Mons. Martorell: El Adviento es un tiempo fuerte de gracia y de amor
- 7 de diciembre, 2016
- Puerto Iguazú (Misiones) (AICA)
"El Adviento es un tiempo fuerte de gracia y de amor. Es un tiempo especial para meditar en nuestra fe y en sus consecuencias personales y sociales para la vida y las acciones cotidianas. Cristo nos acompaña con su gracia, dándonos la fortaleza necesaria para vencer", dice el obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, en su reflexión del domingo 4 de diciembre, segundo del tiempo de Adviento.
El prelado misionero comienza comentando al profeta Isaías, quien a través de sus profecías va delineando el perfil del Mesías, "que es el de la paz, que reinará entre las naciones. Bajo este signo reunirá a todos los hombres de la tierra dándonos a comprender que la salvación es universal y para todos: los elegidos y los paganos".
Después cita a San Pablo, quien "retoma este aspecto diciéndonos que Jesucristo ha venido a salvar a todos los hombres, que vino primero para los judíos -pueblo fiel y elegido por Dios- y más tarde para los paganos, manifestando así su inmensa misericordia. Esta misericordia y amor salvador para con todos los hombres es el fundamento de las relaciones pacíficas que deben reinar entre ellos, es decir el amor, la concordia, la paz, la capacidad de dejar de lado las diferencias para unirse en el amor".
"Este -reflexiona monseñor Martorell- es el eje del mensaje mesiánico anunciado por los profetas, es también el centro del mensaje de Cristo, es el camino a recorrer para encontrarse con Cristo al final de los tiempos. Para esta convivencia en la paz será necesario dejar de lado toda discordia, odio, egoísmo, rencor, división, falta de perdón. Este es el deseo y el mandato de Cristo y sin embargo hoy la humanidad -después de tantos años de fe cristiana- vive todavía en los odios, las discordias, las guerras fratricidas, las divisiones entre hermanos".
"El Adviento -advierte el obispo de Puerto Iguazú- nos llama a convertirnos a Cristo, a su Evangelio, a su mandamiento del amor", porque "los frutos del bautismo están ausentes en nuestro mundo y por eso reinan la impudicia, el deshonor, la violencia, la muerte -especialmente de los inocentes-, la destrucción de la familia, el desprecio por la vida de los hermanos, la injusticia, la exclusión de los hermanos de la sociedad, la falta de identidad sexual, toda clase de malicia y mezquindad, la muerte de los inocentes mediante el aborto o el ultraje de los inocentes a través del sexo, de la droga y de toda clase de corrupción".
"Este tiempo de la Espera nos llama a todos a una conversión más profunda; porque el reino de los cielos está más cerca hoy que ayer, porque desde hace siglos se han realizado las promesas mesiánicas y Cristo está entre nosotros, actuando en el mundo con su gracia, en la Eucaristía, en los sacramentos, en sus santos. Pero nosotros continuamos corriendo una carrera que no es la de Cristo; no le hemos dado todavía todo nuestro corazón y nuestra vida".
"El Adviento -concluye monseñor Martorell- es un tiempo fuerte de gracia y de amor. Es un tiempo especial para meditar en nuestra fe y en sus consecuencias personales y sociales para la vida y las acciones cotidianas. Cristo nos acompaña con su gracia, dándonos la fortaleza necesaria para vencer".+