Jueves 28 de marzo de 2024

Mons. D'annibale animó a abrir los ojos del corazón

  • 21 de marzo, 2020
  • San Martín (Buenos Aires) (AICA)
Reflexión semanal del obispo de San Martín
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El obispo de San Martín, monseñor Miguel Ángel D’Annibale, compartió con los fieles sus reflexiones sobre el Evangelio del cuarto domingo de Cuaresma.

“Continuando con nuestras reflexiones de Cuaresma, de este tiempo tan lindo y tan importante que nos prepara para la Pascua, vemos y escuchamos el Evangelio de la curación del ciego de nacimiento. Este es el segundo de los Evangelios que va recorriendo el camino bautismal, que nos va a llevar a renovar las promesas bautismales en la noche de la vigilia pascual”, explicó el obispo.

“La semana pasada reflexionamos sobre la samaritana y el tema del agua. Ahora reflexionamos sobre otro tema bautismal tan importante que es la luz. En todo bautismo se le entrega al que acaba de ser bautizado un cirio encendido y se le dice: vos sos luz del mundo”, señaló.

“Este Evangelio nos muestra cómo Jesús va iluminando la vida de este ciego, que va captando cada vez más quién es Jesús, al igual que la samaritana. Primero, porque es curado directamente. Jesús se encuentra con un ciego de nacimiento y le dice: ‘Ve a lavarte a la piscina de Siloé’, se lava y comienza a ver. Ahí comienza un diálogo con los fariseos que cada vez lo van increpando más sobre quién es el que lo curó”, relató.

“El ciego comienza diciendo que es un hombre, hasta terminar reconociéndolo como el Mesías y como el Señor. Hay un proceso de crecimiento de la fe del ciego, que ya ve más por los ojos del corazón, ya ve más quién es Jesús, hasta decirle al final: Sos el Mesías”, detalló el prelado, a la vez que advirtió sobre “un decrecimiento de los fariseos, cada vez más lejos de Jesús”.

El Evangelio de Juan, consideró monseñor D’Annibale, “va mostrando cómo la fe te va acercando cada vez más al misterio del Señor o te va alejando cada vez más de Él, cuando lo comenzás a negar y a no querer ver”.

“Aquí está en juego la visión del corazón, la luz que tenemos que pedir al corazón para poder ver. Porque este ciego ve a Jesús y empieza su proceso en el corazón en el que termina viendo al Dios vivo, y cree en Él”, destacó.

“La fe entonces es un regalo, son los ojos del corazón que ven y comprenden quién es Jesús”, concluyó el obispo. En ese sentido animó a los fieles a reflexionar a partir de algunas preguntas: “¿Cómo están nuestros ojos interiores? ¿Lo ven a Jesús? ¿Son capaces de descubrir y acrecentar cada vez más la vida de Jesús?”.+