nación, Jorge Taiana; el Jefe del Estado Mayor General de la Armada, almirante Julio Horacio Guardia; autoridades de las Fuerzas Armadas, familiares de los fallecidos y diversos invitados.

Concelebraron la Eucaristía los capellanes castrenses, presbítero Luis María Berthoud, presbítero Claudio Munilla, presbítero Luciano Alzueta y el presbítero David Ochoa. También asistió a la celebración el seminarista Luis Villafañe. 

“Estamos reunidos para celebrar esta Eucaristía recordando y pidiendo por el eterno descanso de nuestros hermanos fallecidos en el submarino ARA San Juan", expresó monseñor Olivera en la homilía y subrayó: "En estos cinco años, volvemos a poner nuestra mirada de fe, que ilumina toda realidad humana".

El obispo castrense comparó el texto bíblico leído en la Primera Lectura y dijo que "como los Macabeos ofrecemos este sacrificio porque creemos y esperamos la resurrección de los muertos, como profesamos en el Credo”, al tiempo que reflexionó que “la muerte es desde el pecado original un aguijón de nuestra carne".

Monseñor Olivera explicó que la muerte es "una realidad, lo más seguro que tenemos en la vida. Ya que solo por vivir,  podemos morir", dijo el obisos. Pero advirtió que sin embargo, "la distanciamos, no la elaboramos, no la consideramos como parte de nuestra vida". De ahí que según el obispo castrense, "si la tuviéramos presente y no de modo traumático, sino como el paso a la vida plena que nos ganó Jesús con la suya, cambiarían nuestras acciones, actitudes, opciones, nuestras miradas”, agregó.

Tomando el texto del Evangelio que afirma que "el que cree, aunque muera, vivirá”, monseñor Olivera subrayó que justamente "es la certeza de saber que la muerte no es lo definitivo, que somos peregrinos. Y que la muerte es tan importante como la vida y está pensada en el proyecto de Dios”.

El obispo castrense recordando a los 44 tripulantes del submarino San Juan, se refirió a "los riesgos que implican una vocación y una profesión que preparan para el olvido de sí y la entrega de la vida por el bien de todos". Y pidió a los presentes que "desde este dolor podamos mirar y valorar, cuidar y proteger a los hombres y mujeres de nuestras Fuerzas". 

"Valoramos, sin duda, dijo monseñor Olivera, que más allá de la profesión que se abraza, se capacitan para servir a su pueblo, para servir a la Patria, para defender nuestras fronteras, para defender nuestros mares, nuestras vidas y esto a costa del riesgo de perder la propia", continuó.

El obispo castrense insistió: "¡Qué valoración debemos tener con tantos hombres y mujeres que silenciosamente trabajan día a día por encarnar esta vocación y profesión que los prepara también a morir por un bien mucho mayor! El amor a la Patria, el amor a los hermanos”, exclamó.

"Hoy celebramos la misa por estos 44 hermanos nuestros. Pero celebramos dando gracias también por sus vidas", dijo monseñor Olivera y reconoció: "Somos concientes que la vida de sus familias directas nunca será igual desde aquel 15 de noviembre del 2017 cuando ya no se tuvo noticias del ARA San Juan". "Nunca será igual la vida para los que hemos perdido a un ser querido, porque murió también una parte nuestra con ellos, los recuerdos, los afectos, los diálogos, tantas cosas compartidas”.

Por último el obispo castrense reiteró que “no nacimos para el sepulcro, sino para la vida. No estamos llamados a la tristeza, sino a la alegría de la Pascua. Nuestra fe será una luz en medio de la noche, una antorcha en la oscuridad del mundo, grano de mostaza que va creciendo poco a poco y beneficia a tantos hombres, fuerza e instrumento de todas las victorias frente al mundo”.+