Jueves 18 de abril de 2024

Mons. García Cuerva: Cristo es la luz que nos viene a purificar

  • 16 de marzo, 2021
  • Río Gallegos (Santa Cruz) (AICA)
El obispo de Río Gallegos, monseñor Jorge García Cuerva, presidió la misa del cuarto domingo de Cuaresma en la capilla del obispado. En su homilía, pidió a Jesús que purifique nuestro corazón.
Doná a AICA.org

En el cuarto domingo de Cuaresma, el obispo de Río Gallegos, monseñor Jorge Ignacio García Cuerva, presidió una misa en la capilla del obispado.

En su homilía, recordó que el domingo anterior, Jesús se definía como el “templo de Dios”. Cuando hablaba del templo, hablaba de su propio cuerpo, señaló. Al respecto, comparó: “Nosotros también somos templos del Espíritu Santo, nosotros también somos santuarios, somos templos de Dios”.

“Si el templo es nuestro propio cuerpo, si cada uno de nosotros es templo de Dios, la pregunta que quisiera compartir con ustedes es: En tiempos de pandemia, ¿con qué nos hemos contaminado?”.

Y respondiendo a su pregunta, consideró: “Creo que una de las primeras cosas que nos contaminó fue el miedo, el miedo que nos contaminó el corazón, que nos contaminó la mente, y entonces hubo mucho desconcierto, mucha parálisis, no saber qué hacer, un miedo que se transformaba por momentos en pánico”.

En segundo lugar, señaló: “Creo que también nos hemos contaminado de pesimismo, de mala onda, y por eso también para algunos es tan difícil encontrar un horizonte de esperanza en la situación que estamos viviendo”.

“Creo que nos hemos contaminado de desinformación, de noticias falsas, lo que a veces en los medios periodísticos dicen ‘hemos comprado pescado podrido’, y entonces pusimos en duda la bondad de las vacunas. Hemos comprado noticias que nos generaban pánico, terror, y muchas de ellas, noticias falsas, donde hubo acusaciones encontradas en esta famosa grieta de la que hablamos,  pero donde hubo poco de esperanza, poco de ciencia, poco de los que saben de verdad“.

Por otro lado, consideró que hubo “una contaminación afectiva, porque también se vieron empañados nuestros vínculos, en el aprender a vivir en casa con gente que quizá uno antes compartía menos horas, las tensiones propias de la pandemia que hicieron que también tuviésemos unos vínculos más tensos con compañeros de trabajo y a veces con los docentes que están en el Zoom con nuestros hijos”.

“El papa Francisco dice que también hay una contaminación social. Francisco dice ‘la degradación social’ y entonces une lo que es la contaminación del ambiente, y dice que junto con esa contaminación ambiental, hay una contaminación ligada al ambiente humano: la contaminación de nuestra mente, la contaminación del corazón, la contaminación de nuestra sociedad”.

“Creo que estamos llamados, con estas lecturas, a sanar, a purificar, a limpiar nuestra mente, nuestro corazón, nuestro templo de Dios, de tanta contaminación. Cada uno tendrá que ver qué es lo que más me contaminó en este tiempo, pero si mi cuerpo, mi vida, mi mente, mi corazón es templo de Dios, necesito sanarlo, necesito purificarlo, necesito limpiarlo”. Para ello, aseguró, el mejor purificante es “mirarlo a Jesús en la cruz”. 

Jesús “que tanto nos ama, que conoce todos nuestros contaminantes, conoce todo nuestro corazón, conoce toda nuestra vida, y a pesar de eso, o junto con eso, o por eso, vuelve a entregarse en la cruz, vuelve a entregarse porque nos ama”.

“El Evangelio es el mejor descontaminante, es el mejor remedio que viene a purificar nuestra mente y nuestro corazón, y también nuestros vínculos sociales”.

“A veces estamos contaminados de oscuridad, de pesimismo, creyendo que no tenemos salida. En este tiempo de pandemia creemos que es difícil que podamos salir bien”, y aseguró que “Cristo es la verdadera luz que con sus rayos ilumina nuestra vida, que con su luz viene a purificar, a sanar la contaminación del alma, de la mente, del corazón”.

Finalmente, monseñor García Cuerva pidió “que podamos, por un lado, reconocer qué fue lo que nos contaminó en este tiempo de pandemia en los vínculos sociales, en la mente, en el corazón, y que podamos pedirle a Cristo, luz del mundo, que nos ama con locura que vuelve a entregar la vida por nosotros, que con su rayo llegue a lo más profundo de cada uno de nosotros, que nos limpie, nos ayude a sanarnos, nos ayude a purificarnos”.+