Viernes 22 de noviembre de 2024

Maradona: La fe, la humildad y el pecado, en la voz del capellán de la AFA

  • 26 de noviembre, 2020
  • Buenos Aires (AICA)
El "cura de la selección", presbítero Juan José Medina, recordó el vínculo del "Diez" con la fe y reconoció que la capilla de la AFA está abierta gracias al futbolista.
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“Él pisaba el césped y era feliz, volvía a ser un niño”. Así recuerda a Diego Armando Maradona, fallecido el 25 de noviembre a los 60 años, el capellán de la Asociación de Fútbol Argentina (AFA), presbítero Juan José Medina.

El sacerdote, que desempeña el cargo desde 1997, coincidió con Maradona en su etapa como director técnico de la selección (2008-2010), pero lo conoció mucho antes. El padre Medina fue quien ofició el matrimonio del futbolista Nelson Vivas, y en la fiesta de casamiento compartió mesa con el entonces presidente del club Boca Juniors, Antonio Alegre. Ahí comenzó una amistad que le permitió acceder al palco presidencial en los partidos del club, y presenciar la vuelta de Maradona al fútbol argentino en 1995: “Te debés acordar, porque apareció con una franja amarilla en el pelo”, señala el sacerdote.

“Maradona era eso”
Lejos de ser amigo de Maradona, tuvo la oportunidad de compartir diversos momentos con “El Diez”, a quien reconoce como un ídolo en el mundo, e ilustra este fenómeno con una anécdota que le tocó vivir en Europa. Cierta vez, viajando en tren de Holanda hacia Alemania, el cura había olvidado marcar un dato en el boleto. Los guardas comenzaron a sermonearlo en alemán, hasta que vieron que Medina llevaba la camiseta argentina. Automáticamente, se sentaron frente a él, y emocionados pronunciaron “Argentina-Maradona”, lo abrazaron y continuaron su camino. 

En una visita a Nápoles, caminando por la ciudad, reconoce: “A mí me impresionaba, porque no había un lugar donde no hubiera una foto, una imagen, una gigantografía de Maradona. Maradona era eso”.

“La capilla de la AFA está abierta gracias a Maradona”
Mientras Diego era DT de la selección, la capilla del predio de la AFA, en Ezeiza, permanecía abierta sólo mientras el padre Medina estaba allí, un par de días a la semana. A pesar de los intentos del cura para que no lo hiciera, el encargado del lugar la cerraba una vez que el capellán se retiraba a su parroquia. Fue Maradona el que pidió, insistió y se quejó por teléfono al entonces presidente de la AFA, Julio Grondona. Y lo logró. “La capilla de la AFA está abierta gracias a Maradona”, admite el sacerdote.

Diego pasaba siempre por la capilla, que quedaba de camino entre los dos complejos del predio, recuerda el apodado “cura de la selección”, y le rezaba a una imagen de la Virgen de Luján que fue donada por un sacerdote de la basílica y santuario Nacional. “Hay cosas que no puedo contar”, advierte, porque “forman parte de la vida interior de cada uno”.

Sin embargo, comparte otro detalle: En reiteradas oportunidades, Maradona pidió misas especiales para todo el plantel. Eran celebraciones formales, de las que participaba también el presidente de la AFA y su esposa. “No era por cábala, sino por fe, para pedir que el equipo pudiera jugar bien”, aclara. Y el padre Medina tenía la costumbre de dejar en los bancos del templo diferentes estampitas para que, quien quisiera, pudiera llevárselas. Era Diego quien, siempre ubicado en el primer banco, antes de irse tomaba alguna estampita, leía la oración al dorso, y luego le daba un beso y se la llevaba en el bolsillo. También guarda en su memoria el abrazo y el agradecimiento que le daba “el diez”, luego de cada misa.

La figura de Diego, reconoce el padre Medina, era especial. “En el lugar donde estuviera, era imposible que pasara desapercibido”. Y también destaca que fuera a donde fuera, había gente esperándolo, siguiéndolo, “no podía caminar”. 

“Sean como niños”
Pero lo que más le llamó la atención siempre, fue ver la felicidad que transmitía de sólo pisar el césped y encontrarse con la pelota: “Él era feliz en una cancha con una pelota. Maradona podía estar enojado con los periodistas, con la prensa, pero él pisaba el césped y estaba feliz. Yo lo veía en los entrenamientos y él volvía a ser un niño, aun siendo grande era un genio con la pelota”.

“Verlo jugar era emocionante”, sintetiza el cura. “Yo lo vi muchas veces, y sin tener demasiado conocimiento de fútbol, te maravillaba”. Pero también destaca los rasgos de generosidad y solidaridad de Maradona, que hoy llenaron las redes sociales en forma de anécdotas. 

Medina destaca en especial los relatos de los chicos que, cuando eran juveniles, vivían en la pensión de Boca y que él acompañaba pastoralmente: “Ahora son adultos, pero en aquella época, cuando estaban en la pensión, a veces les tocaba ser alcanzapelotas, y hoy compartían los recuerdos de cuando Diego les regalaba cosas, les tiraba una gorra o una camiseta desde el palco”. 

“Gracias a Francisco vuelvo a creer en la Iglesia”
En cuanto al vínculo con el Papa, que llevó a Maradona a declarar, en uno de sus encuentros, que gracias a Francisco había vuelto a creer en la Iglesia, el sacerdote recuerda un gesto de profundo respeto profesado por el exfutbolista: Durante un encuentro en el Vaticano organizado por Scholas Occurrentes, un periodista bromeó con Diego sobre el encuentro del Papa con “Dios”, un apodo con que mucha gente lo bautizó. Como respuesta, comenta el cura, Diego aclaró que Dios y el Papa estaban mucho más arriba, que él era uno más. El sacerdote señala este momento como un gesto de humildad: “Él sabía que lo endiosaban, pero no se la creía”.

Más que tristeza por la muerte en sí misma, afirma el sacerdote, siente una profunda tristeza al pensar en la vida que tuvo, y lamenta especialmente que mucha gente se haya acercado a él y lo haya usado en vez de ayudarlo. “Ahora va a poder descansar en paz, la paz que en su vida nunca tuvo”, considera.

“Hay fiesta en el Cielo”
En su despedida de Boca, en 2001, recuerda el padre Medina, Maradona pronunció una frase que dio la vuelta al mundo: “Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha”. Al respecto, el sacerdote identificó, en la figura de Maradona, la imagen del pecador que se arrepiente, que “reconoce su pecado y se acoge a la misericordia de Dios”, una enseñanza profundamente evangélica en el marco de una muerte que sacudió al mundo entero.+