Lunes 16 de septiembre de 2024

Mons. Dus: 'Tu aporte económico es signo de esperanza'

  • 14 de agosto, 2024
  • Resistencia (Chaco) (AICA)
El arzobispo de Resistencia compartió con la comunidad una reflexión con motivo de la colecta para el sostenimiento de la obra evangelizadora de la Iglesia, que se llevará a cabo este fin de semana.
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El arzobispo de Resistencia, monseñor Alfredo Dus, compartió con la comunidad una reflexión con motivo de la colecta para el sostenimiento de la obra evangelizadora de la Iglesia, que se llevará a cabo en todas las parroquias, capillas y centros de la arquidiócesis el fin de semana del 17 y 18 de agosto. En la carta, el prelado destaca cinco puntos concretos:

1. En la Iglesia arquidiocesana de Resistencia vamos creciendo siempre más en la conciencia de lo que somos y de lo que queremos ser: "El pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" (LG 4). Somos el Pueblo de Dios que, consciente de ser una familia de creyentes, camina en comunión y con el dinamismo de la misión. Sabernos Pueblo de Dios nos hace pasar del "yo" al "nosotros", y así sentirnos responsables de la vida común, para ayudarnos en todos los ámbitos: en lo pastoral, en lo social y también en lo económico. Unidos y servidores de nuestros hermanos, podemos presentarnos ante el mundo que nos rodea como cristianos coherentes y fieles. 

2. Unidos por el mismo Bautismo y animados por el Espíritu Santo, caminamos codo a codo junto a nuestros hermanos de comunidad y nos hacemos también conscientes de sus necesidades. Nuestro camino de santidad es entender la vida cotidiana como un don que nos hace sensibles a las situaciones que otros afrontan. Aún en estos momentos difíciles, nos anima la esperanza cristiana que, ante las dificultades, ancla su confianza más allá de la realidad presente. La esperanza dirige nuestra fe hacia la Providencia de Dios -que nunca falla- y, con esa confianza, hace concreto nuestro compartir: sea el tiempo a disposición, nuestras capacidades y también el poco o mucho dinero que podemos ofrendar.

3. Reavivemos la alegría del Evangelio, porque la alegría del Evangelio anima nuestra esperanza, al descubrirnos amados por Dios con ternura y misericordia. Esa alegría nos hace testigos del amor de Dios. Somos discípulos en camino que creen en la gracia de Dios, la que custodia a cada persona en los detalles de su vida. Dios se acerca, consuela y cuida a nuestros hermanos y hermanas a través de nosotros. La caridad es el modo de compartir que siempre resulta recíproco, porque al hacer un bien siempre nos enriquecemos. Al escucharnos y atender a las necesidades de tantos, nos damos un impulso para afrontarlas y superarlas juntos. Cultivar vínculos maduros de diálogo y compromiso para afrontar los desafíos concretos nos hace pasar del "yo" al "nosotros". Es entonces cuando experimentamos que el Evangelio tiene el poder de humanizarnos, porque nos rescata de nuestro individualismo, para construir juntos un proyecto que nos integra y nos dignifica como personas.

4. La colecta de la Obra Evangelizadora reaviva nuestra pertenencia al pueblo de Dios. Unidos como discípulos misioneros, podemos vivir este gesto de solidaridad en nuestras comunidades como una experiencia intensa de comunión. La pertenencia al pueblo fiel de Dios nos fortalece, nos sostiene en nuestras fatigas, nos acompaña en las angustias pastorales y nos protege del riesgo de aislarnos de la realidad o de sentirnos autosuficientes. Nos necesitamos entre todos. Las diversas vocaciones, ministerios y carismas que existen en nuestra Iglesia nos estimulan a vivir una hermosa reciprocidad y circularidad para dar y recibir. Esta reciprocidad y circularidad se refleja en la vida sencilla de nuestras capillas y parroquias. Necesitamos aprender a caminar juntos, con humilde sabiduría, y hacer de la sinodalidad un estilo de vida.

5. El servicio es el arte de poner al otro en el centro, resaltando sus capacidades, lo bueno que lleva dentro, superando heridas o proyectos no logrados. Esta colecta de toda la arquidiócesis es una nueva oportunidad, que nos ayuda a estar cerca de la gente y, como Jesús, hacernos cargo uno de otros. Vivir este compromiso nos une espiritualmente al Papa Francisco, al igual que recordar sus hermosas palabras, que nos deben definir como Iglesia: "Una Iglesia que no se separa de la vida, sino que se hace cargo de las fragilidades y las pobrezas de nuestro tiempo, curando las heridas y sanando los corazones quebrantados con el bálsamo de Dios. No olvidemos el estilo de Dios, que nos ha de ayudar: la cercanía, la compasión y la ternura" (09/10/21).+