Jueves 21 de noviembre de 2024

La UCA presentó el informe "Condiciones de vida y desarrollo de la Infancia"

  • 17 de junio, 2022
  • Buenos Aires (AICA)
El estudio del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA evidencia que la seguridad alimentaria en la infancia y adolescencia no está garantizada en el país, entre otros indicadores.
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En el marco de los Seminarios Académicos Agenda para la Equidad 2022, el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (ODSA UCA), presentó el informe de Infancia "Condiciones de vida y desarrollo de la Infancia: Continuidades y rupturas de la salida de la pandemia".

El nuevo informe del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia ofrece un renovado diagnóstico de la situación social de la población de niños, niñas y adolescentes (NNyA) en el período 2010-2021. Los datos presentados tienen en cuenta el contexto de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) y el de Distanciamiento Social Preventivo y Obligatorio (DISPO). A su vez, en esta edición se contó con la participación de miembros expertos de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP). 

La apertura estuvo a cargo del rector de la UCA, doctor Miguel Ángel Schiavone, acompañado por la doctora Ianina Tuñón, coordinadora del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia (ODSA UCA), quien expuso los principales resultados. Además, el acto contó con un panel de invitados integrado por el doctor Rodolfo Pablo Moreno, presidente de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) y la doctora Ángela Gentile, coordinadora del Observatorio de la Sociedad Argentina de Pediatría y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).  

El informe "Condiciones de vida y desarrollo de la Infancia: Continuidades y rupturas de la salida de la pandemia" procura dar cuenta de los avances, retrocesos y estancamientos de un conjunto amplio de indicadores en ocho dimensiones de derechos humanos y sociales de la infancia y adolescencia: derecho a la alimentación, a la salud, a un hábitat digno, derecho a la subsistencia, derechos en los procesos de crianza y socialización, derecho a la información, derecho a la educación y a la protección social contra el trabajo infantil. 

Si bien se hace mucho foco en la evolución de la incidencia del déficit, privaciones, y/o carencias que experimentan las infancias en cada una de las dimensiones, también se advierte sobre las disparidades sociodemográficas, socioeconómicas, y entre regiones urbanas.  

En ese sentido, en cuanto al derecho a la alimentación, el informe evidencia que la seguridad alimentaria en la infancia y adolescencia no está ga­rantizada en el país. El piso de carencias alimentarias se ha elevado de modo significativo a partir del 2018, alcanzando su máximo nivel en 2020, en el marco del ASPO-Covid-19, con un 37,2% de NNyA en situación de riesgo alimentario. La situación post-pandemia en 2021 se retrotrae a los niveles del 2018 y 2019, con un 29,2%. Dentro de la población que ha restringido en cantidad y calidad la ingesta, se reconoce que, en 2021, un 14,9% ha experimentado situaciones de “hambre” por problemas económicos. 

Respecto del derecho a la salud, si bien a lo largo de los últimos 10 años se observan variaciones, es una constante que más de la mitad de la población tiene al sistema estatal de salud como única opción para la atención. La crisis social y laboral del ASPO-Covid-19 produjo un incremento e instaló un nuevo piso de protección, que en 2021 se estima en un 58,7% de los NNyA entre 0 y 17 años.  

A la hora de analizar los indicadores de controles de la salud del niño, se advierte un deterioro marcado en el contexto ASPO-Covid-19, y una recuperación en Dispo, 2021, aunque no alcanza los valores previos a la pandemia. Se estima que 27,4% de los NNyA no realizó una consulta médica preventiva en los últimos 12 meses, y 57,9% no consultó a un odontólogo entre los 3 y 17 años en igual período de tiempo. Esta situación afecta de modo desigual a las infancias, y correlaciona de modo regresivo con el aumento de la edad y la peor situación social de los hogares. 

En cuanto al derecho a un hábitat digno, los niños, niñas y adolescentes son vulnerables a las privaciones en el hábitat, aunque los indicadores considerados presentan una evolución relativamente estable a lo largo del tiempo. En los primeros indicadores vinculados a la vivienda no se han registrado cambios sustantivos vinculados al contexto reciente de ASPO-Covid-19, pero se han registrado mejoras en el espacio del medio ambiente que, con la recuperación de la actividad económica en 2021, han experimentado un marcado retroceso, pero todavía lejos de las incidencias previas a la pandemia. 

Los problemas del hábitat en términos de hacinamiento continúan afectando a 2 de cada 10 NNyA, pero casi a 4 de cada 10 en los estratos sociales más desfavorecidos. La calidad de las construcciones es precaria en niveles similares y marca las mismas disparidades sociales, mientras que las condiciones del saneamiento registran progresos sostenidos entre 2010 y 2018, pero sin cambios relevantes en los últimos años. Las diferencias regionales son notables, y especialmente perjudiciales para el Conurbano Bonaerense. 

Respecto del derecho a la subsistencia, el informe arroja que la pobreza monetaria afecta en mayor medida a la población de NNyA, y en los últimos años se ha incrementado, alcanzado los mayores picos de la década. 6 de cada 10 NNyA residen en hogares pobres en términos monetarios, y alrededor de un cuarto de esta población reside en hogares indigentes. 

