Martes 26 de noviembre de 2024

Mons. Mestre avisó que se retoma el precepto dominical en la diócesis de Mar del Plata

  • 6 de octubre, 2021
  • Mar del Plata (Buenos Aires) (AICA)
El obispo de Mar del Plata resaltó la centralidad de la Eucaristía dominical como "un verdadero kairós, 'tiempo favorable', tiempo de Dios y la comunidad".
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En su homilía de este domingo 3 de octubre, el obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Mestre demostró que “todo tiempo es tiempo favorable” y explicó que “el kairós es tiempo de Dios, tiempo de gracia, tiempo positivo y tiempo de salvación. El kairós es más que durar y transcurrir, es honrar la vida”.

Y aclaró: “Dentro del kairós no faltan ni la prueba ni la dificultad; tampoco está ausente el desconcierto y la incertidumbre; y está también la cruz y el sufrimiento”. En cuanto a esto, mencionó el dolor vivido en la pandemia durante la primera fase del aislamiento. 

En ese sentido, a partir de la actual fase sanitaria, exhortó: “Los invito a transitar como kairós el paso sucesivo a lo presencial en la vivencia, transmisión y compromiso de nuestra fe, a ir retomando con renovado entusiasmo la participación activa en la vida de nuestras comunidades”. 

En tanto, avisó que se retoma el precepto de la misa dominical en la diócesis y presentó tres puntos que “son una invitación a todos, pero de manera particular, a laicos, consagrados y ministros ordenados que tienen la misión de animar la vida de la Iglesia en cada grupo, comunidad, movimiento, espacio o servicio pastoral”. 

Domingo, día del Señor
“La Iglesia en su catequesis nos ha enseñado siempre que el domingo es el Día del Señor, es la Pascua de la semana. En este día celebramos que Jesús ha muerto y resucitado para darnos vida”, comenzó.

En esta invitación a volver a participar de la misa del domingo, el obispo indicó que “todas las actividades y servicios de los discípulos misioneros del Señor parten y tienden a la Eucaristía. Desde el encuentro con el Señor y la comunidad en la misa dominical, se nutre y fortalece la evangelización, la catequesis y la caridad en el servicio a todos los hermanos, especialmente a los más necesitados, pobres, enfermos, débiles y sufrientes”. 

“Más allá del precepto y del mandamiento de la Iglesia, que siempre conservan su valor, debemos transmitir a todos la belleza y la centralidad de la misa de cada domingo”, agregó.

Además, remarcó: “Redescubramos hoy y siempre con gozo que cada misa dominical es un verdadero kairós, 'tiempo favorable', tiempo de Dios y la comunidad; en cada Eucaristía volvemos a empezar". 

Esperanza: virtud de nuestro tiempo
En el segundo punto argumentó: “En el kairós, Dios siempre está presente. Y si Dios está presente, la esperanza es posible”. 

“En medio de la pandemia, que nos ha traspasado y que ha tocado de manera dolorosa los aspectos más sagrados de nuestra vida, los discípulos de Jesús somos animados por el Espíritu a ser profetas de esperanza”, recordó.

Y advirtió: “La celebración de la Eucaristía dominical, como centro de nuestra semana, se transforma también en sacramento de la esperanza en cuanto que somos alimentados por el mismo Señor para vivir en esperanza y ser testigos de esperanza”. 

Esta virtud "nos permitirá gestionar esta segunda etapa de la pandemia: gestionar nuestros miedos e incertidumbres, gestionar nuestras pérdidas y sufrimientos, gestionar nuestros desafíos y nuestro futuro”, concluyó.

Renovación: actitud ante la vida
Como tercer punto, expresó: “La Palabra nos recuerda que Dios hace nuevas todas las cosas. Este es el verdadero fundamento de la renovación en la vida de la Iglesia”. 

Y añadió: “Todo momento de crisis, y la pandemia lo es y lo seguirá siendo, es un ‘tiempo propicio’, un kairós como oportunidad para la renovación de nuestra vida para bien, según lo que Dios nos inspira”. 

Al mismo tiempo, explicó que “la pandemia vino para sacarnos de los pilotos automáticos de la vida eclesial, para abrirnos y desafiarnos a nuevos modos y nuevas formas de instaurar el Reino de Dios”. 

También, resumió la renovación en tres categorías: la conversión, la apertura y la creatividad. 

En cuanto a la primera categoría, invitó a la conversión personal y comunitaria y advirtió que “tenemos que superar el ‘siempre se hizo así’, con las consecuentes nostalgias de las supuestas o reales glorias del pasado, para renovarnos según el Espíritu”

En segundo lugar, “la apertura de nuestros corazones y comunidades para recibir a los hermanos; a los que dejaron de venir por los comprensibles temores de la pandemia, y a los nuevos hermanos que el Espíritu va acercando”, señaló.

En tercer lugar, animó a renovar los formatos de anunciar el evangelio: “La creatividad nos invita buscar los mejores caminos para llegar con el Evangelio a cada persona en su propio contexto. Ante los profundos cambios culturales y epocales nos vemos desafiados a estrujar nuestras mentes y corazones para hacer accesible el misterio de Cristo, que es el mismo ayer, hoy y siempre”. 

Además, en esta ocasión, el obispo concluyó con una reflexión a partir de una palabra: soñar. “Un verbo que nos conecta con la vida y el modelo de obediencia de San José. Este es un “tiempo favorable”, un kairós propicio para soñar con los sueños de Dios para la humanidad. Es tiempo de audacia del Espíritu para concretar nuestros sueños nutriéndonos de Cristo muerto y resucitado en la Eucaristía”.+

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