Miércoles 30 de octubre de 2024

Mons. García: 'Dejemos de mirar para otro lado'

  • 26 de junio, 2024
  • San Justo (Buenos Aires) (AICA)
"Tenemos que luchar contra la droga para cuidar la vida de nuestros pibes, de nuestras familias, del futuro de nuestra patria", anima el obispo de San Justo en un artículo del diario Clarín.
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En el Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, que se celebra cada 26 de junio, el obispo de San Justo y asesor global de la Acción Católica, monseñorEduardo García, anima a decir "basta" a este flagelo, "porque no nos acostumbramos a una cultura de muerte".

En el artículo, publicado en el diario Clarín, el prelado lamenta la pérdida de capacidad de asombro y el acostumbramiento: "Nos acostumbramos a que las cosas vayan mal, nos acostumbramos a la inflación, nos acostumbramos a las malas políticas y las políticas corruptas".

Al respecto, sostiene: "Me resisto a acostumbrarme. Me resisto a pensar que no se puede hacer nada cuando realmente se puede; todo es cuestión de no mirar para otro lado y poner las ideas, las manos, el corazón y todo, donde hay que ponerlos. Tenemos que luchar contra la droga para cuidar la vida de nuestros pibes, de nuestras familias, del futuro de nuestra patria".

"Basta de droga: más dignidad, más proyectos, más sensibilidad, más trabajo, más seguridad, más justicia verdadera. Más vida. Y no finjamos demencia. Vivamos coherencia", concluye.

Texto completo
Circula una frase que se está usando mucho: fingimos demencia y seguimos... Me parece que no es una moda, sino que es una experiencia que venimos acuñando ante tantas realidades que nos desbordan y hay que seguir andando. Claro que nos damos cuenta, pero hay que sobrevivir porque la realidad se hace pesada. Esto va develando algo bastante fulero que se nos va metiendo bajo la piel: la pérdida de capacidad de asombro y el acostumbramiento.

Nos acostumbramos a que las cosas vayan mal, nos acostumbramos a la inflación, nos acostumbramos a las malas políticas y las políticas corruptas; total: se renuncia... y aquí no ha pasado nada, que siga el velorio? Todo va dejando una marca, una herida que no queremos o nos cuesta reconocer, pero que nos llega muy hondo y nos modifica la percepción de las cosas.

Me resisto a acostumbrarme. Me resisto a acostumbrarme a ver a los pibes en las esquinas cuando tendrían que estar en el colegio. Me resisto a ver cada noche más gente en la calle durmiendo en las entradas de los negocios o en los cajeros automáticos. Me resisto a ver adolescentes que se juegan la vida en el "choreo express". Me resisto a ver la gente con miedo en la calle porque su vida vale un celular.

Me resisto a ver a los viejos tirados al borde de la ruta sin saber si algún día tuvieron familia.

Me resisto a ver a los jóvenes -de los que siempre decimos que son la esperanza y el futuro- con un futuro a corto plazo marcado por una bala, la cárcel o, lo que es más terrible, habiendo perdido los dientes, la razón y el valor de la propia vida y la ajena a causa del paco o de la pasta base.

Me resisto a pensar que no se puede hacer nada cuando sí realmente se puede; todo es cuestión de no mirar para otro lado y poner las ideas, las manos, el corazón y todo, donde hay que ponerlos.

Nos invaden los culebrones mexicanos o colombianos con las historias de las mafias narcos. Creo que, además de ponernos en pantalla lo que pasa acá -sí, acá, en nuestra Argentina- sin actores ni gastos de producción, se convierten en una fuente para sacar ideas y muestran lo que para algunos es el ideal de una vida donde la aventura se junta con el placer, la muerte, el robo, la traición, la prostitución bien pagada y el crimen. Un libreto que hay que repetir.

Nunca pensé y no me acostumbro a la idea de tener una semana en la que ponemos en alto la "lucha contra la droga" cuando tendríamos que invertir el tiempo en luchar y poner bien arriba "la semana o el día de la esperanza en el desarrollo y realización de nuestros jóvenes, el crecimiento de su vocación y de sus potencialidades".

Las cosas no son como uno quisiera, pero son así. Tenemos que luchar contra la droga para cuidar la vida de nuestros pibes, de nuestras familias, del futuro de nuestra patria. Del futuro desde el presente, porque no nos damos cuenta de que nos van quedando generaciones en el camino y, lamentablemente, se vuelven a repetir con otros rostros y otros nombres los patrones de conducta y vida social de siempre.

Le queremos decir basta a la droga, pero no como un grito desesperado. Le queremos decir "basta a la droga" porque no nos acostumbramos a una cultura de muerte.

Y con este "no a la droga" le queremos decir "no", no solo al polvito venenoso o a la pastilla letal ?porque no llueven del cielo? le queremos decir "no" a tantas complicidades encubiertas que permiten que circule como el aire, a tantas vistas gordas a cambio de una limosna gruesa a fin de mes, a tantas firmas dando de baja a causas que apestan; porque la droga no nos invade así nomás, sin que se sepa, sin que se autorice y sin que se cobre.

Le queremos decir "no" a esa mirada superficial y egoísta que relativiza el tema llevándolo al ámbito de lo individual.

Le queremos decir "no" a que esto no se debata y se pueda sacar también un DNU, porque nos urge impedir que la droga, igual que el hambre, siga matando a nuestra gente. Atrás de las estadísticas y los cálculos hay vidas que se están desangrando y partiendo y no quiero fingir demencia y seguir como si nada pasara.

Decimos "no" pero no como caprichosos, sino con el convencimiento de que hay un "sí" que queremos, necesitamos y se hace imperioso para que esta muerte no avance.

Le decimos que "sí" a las comunidades que se organizan para sacar a los pibes de la calle. Le decimos que "sí" a las fuentes de trabajo para que los narcos no sean una alternativa laboral. Le decimos que "sí" a una educación que dignifique la vida y abra esperanzas para el mañana.

Le decimos que "sí" a los clubes donde los chicos se valoran, aprenden a ser familia y a esforzarse por algo que vale la pena. Le decimos que "sí" al pan llevado con laburo bueno a la mesa de cada casa, porque cuando falta el pan avanza la droga. Le decimos que "sí" a todo lo que hace a la vida buena, digna y donde vale la pena vivir y no solo aguantar o ir tirando.

"Basta de droga": más dignidad, más proyectos, más sensibilidad, más trabajo, más seguridad, más justicia verdadera. Más vida. Y no finjamos demencia. Vivamos coherencia.+