En los últimos años, entre 2019-2020-2021, únicamente un 25% de la población de NNyA no fue pobre ni indigente de modo sostenido en el tiempo, y un 35% de esta población ha sido crónicamente pobre. Esta situación hubiese sido mucho más grave de no haber existido las transferencias de ingresos no contributivas como la AUH, IFE y Tarjeta AlimentAR en el contexto ASPO-DISPO-Covid-19, que, en el 2021, alcanzaron al 48% de la población de entre 0 y 17 años. 

El informe también se encarga de analizar los procesos de crianza y socialización de la población de NNyA, en los cuales se advierte un gran deterioro en la estimulación del niño/a entre 0 y 8 años a través de la palabra. Durante la etapa previa a la pandemia por COVID-19 cerca de un 40% de los niños/as no solía ser receptor de cuentos ni narraciones orales, pero dicha cifra se elevó al 50% en 2020 y apenas cayó al 48% en 2021, afectando principalmente a los niños/as en edad escolar y mayormente a medida que desciende el estrato social. 

Por otro lado, la ausencia del festejo del cumpleaños se ha mantenido estable en torno al 20% y se registra un leve incremento entre los más pequeños de 1 a 4 años. 

A su vez, la propensión a compartir cama o colchón alcanza a 2 de cada 10 NNyA, pero se eleva a casi 4 de cada 10 niños menores de 5 años. Si bien es mucho más frecuente en contextos de privaciones materiales y de espacio, también es costumbre en casi 1 de cada 10 niños de los estratos medios profesionales. 

Las oportunidades de socialización y formación en el deporte y la cultura son escasas para más del 60% y 80% de los NNyA, respectivamente. Sin embargo, en el contexto ASPO-Covid-19 se registra un incremento significativo del déficit y una recuperación postpandemia. Se trata de procesos de socialización casi exclusivos unas minorías de estratos sociales medios. 

En cuanto a los estilos de crianza vinculados al disciplinamiento, se observan indicadores sumamente estables que registraron incrementos significativos entre 2019 y 2020, pero que se han sostenido o aumentado entre 2020 y 2021. Esta tendencia sostenida al alza se registra en la propensión al maltrato verbal y físico, que en 2021 afecta al 17% y 38,8% de la población de NNyA, respectivamente. 

En lo que respecta al acceso a tecnologías y servicios de conectividad, las privaciones en el acceso a una computadora en el hogar o a un celular propio afectan a una proporción muy elevada de NNyA, y aun cuando se registran períodos de mejora en la evolución de estos indicadores, en los últimos años se registra una tendencia negativa. Estas privaciones son más elevadas a medida que baja la edad y desciende el estrato social de los hogares. 

En el contexto de ASPO-DISPO por Covid-19 estos recursos tecnológicos se tornaron necesidades básicas para los hogares porque de ello dependió la continuidad educativa. Sin embargo, 3 de cada 10 NNyA entre 5 y 17 años, en 2021, carece de conexión a internet en sus hogares. 

A su vez, la tendencia a la desaparición del libro como forma de acceder a la información y socializarse sigue creciendo. Se llega al 2021 con 7 de cada 10 NNyA que no tienen una biblioteca con libros en su hogar, situación que afecta en mayor medida a las infancias y adolescencias más vulnerables, pero también alcanza a un tercio de los chicos/as más aventajados. 

Los procesos educativos han experimentado un gran deterioro, complejo de dimensionar y estimar en sus impactos en términos de capital humano de NNyA. 

Se registran deterioros en la escolarización en el nivel inicial y educación primaria. En la educación primaria, hubo mayor retención de los niños/as con sobre-edad y el abandono escolar fue menor que en el nivel secundario, aunque duplica el registrado en el promedio histórico. El déficit de educación primaria en 2021 alcanzó al 11,5% de los niños. Mientras tanto, en la educación secundaria se registra una merma del déficit total que evidencia un aumento significativo de la no asistencia y, a su vez, una merma de la sobre-edad como consecuencia de la unificación del ciclo 2020-2021. 

Asimismo, se registra una mayor participación sobre el sistema estatal de educación primario y secundario y significativos retrocesos en ofertas educativas como la doble jornada, la enseñanza de idioma extranjero y computación en la educación primaria. 

En cuanto al derecho a la protección social contra el trabajo infantil, los indicadores de trabajo infantil urbano registran una evolución positiva a lo largo de esta última década.  En el marco del ASPO-Covid-19 se registra una merma pronunciada, tanto en el trabajo doméstico intensivo como en el trabajo de mercado. El primero probablemente vinculado a que muchas actividades domésticas dejaron de ser responsabilidad exclusiva de los NNyA en presencia de otros miembros del hogar, y el segundo asociado a la pérdida de changas e imposibilidad de trabajar de los adultos del hogar. En el contexto DISPO, 2021, ambos indicadores cambian la tendencia, pero no alcanzan la incidencia observada en momentos previos a la pandemia.  

La ODSA UCA atribuye la tendencia positiva y sostenida que registra la década en parte se explica por el efecto de la AUH.+